Cómo un hombre que miraba se hizo sastre
El hombre se paró frente a las rejas. Le dio un jalón a la mona.
Se le quedó mirando al largo edificio y le preguntó al policía: "¿Y este reclusorio?"
-No es reclusorio- le contestaron.
-¿Entonces?
-Es fábrica
-¿De qué?
-De arte
El hombre cruzó las rejas y entró al extraño lugar.
Primera cosa: se topó con unas señoras atareadas con telas, hilos y máquinas de coser.
Se les quedó viendo y preguntó: "¿Qué hacen?"
-Ropa- le dijeron.
Quién sabe si fueron los colores de las telas, el taca-taca de la máquina, la dedicada seriedad de las mujeres o que -en medio de la monez- el individuo por fin vislumbró la oportunidad de hacerse de un empleo.
El caso es que el hombre que miraba se quedó en el taller de costura y desde aquel día comenzó a aprender lo que hoy es su oficio: sastre.