Da la espalda a Bush y deja congelada la iniciativa hasta después de las elecciones de 2008
El Senado de EU da un golpe fatal a la reforma migratoria
Doce millones se verán afectados
El mandatario estadunidense, decepcionado
Protestan empleadores
Ampliar la imagen Trabajo agrícola en Texas Foto: Ap
Washington, 28 de junio. El Senado de Estados Unidos dio este jueves un golpe aparentemente fatal al plan de reforma sobre inmigración que el presidente George W. Bush esperaba obtener y dejar como el legado de su gobierno en política interna. La ley tenía la intención de regularizar el estatus de unos 12 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos.
En una crucial votación decisiva que expuso la profunda falta de apoyo entre los propios republicanos a Bush, la legislación obtuvo 14 votos menos de los 60 necesarios en el Senado de 100 miembros, para avanzar hacia un sufragio final. Sólo 46 senadores -33 demócratas, 12 republicanos y un independiente- votaron por seguir adelante con la ley, lo que no representa ni siquiera mayoría simple. Unos 15 demócratas se unieron a 37 republicanos y un independiente para bloquear la legislación.
La iniciativa comprometía una mayor seguridad en la frontera y aplicación de medidas laborales, junto con un plan para normalizar inmigrantes sin papeles, así como crear un programa de trabajos temporales solicitado por grupos financieros.
Fue la segunda vez en dos semanas que el Senado intentó aprobar la legislación. Este resultado deja congelada la iniciativa, al menos hasta después de las elecciones presidenciales de 2008.
Liderazgo presidencial, en tela de juicio
Tras el fracaso, todas las miradas se dirigieron hacia Bush, quien trató hasta última hora de convencer a los senadores de su partido, el Republicano, de apoyar una reforma que prometió a sus electores hace más de tres años, al iniciar la campaña electoral para la relección que obtuvo en noviembre de 2004.
Bush, cuyo liderazgo queda en tela de juicio al no haber logrado el apoyo de los republicanos a su reforma, no disimuló su malestar: ''El fracaso del Congreso para hacer algo constituye una decepción. Muchos trabajamos duro para ver si podíamos lograr un terreno común. No funcionó''.
El mandatario llamó al Congreso, dominado por los demócratas, a unirse a partir de septiembre para aprobar otras leyes, entre las que no incluyó la reforma migratoria, dando por perdida la batalla.
El presidente llevó a cabo una inusual e insistente campaña para lograr el apoyo del Partido Republicano. Entre otras cosas, llegó inesperadamente a un almuerzo que tuvieron este mes los senadores de su partido, a quienes exhortó a dejar de lado su escepticismo. Durante los meses anteriores, Bush envió a sus colaboradores más cercanos -además del secretario de Seguridad Interna, Michael Chertoff, y el secretario de Comercio, Carlos Gutierrez- a pasar horas en reuniones en el Capitolio con los senadores para intentar convencerlos.
Estrategia banquetera
Según medios estadunidenses, Chertoff y Gutierrez estuvieron hoy a las puertas del Senado, antes de la votación, tratando todavía de ganar la opinión favorable de los republicanos para el proyecto de ley.
Al final de este día, senadores republicanos afirmaron que esta campaña no funcionó y que el fracaso de Bush es bien merecido, pues intentó forzar a los legisladores a apoyar la ley sin realmente cultivar el apoyo honesto del proyecto, y colocando entre la espada y la pared a toda la bancada republicana en el Senado.
''Cometieron un gran error. La estrategia del presidente no funcionó y nos colocaron en una posición difícil'', comentó tras la votación el senador Jeff Sessions, quien junto con sus colegas Jim DeMint y David Vitter fue el más férreo detractor de la reforma. Los tres aparecieron repetidamente en programas de radio y televisión, y llamaron a los ciudadanos a ''inundar'' el Congreso con llamadas, faxes y correos electrónicos expresando su desacuerdo.
El proyecto de reforma migratoria dependía de la frágil minoría republicana en el Senado y había sido severamente criticado por parte de los republicanos que lo tildaron de ''amnistía'' para los indocumentados y alegaron que no lograría reducir la inmigración ilegal, así como también por sectores demócratas y latinos que lo consideraban insuficiente, entre otras cosas por no tomar en cuenta las necesidades de los inmigrantes obviando temas como la reunificación familiar.
Algunos sindicatos también se opusieron al proyecto, porque -según ellos- el programa de trabajadores temporales podría generar una subclase de empleados con remuneraciones más bajas. Ni siquiera la promesa de 4 mil 400 millones de dólares adicionales para pagar mayor seguridad en la frontera y aplicación de medidas laborales lograron convencer a la oposición republicana.
Los opositores del partido de Bush dijeron que éste debería abandonar una amplia reforma de inmigración y concentrarse en mantener fuera del país a los indocumentados. Diversos sectores también consideraban necesario sacar del escenario la reforma para impedir que ésta se convirtiera en tema para los comicios de noviembre del próximo año.
''El próximo paso es presionar inmediatamente a Bush para que cumpla su palabra y refuerce la seguridad en la frontera'', recalcó el senador David Vitter, republicano de Louisiana que participó en la lucha contra el proyecto.
De su lado, la Federación Americana del Trabajo-Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO), opuesta a la propuesta que manejaba el Senado, esencialmente porque creaba permisos de trabajo temporales por periodos de dos años, sin que se permitiera a los trabajadores optar por una residencia permanente, insistió en que una reforma debería crear ''un real camino a la ciudadanía'' para los inmigrantes.
La AFL-CIO declaró que es ''decepcionante que este Congreso no pueda alcanzar ese importante objetivo. De aprobarse, (la iniciativa que manejaba el Senado) sólo habría perpetuado los problemas que pretendía resolver'', dijo el presidente de la federación, John J. Sweeney.
Del lado de los republicanos opuestos a la reforma, el senador por Carolina del Sur, Jim DeMint, dijo: ''El pueblo estadunidense ganó hoy''.
A su vez, el senador demócrata Charles Schumer lamentó: ''Es un día triste para Estados Unidos. Todo mundo sabe que nuestras leyes de inmigración no funcionan y nuestro país pierde parte de su grandeza cuando no logra arreglar algo que todo el mundo sabe que está roto''.
Se perdió una ''oportunidad histórica'', considera la demócrata Pelosi
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, criticó a los republicanos por ''elegir'' no actuar para cambiar las leyes de inmigración y perder ''una oportunidad histórica''.
Quienes apoyaban el proyecto afirman que ahora que fue echado por tierra, nada se hará hasta después de las elecciones del año próximo. Rosa Rosales, presidenta nacional de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, dijo que es improbable que el Congreso retome una reforma de inmigración antes de 2008. ''Nadie se beneficia ahora, no hay nada que esperar (...) es muy decepcionante''.
El Consejo Nacional de la Raza (NCLR), la mayor organización latina, manifestó en un comunicado su ''profunda decepción'' por la decisión de los senadores. ''La acción adoptada hoy es una victoria para el estatu quo, y nadie debería estar contento con esto. (...) No nos rendiremos en tratar de tener una real, efectiva y justa solución sobre la cuestión de inmigración'', declaró la presidenta del consejo, Janet Murguía, quien recordó la creciente importancia del voto latino en la carrera electoral.
''Buscamos entre los políticos a líderes en este tema, pero no ha habido ninguno y eso es profundamente decepcionante'', indicó por su parte Sheridan Bailey, presidente de Ironco Enterprises, en Phoenix, y cofundador de Arizona Employers for Immigration Reform (Empleadores de Arizona por una Reforma Migratoria).
''Es como en la guerra de Vietnam, cuando dijeron 'tenemos que destruir el poblado para salvarlo'. Bueno, aquí están destruyendo la economía para salvar la frontera estadunidense'', agregó Bailey, haciéndose eco de las opiniones de empleadores de 11 estados.
La Asociación de Funcionarios Latinos en Servicio Público en Estados Unidos (NALEO, por sus siglas en inglés) ''condenó'' por su parte ''el voto del Senado para matar una reforma migratoria amplia'', una decisión que, según ellos, ''fuerza a millones de inmigrantes indocumentados a continuar viviendo en las sombras''.
Votos latinos
Según una encuesta publicada por el diario USA Today, la comunidad latina, que podría determinar los resultados de las elecciones presidenciales de 2008, le está dando la espalda a los republicanos por su posición sobre inmigración. Casi dos de cada tres hispanos interrogados (58 por ciento) se declararon demócratas, contra sólo 20 por ciento que se dijo republicano, la mitad que el récord alcanzado por el actual presidente cuando logró la relección en 2004, superando 40 por ciento del voto latino.