El combate contra las leyes
Se ha producido en estos tiempos un combate a muerte entre los autores de las leyes, sus intérpretes y el sagrado pueblo sobre cuyas espaldas caen las consecuencias de disposiciones ajenas a las realidades o a las necesidades de la gente.
No voy a entrar en detalles porque este artículo no pretende ser una demanda de amparo. Además, lo que importa es la orientación hacia quienes no tienen, por fuerza de su actividad, un conocimiento adecuado de las leyes o de sus intenciones.
Por otra parte, el Poder Legislativo, que tendría que desempeñar la función normativa principal, ha demostrado muy poco cuidado en lo que aprueba o en lo que rechaza. Recordemos, respecto de la última legislatura, el nacimiento de la ley Televisa, aprobada con entusiasmo por todos los partidos, entre ellos el PRD, que no se dieron cuenta de sus alcances. Ha correspondido a la Suprema Corte de Justicia de la Nación ponerle remedio a esa ley favorecedora de monopolios, pero tampoco podemos olvidar que las sentencias de amparo tienen efectos relativos, esto es, sólo en beneficio de quien presenta la demanda, pero los que no lo hicieron tendrán que apechugar con sus consecuencias. Salvo que, lo que parece sucederá en ese caso, el propio Poder Legislativo apruebe una nueva ley que acabe con las barbaridades de la vigente.
Ahora tenemos otras dos leyes de moda. La más espectacular, la del ISSSTE, que en mi concepto ha batido todos los récords en demandas de amparo, al grado de que se tuvo que constituir un juzgado de distrito especial para hacerse cargo de la avalancha de demandas que, creo, no acabará de revisar. La segunda ley, aún no aprobada y ojalá que no lo sea, es la que implica la nueva política fiscal.
La Ley del ISSSTE tiene muchos defectos, entre los que cabe mencionar su espíritu retroactivo esencialmente anticonstitucional. Pero lo peor no anda por ahí. El tema central es que se ha trasladado al ISSSTE el sistema de los fondos de retiro que durante los tres primeros años de vigencia de la ley, en lugar de ser depositados en las famosas Afore, ahora lo serán en ese personaje de nombre siniestro, el Pensionissste, organismo público permanente que durante esos tres años disfrutará, de manera muy barata, de los beneficios cuantiosos que las pobrecitas Afore han juntado, antes de que algún asegurado decida, al cabo de ese plazo, largarse con sus fondos a una Afore privada. Ese mismo dinero que las Afore reciben sin causa de intereses en los primeros días, después se transforma en inversiones para el Estado vía Banco de México. Habrá que preguntarle al gobierno cuál ha sido el beneficio que le han provocado esos financiamientos forzosos, y a las Afore, qué beneficios han recibido de esas inversiones.
Ahora el ISSSTE se financiará por conducto del Pensionissste, lo que explica el propósito de su formación, que salva al instituto de la quiebra.
Por el rumbo de la reforma fiscal, mis asesores financieros me informan que un tema principal es que no serán deducibles para efectos fiscales los salarios que se cubren a los trabajadores.
Eso sí que es una mala noticia. Si prospera la ley, los abogados deberemos ir afilando los cuchillos para cortar de raíz la intención de aprobarla. La pérdida que puede suponer para los empresarios la no deducibilidad de ese gasto más que principal es verdaderamente alarmante.
Estamos en una época en que el empleo vive en precario. A partir de ahora, se producirá una tendencia para sustituir a los trabajadores por instrumentos cibernéticos, automáticos, o como se les quiera llamar, lo que generaría un desempleo monstruoso.
Es obvio que si el Estado toma decisiones de ese calibre es porque sus finanzas andan terroríficamente mal. El fantasma de una producción de petróleo que no durará arriba de 10 años; la persistencia de gravar a Pemex con tasas de impuestos exorbitantes, pero provocando que haga gastos políticos injustificados y otras delicias por el estilo, nos hace pesimistas por obligación profesional.
Quisiera estar equivocado. Pero antes de escribir estas notas he recibido informes que alertan sobre nuestros problemas fiscales inmediatos.