El elenco trasladó el acontecer del siglo XIX a los rocanroleros años 50
Entusiasta recibimiento del público al estreno de El barbero de Sevilla
Ampliar la imagen El barítono rumano George Petean, en el papel de Fígaro, la noche del domingo, durante el estreno de la ópera bufa de Rossini en el Palacio de Bellas Artes Foto: Cristina Rodríguez
Con entusiasmo y agrado recibió el público mexicano la propuesta escénica del argentino Willy Landin a la célebre ópera bufa El barbero de Sevilla, de Gioachino Rossini, que con la dirección concertadora del italiano Marco Balderi, al frente de la Compañía Nacional de Opera, se estrenó este domingo en el Palacio de Bellas Artes.
El barbero de Sevilla es una de las obras más representativas de dicho género operístico que nació en los primeros años del siglo XVIII, básicamente en reacción a las óperas serias que se negaban a integrar personajes cómicos dentro de sus papeles.
En este montaje se combinan la clásica partitura de Rossini y el libreto de Cesare Sterbini, con la propuesta escénica contemporánea de Landin, quien traslada el acontecer de la historia a los rocanroleros años 50, época en la cual ellas con sus blusas de color entalladas, sus vestidos y crinolinas y ellos con sus suéteres o chamarras negras actúan e interpretan dicha ópera bufa, estrenada en 1816.
Al principio de la obra se utilizan algunos títeres y, como parte de la estilizada escenografía, un convertible blanco y en cierto momento la proyección de un video con imágenes de una carretera con abundante lluvia, o de romanos o apaches en persecución del conde de Almaviva. Este es aquí un seductor, un joven rico y estudiante de lentes que siempre -con dinero por debajo del agua- arregla los contratiempos, y se enamora de Rosina, la chica que además de ser porrista, toma clases particulares de música: ''dócil, respetuosa, obediente y amorosa, que se deja guiar, pero que si tocan su punto débil puede ser una víbora y usar cien trucos antes de ceder".
Su tutor Don Bartolo, un viejo raboverde, avaro y gruñón, intenta contraer nupcias con su protegida, pero ella, con la certeza de que ''basta encerrar a una mujer para que se ponga lista", y con la ayuda de Fígaro, el ingenioso barbero, el estilista del pueblo cuyos cortes de pelo le permiten tener fama y mujeres, ayudará al conde en su propósito, para lo cual el ''noble" joven se tendrá que hacer pasar por un militar borracho y por un jipi de los años 60.
Destacada interpretación vocal
Bajo la dirección de Jorge Alejandro Suárez, el Coro del Teatro de Bellas Artes lo mismo interpreta al grupo de jóvenes amigos del conde que a una agrupación de bomberos, con sus cascos, botas de hule, impermeables rojos, mangueras y hachas, como la guardia de la ciudad.
Don Basilio (Enric Serra), el maestro de música siempre interesado en el dinero, alcahuete de Berta (Gabriela Thierry), la recatada y chismosa ama de llaves, y Fiorello (Roberto Aznar) complementan el elenco.
El entusiasmo y agrado del público se vieron reflejados desde el principio del montaje con aplausos y bravos, no sólo por la ''divertida" propuesta escénica, que llegó a tener ''tintes de parodia", sino sobre todo por la destacada interpretación vocal de los protagonistas, quienes en el estreno fueron el barítono rumano George Petean, como Fígaro; la mezzosoprano Nancy Herrera (Rosina); el tenor Brian Stucki (el conde), y el barítono Arturo Rodríguez (Don Bartolo).
Las funciones de El barbero de Sevilla, en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, se llevarán a cabo los días 3, 5, 8, 10, 12 y 15 de julio (domingos a las 17 horas; martes y jueves a las 20 horas). Posteriormente se presentará en el Centro Cultural Tijuana, los días 27 y 29 de este mes.