Inauguran la exposición Tesoros de la Casa Azul por el centenario de la pintora
Abren al público el mundo íntimo de Frida y Diego
“Toda la muestra constituye un descubrimiento y cada pieza también lo es”, dijo el curador n Recorrido de la prensa nacional e internacional por la residencia donde nació la artista
Ampliar la imagen Muleta y prótesis de Frida Kahlo, que forman parte del acervo permanente de la Casa Azul, en Coyoacán Foto: Cristina Rodríguez
Esquina. Calles Londres y Allende. Coyoacán. Una casa pintada de azul con puertas de madera coloreadas de verde, y los marcos de las ventanas en rosa mexicano. Así es el edificio que alberga la exposición Tesoros de la Casa Azul Frida y Diego que hoy se inaugura, a las 19 horas, para conmemorar el centenario de la artista y el 50 aniversario luctuoso del muralista.
Se trata de la exhibición del archivo privado de los pintores que estuvo oculto durante casi cinco décadas en baúles, armarios o cajas dentro de la casona y cuya existencia dio a conocer La Jornada.
Se trata de una pequeñísima parte de los 22 mil 105 documentos, 5 mil 387 fotografías, 3 mil 874 revistas y publicaciones, 2 mil 170 libros y otra cantidad de dibujos, vestidos, corsés, medicinas, juguetes y objetos personales de estos creadores que abren ventanas a facetas poco conocidas y a proyectos de nuevas exposiciones especializadas.
Fotografía, poesía, juguetes
La Casa Azul abrió sus puertas este miércoles a la prensa nacional y extranjera para hacer un recorrido por las seis salas que integran la exposición que permanecerá aquí hasta el 30 de septiembre.
El visitante podrá descubrir de la pintora su trabajo en fotografía o como poeta. (He aquí un fragmento de un poema que escribió sobre las mujeres delgadas: “… no vale ser ni espárrago ni oblea/ de carne hay que ser lo regular/ pero hay que conservar las cosas esas/ que tienen la misión de alimentar”).
Frida, el dolor y la medicina. El amor de la pintora por Diego y viceversa. Las imágenes de sus amigos captados por los grandes de la fotografía del siglo pasado, como Man Ray y Manuel Alvarez Bravo, y dos grandes tesoros: dos fotos tomadas por la pintora. Además, su ropa; las tijeras que aparecen en Las dos Fridas; un teatro de títeres; sus juguetes, así como las cartas que escribió a su madre, a Rivera o las que recibió de sus médicos.
La máscara antigás que Diego utilizaba para pintar murales; los estarcidos de su primer mural, La creación, que marca el comienzo del muralismo de la Revolución, y el boceto del mural del Estadio Olímpico de la Universidad Nacional Autónoma de México. Los besos que su esposa pintaba con labial en fotografías.
En el cubo de las escaleras, se reconstruye, sin rostro, a la pintora mediante la colocación de un corsé, un cartel, uno de sus vestidos, un libro y un cojín.
“Toda la exposición constituye una sola unidad, es indivisible, hay piezas preciosas que resaltan por su valor estético. Para la selección del material consideré su valor estético e histórico, y también la importancia que tuvieron en la vida y en la formación sentimental y artística de Frida y Diego. Quien quiera ver descubrimientos va a entender que toda la exposición constituye un descubrimiento y que cada pieza también lo es”, dijo el curador de la muestra, Ricardo Pérez Escamilla.
Recordó que Rivera dispuso que se guardara este archivo porque “podría causar escándalo en la vida social de México, pero independientemente hay algo muy importante: Frida entonces no era Frida. A nadie le interesaba ver los trapos de Frida, las tijeras de Las dos Fridas, los libros intervenidos por ella o leer sus cartas. Ni siquiera se sabía que era gran escritora”.
Al respecto, Carlos Phillips Olmedo, integrante del Fideicomiso Diego Rivera y Frida Kahlo, señaló que en ese momento “Frida no era reconocida ni tan importante. El icono era Diego quien le dijo a doña Lola (Olmedo) que le gustaría que estos archivos metidos en las cajas se guardaran durante 15 años. Cuando un amigo pide que se guarde algo en secreto tiene que haber una razón, por ese cariño y respeto a Diego, doña Lola dijo: ‘mientras yo viva tampoco quiero saberlo y por eso se guardó 50 años”.
El contenido de las cajas fue sellado por el Banco de México y los sellos se retiraron en presencia de un representante del banco, otro del fideicomiso y un notario. “Los baños y los armarios también se cerraron, no porque Diego lo pidiera sino porque doña Lola dijo que si se guardaba una cosa se guardaba todo”.
El archivo se abrió a finales de 2002, el inventario se comenzó en 2003 y la catalogación tardó dos años y medio.
Retrato elocuente de la pintora
Pérez Escamilla subrayó que éste “es un archivo riquísimo, inagotable, vamos a durar muchos años encontrando siempre novedades y nuevas informaciones y descubrimientos, porque apenas estamos iniciando el estudio. Esta exposición va a ser generadora de muchas otras muestras especializadas a futuro”.
Además del aspecto médico, otros descubrimientos importantes son las fotografías del acervo, de las cuales sólo se colocaron unas 60 y se ubicaron en la quinta sala. El curador de esta sección, Pablo Ortiz Monasterio, destacó que se trata de un archivo que “en su conjunto hace un retrato preciso y elocuente de Frida”.
Entre los documentos también figura la correspondencia con Trotski, con quien Frida tuvo un affaire. Dijo Pérez Escamilla: “Esta colección me ha dejado muy claro que Diego y Frida fueron una avanzada de los matrimonios modernos: ambos eran artistas, luchadores sociales, líderes de opinión, visionarios que fueron capaces de crear su mito. He escuchado que el mito lo creó el Estado, no: ellos lo crearon. Así, tanto vale Frida como Diego”.