Cero realidad
Se entiende la derrota como una imposición del enemigo. Se explica lo malo que ha sido, es y será con su victoria espuria el que "sólo quitó una pluma a nuestro gallo" (o, según la adulación abyecta, "no nos quitaron ni una pluma")... Pero no se entiende el abandono del espacio ganado con votos.
El ciudadano progresista que aceptó la disyuntiva izquierda o derecha votó por la Presidencia como un medio y por la transformación democrática del país como un fin. Hoy le dan una "presidencia legítima" como consuelo, pero no hay ninguna reforma progresista. Hoy diríamos con certeza que los principales cambios que la izquierda logró en 40 años fueron sin la Presidencia, pero sí con la idea clara de hacer valer los votos.
Según el libro y el discurso, todo lo que se hizo fue correcto, no hubo un solo error y lo único inexplicable es cómo se unieron en contra los enemigos, si les advirtieron claramente y todo el tiempo que acabarían con ellos, con su poder y sus privilegios. ¿Por qué se amafiaron e hicieron alianzas y llamaron a votar por la derecha, si al perder frente al gallo irían todos a la cárcel?
A un año de aquella batalla, aún no se explica cómo los generales Manuel Camacho, Monreal, Guadarrama, Socorro Díaz, Núñez, Durazo y Leonel Cota fueron derrotados por el imberbe Mouriño, la cacique Elba Esther, Josefina Vázquez Mota, el iletrado Fox y Martita, quienes resultaron los grandes estrategas victoriosos.
Lo que no se esperaban los espurios fue, a manera de venganza, la fuga de la realidad como respuesta digna, y que se opusiera a la "república simulada" el gobierno de la ficción, pues para el líder era más importante el consuelo de los suyos y que lo tuvieran más como presidente simbólico que como opositor real, representante de su voto.
Se dice en el libro, que consagra la vida del autor como parte ya de la historia junto a Morelos, Juárez y Madero, que el plantón de Reforma y la convención nacional democrática (CND) fueron en esencia "para evitar la violencia", para desfogar el enojo, pues, según una encuesta de la cuestionada Mitofsky, la mayoría quería la violencia y hasta "10 por ciento la lucha armada" (pp. 246 y 247). Si así era, ¿por qué mandar al diablo a las instituciones y luego protegerlas de los sentimientos de los ciudadanos que pedían órdenes para hacer lo que fuera contra ellas?
En la estrategia para mantener la paz, "aunque nunca lo acepten nuestros adversarios" (p. 246), se contribuyó a la estabilidad y por eso, en verdad, el campamento en Reforma se puede leer como un regalo que ayudó a desinflar en las calles el resultado de las urnas.
Para ello era muy difícil sostenerse en la realidad y de ahí que la opción fuese construir un nicho en la historia, un gobierno de ficción a manera de consuelo, donde los derrotados tuvieran un lugar en la historia. El libro, por eso, no sólo lo consagra a él, sino a los que compartieron sus alegrías y tristezas junto al pueblo.
Aceptó la "presidencia legítima" para impedir el inmovilismo que se hubiera dado asumiendo la posición tradicional; el espurio tomó posesión "tras banderas" (p. 289) y al elaborar el balance de un año dice que los diputados y senadores que sí aceptaron la política tradicional cuestionaron el proyecto de presupuesto 2007 "presentado (...) por el gobierno usurpador" (p. 292) y, aunque no lo dice, ¡votaron por unanimidad a favor de él!, lo cual les ayuda a corregir su incongruencia para el libro de la historia. Señala asimismo que gracias a ellos se aprobó una partida de "6 mil millones de pesos para entregar 500 pesos mensuales de pensión alimentaria a todos los adultos mayores del país" (p. 292). Pregunta a la historia: ¿esto se hizo "con cero negociación"? Este hecho demuestra que estas medidas no contravienen al neoliberalismo o que el espurio es también populista.
Hay una duda con respecto a la alternativa contra "el inmovilismo" (p. 292): hace menos de un año -el 30 de julio, se consigna en el libro- se dio la marcha más grande de la historia con 2 millones (p. 245). Si el objetivo era no desmovilizarse, ¿cómo y por qué se desmovilizaron cerca de un millón 900 mil que ya no llegaron el domingo a esta tercera asamblea de la CND?
Hoy el libro coloca y ubica como un todo coherente la postura de los diputados y senadores que cobran dietas, así como a los partidos que cobran también prerrogativas y a la CND que por decreto "abolió la desigualdad" y declaró la inexistencia de las instituciones. Todo es lo mismo y la unidad se mantiene cuando conciliaron con la voz del líder que todo eso es posible al mismo tiempo y sin contradicción alguna. ¡Qué listos!
¡Cero negociación! Y todos los del presídium agacharon la cabeza y asintieron en actitud de aceptación. ¡Nada con la realidad! Es la consigna. ¡Cero realidad! De cara a la guillotina que los amenaza, abrazando la ficción que claudica frente a la realidad. Son ellos los que han legitimado al espurio y tras el empate le entregaron el poder real y la realidad del poder.