Usted está aquí: sábado 23 de junio de 2007 Disquero Una cátedra con Cheli

Una cátedra con Cheli

Pablo Espinosa

Ampliar la imagen El jefe Cheli El jefe Cheli

Ampliar la imagen El maestro, a nivel de ''cancha'' El maestro, a nivel de ''cancha''

En los anaqueles de novedades discográficas esplende un par de devedés aportadores de enseñanzas primordiales para entender y, por tanto, disfrutar aún más el arte de la música. El primero de ellos se titula Sergiu Celibidache in Rehearsel and Performance (EuroArts) y muestra a uno de los grandes maestros y al mismo tiempo y por consecuencia uno de los más grandes directores de orquesta de la historia, en ensayo y en concierto, como indica su título.

Celibidache, llamado cariñosamente Cheli, nació el 28 de junio de 1912 en Roman, Rumania, y murió el 14 de agosto de 1996 en París. Estudió música, filosofía y matemáticas, tres ciencias hermanas y dirigió entre 1945 y 1952 a la mejor orquesta del mundo, la Filarmónica de Berlín pero prefirió orquestas sin tanto relumbrón para desarrollar un trabajo preñado de generosidad, al mismo tiempo que ejerció la docencia en universidades donde admitió a quien quisiera acercarse, sin cobrarle un centavo.

Se negó, desde 1950, a grabar discos porque consideraba que la experiencia musical en vivo no puede ser reproducida y en cambio un concierto vivido es una ''experiencia trascendental". Muchos críticos de música notables ubican las presentaciones de Cheli como la experiencia más profunda de su vida. Pues bien, tal vivencia está al alcance de quien lo quiera en este dvd, donde el maestro Cheli ensaya, en la primera parte del dvd y después ofrece el concierto, con una partitura de Richard Strauss: Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel.

La primera parte de este documento está en blanco y negro, en la juventud de Cheli y la sesión crece en intensidad, sabiduría, enseñanzas. Explica a los integrantes de la Radio-Sinfonieorchester Stuttgart cómo aplicar la técnica de arco a la sección de cuerdas, cómo soplar al área de alientos metales y maderas, cómo enfatizar matices, cómo hacer belleza.

Sus indicaciones son gritos enardecedores al mismo tiempo enérgicos y suaves, por igual severos que gentiles, tan sabios como llenos de autoridad, conocimiento de causa, como si estuviera él mismo tocando todos los instrumentos de la orquesta y ningún sonido, ni el volar de una mosca siquiera, ni la respiración de sus músicos, escapa a su asombroso oído, a sus conocimientos profundos de todos y cada uno de los recovecos de la partitura, que dirige de memoria. ''Tocar las notas correctamente no es suficiente, para hacer música es necesario que la vivan" y tal frase, que puede sonar baladí, cobra sentido en cuanto cada gesto, cada palabra, cada movimiento de cada músculo de su rostro se escucha, se traduce en sonidos, en belleza.

 
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