Refleja el Foro Social de Estados Unidos la fragmentación de la izquierda en el país
"Antiguos y nuevos esclavos" hacen desde Nueva Orleáns un llamado a la unidad
Katrina generó un debate sin precedente sobre racismo y desequilibrio social: ONG
Atlanta, 28 de junio. Desde Nueva Orleáns llega un mensaje al movimiento social estadunidense en este segundo día del primer foro social de Estados Unidos: "los antiguos esclavos y los nuevos esclavos" tienen que formar una alianza para cambiar este país.
Y es que Nueva Orleáns es un microcosmos de la lucha social en Estados Unidos, donde las políticas económicas del gobierno, los intereses empresariales y las profundas raíces del racismo fueron destapadas como nunca tras el huracán Katrina, y este fue el tema de la primera sesión plenaria del Foro Social de Estados Unidos.
"Katrina no destapó nada que no supiéramos", declaró Jerome Scott, de la organización sureña Project South. "Pero sí generó un debate nacional como nunca antes" sobre el racismo, la creciente brecha entre pobres y ricos y las políticas del gobierno federal.
"Katrina fue y sigue siendo un desastre creado por el hombre. Bush, no Katrina, es nuestro desastre; es el desastre de todos ustedes", afirmó Monique Harden, de Advocates of Environmental Human Rights, organización social en Nueva Orleáns. "Es un masivo plan de privatización", dijo, donde en lugar de vivienda y servicios para el pueblo, se están construyendo clubs de golf y condominios de lujo.
"Son crímenes contra la humanidad", consideró otro líder social de la ciudad, al señalar cómo toda la respuesta al desastre fue a propósito, incluso las muertes y las decenas de miles de personas desplazadas. Ahora, en la reconstrucción, la demanda central es la democracia: incorporar la voz del pueblo en las decisiones sobre el futuro de sus ciudades y comunidades devastadas por el huracán.
"Todo cambia, hay más latinos que nunca", comentó una veterana de luchas de defensa de la comunidad afroestadunidense de Nueva Orleáns. "No hablamos el mismo idioma, pero nos estamos entendiendo a señas, nos estamos comunicando", dijo.
Un líder de los nuevos inmigrantes latinoamericanos que han llegado a la zona del golfo de México para trabajar en la reconstrucción, indicó que "vivimos en condiciones infrahumanas" y como parte del programa de trabajadores huésped, "somos propiedad de una sola persona" quien tiene el poder de deportarlos, o sea, "esa es la esclavitud moderna".
El peruano explicó que "no podemos protestar" o nos despiden, o nos quitan el pasaporte. "Venimos a trabajar para una empresa, pero nos pueden vender por 2 mil dólares por cabeza. ¿A qué se le llama eso?", preguntó, con buena parte de los cerca de 10 mil participantes respondiendo: "esclavitud".
Al afirmar que los latinos no llegan aquí para quitarle el trabajo a nadie, pero los acusan de eso "porque están intentando que nos pongamos a pelear entre latinos y negros, a los antiguos y a los nuevos esclavos. Esto no puede seguir así, estamos haciendo alianzas para cambiar esto. ¡Viva la unidad!", concluyó ante coros de "sí se puede" de un público de afroestadunidenses, latinos, blancos, asiáticos y más que han llegado a esta ciudad de todas partes del país. Y es así que Nueva Orleáns es espejo de todo lo que enfrenta esta sociedad.
Hoy iniciaron lo que serán más de 900 talleres y mesas redondas, dos plenarias al día, más decenas de exhibiciones, actos culturales, reuniones, exhibición de películas, marchas, un foro social de niños, todo bajo el lema de "Otro mundo es posible, otro Estados Unidos es necesario". Aunque tal vez otro mundo es posible, el programa de actividades es imposible para casi cualquiera, participante o reportero, con casi 70 talleres a la misma hora todos los días.
Sin embargo, sí refleja la atomización y fragmentación de una izquierda social en este país que carece de una expresión nacional o eje común, con cada uno con su área o tema de interés. Por lo tanto, hay carpas dedicadas a temas o regiones alrededor del centro cívico, sede principal del foro, como "Palestina", "Paz y Justicia", "Africa", "Agua", "Inmigrantes", y más, y con actividades desde "Una ceremonia maya" hasta funciones de hip hop para un movimiento de pobres, y una sesión de estrategias para la lucha antiguerra, así como algo sobre "activistas de medios".
Pero el guerrerense Lucas Benítez, líder de la Coalición de Trabajadores de Immokalee comentó a La Jornada que el foro "es una oportunidad para unificar luchas y compartir experiencias entre ellas, como para recargar baterías". Aquí, dijo, uno se encuentra con diferentes iniciativas, todas realizadas "por el bien de la humanidad". Su organización, que ya logró triunfar contra Taco Bell y McDonald's al obligarlos a un acuerdo para mejorar los salarios de los trabajadores del jitomate en Florida, ha logrado "despertar conciencia entre los jóvenes", y ellos, junto con las iglesias, "han recuperado un papel que habían perdido" al sumarse a campañas de trabajadores inmigrantes. "Estos han dado respuesta al hecho de que los derechos humanos y la dignidad humana se han pisoteado en este país".
Pam McMichael, Susan Williams y Mónica Hernández, del histórico centro de educación, estrategia y cultura popular del sur Highlander Center, comentaron a La Jornada que es difícil comparar el movimiento social de aquí con sus contrapartes en América Latina, sobre todo por su fragmentación. Aunque este foro es el más grande que recuerdan de grupos del movimiento social en este país (más allá de marchas y manifestaciones masivas), el hecho de que no haya más participación es notable. "Tiene que ver con vivir en el país mas poderoso, y con el privilegio y el temor", señaló McMichael, directora del Highlander. Privilegio, al estar en el país más rico, y temor por la promoción del miedo, sobre todo después del 11-S. Williams consideró que un problema, a diferencia de países latinoamericanos, es que la gente "es mucho menos colectiva" en sus vidas, y en su participación en esta sociedad.
El foro parece una torre de Babel pero, a la vez, es un intento por buscar un solo idioma, o por lo menos unas palabras comunes que compartir entre un movimiento que aún no se encuentra a sí mismo como expresión colectiva, pero que se reconoce como parte de un mismo mosaico.
Sunni Patterson, reconocida poeta de spoken word, maestra y artista de Nueva Orleáns, ofreció sus versos en el festival cultural que acompaña al foro todos los días. Advierte que "hablar una palabra verdadera es cambiar al mundo", y aconseja a los que hablan a tener "la vida sobre la lengua".
Todos hablan, en los talleres, en las plenarias, en los pasillos, sobre la urgencia de una "mejor y mayor comunicación" entre todos los grupos y movimientos. Pocos escucharon las palabras de los poetas y los músicos, y de aquí aún no surge un nuevo idioma, pero faltan tres días.