Usted está aquí: lunes 2 de julio de 2007 Cultura Intrigan a expertos los hallazgos en la zona arqueológica maya de Río Bec

El INAH recibió las ruinas a finales de abril; las preparan para recibir al público

Intrigan a expertos los hallazgos en la zona arqueológica maya de Río Bec

Enclavada en Campeche, contiene particularidades como “simulaciones de pirámides”

ANGEL VARGAS

Los más recientes hallazgos en la zona arqueológica de Río Bec, entre ellos una inusual pirámide, confirman su condición atípica dentro del área maya y en general del resto del mundo mesoamericano.

Intrigante y sorprendente para los especialistas que en ella han trabajado desde 2002, ahora está prácticamente lista para compartir esa magnificencia y singularidad con los visitantes nacionales y extranjeros.

Ello, luego de que el equipo de arqueólogos encabezado por el francés Dominique Michelet la entregó de manera oficial al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a finales del pasado abril y sólo faltan ultimar algunos detalles para abrirla al público, si bien hasta 2008 concluirán formalmente los trabajos de investigación.

Enclavada en la selva baja sur de Campeche, a unos 60 kilómetros de la zona arqueológica de Calakmul, con la cual compartió esplendor y auge, uno de los aspectos que más han impactado de este ancestral lugar son sus dimensiones.

A la fecha ha sido imposible determinar sus límites, como tampoco ha logrado situarse cuál fue su centro más importante.

Otro aspecto que ha llamado poderosamente la atención de los arqueólogos es el concerniente con los sistemas sociopolítico y económico que allí imperaron. En particular destaca el hecho de que, a diferencia del resto del mundo maya, no prevaleció la hegemonía de una familia real o un dirigente (el ajaw).

De acuerdo con Dominique Michelet, especialista en Mesoamérica e investigador del Centro Nacional de la Investigación Científica, de Francia, resulta poco sustentable una antigua tesis que ubicaba a Río Bec como la capital de la región.

Lo anterior, explica en entrevista con La Jornada, porque “no es un sitio en el sentido tradicional, ya que la zona arqueológica prácticamente no cuenta con límites, sino que es un sinnúmero de grupos arquitectónicos monumentales, que en ocasiones se limitan a una sola construcción, pero de grandes dimensiones”.

Abunda: “En la mayoría de los casos, esos grupos arquitectónicos están integrados por entre ocho y 10 edificios de cierta magnitud. Es un hábitat muy disperso y lo que más llama la atención de él es la imposibilidad de determinar cuál es su lugar más importante, dónde está su centro.

“Cuando comenzamos los trabajos, en 2002, se habían reportado 22 de esos grupos monumentales. Hoy día, después de trabajar en una zona delimitada de 100 kilómetros cuadrados, en la que realizamos los trabajos de investigación, tenemos registrados 72.

“Sí hemos encontrado algunos grupos más importantes que otros; el más grande rebasa las 60 estructuras y el más pequeño cuenta con sólo una, pero grande. El promedio de distancia entre los grupos es de 200 metros, aunque a veces están más aislados y se prolongan más allá de un kilómetro; no hablamos de una zona con límites precisos.”

Si bien los estudios arrojan que comenzó a poblarse en el año 500 antes de Cristo, fue entre los años 600 y 1000 de nuestra era cuando Río Bec alcanzó su esplendor.

El responsable de los trabajos en dicha zona arqueológica destaca que ésta se diferencia de otras conocidas por no evidenciar profundas diferencias en lo que respecta a la organización social entre ricos y pobres.

Las edificaciones, según el especialista, hablan de una zona habitada por castas nobles, si bien sí existen indicios de que algunas de ellas fueron más poderosas e incluso ejercieron el control, pero no fue una situación que lograran imponer y perpetuar más allá de dos generaciones.

Aunque no ha podido estimarse el número mayor de habitantes que alcanzó este lugar, sí se sabe que incluso fue más grande al que actualmente se asienta en la región.

Fue, en lo económico, una sociedad fundamentalmente agrícola, como en el resto del mundo maya, pero se han hallado diversos testimonios de que sus métodos de cultivo eran más eficientes que los modernos, lo que les permitió abastecer y nutrir a la población.

Otro rasgo importante de Río Bec, y el cual apenas se ha difundido, es que se trata de una zona que tiene mucha relación con el norte de la península, con la zona yucateca, puntualiza el arqueólogo francés.

“Parte de la originalidad de esta zona es que tal vez se trate de una intrusión yucateca hacia el sur, y ello podría explicar, en parte, sus formas distintas de hacer y construir. Definitivamente es gente que estaba atenta a parecer diferente. Le importaba marcar sus diferencias, porque estamos muy cerca de Calakmul, que es modelo de la zona maya clásica.”

Construcciones únicas

Lo que más llamó la atención de los especialistas al iniciar los trabajos en esta zona arqueológica fue la existencia de templos pirámides, que resultan sui generis en el mundo maya y en general en el área mesoamericana.

“Son más bien simulaciones de pirámides, como torres, que en lugar de encontrarse a las orillas de una plaza están pegadas a edificios palaciegos, residenciales, como una decoración”, precisa Michelet.

Sin embargo, una de las sorpresas que depararon los trabajos realizados durante 2006 fue el hallazgo de una verdadera pirámide, cuyas características son nada convencionales, ya que se encuentra adosada a un edificio que sirvió como casa habitación, a la manera que sucedió con las capillas en las antiguas haciendas mexicanas.

“Es un sistema aparentemente muy mesoamericano y maya, sin embargo, es una pirámide muy poco convencional, porque en lugar de encontrarse al borde de una plaza, para culto público, donde se congrega toda la comunidad, está pegada a la fachada del edificio. Esto quiere decir que si se rendía culto a alguien en ese lugar, era demasiado privado.”

El equipo del arqueólogo comenzó el sondeo de ese templo para verificar si es un edificio funerario o no. “No es un edificio de la comunidad, sino privado, y quizá dentro del basamento se encuentra el personaje fundador de esa familia”.

Al lado del resto de especialistas que ha participado en el proyecto de rescate de Río Bec, Dominique Michelet presentará los avances de sus estudios e investigaciones de esa zona en el séptimo Congreso Internacional de Mayistas, que tendrá lugar en Mérida, Yucatán, del 8 al 14 de julio. Al término del mismo, la idea es publicar a la brevedad un libro colectivo.

 
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