¿Futuro de la reproducción humana?
Los congresos científicos son muy útiles para conocer las tendencias actuales de la investigación en diferentes áreas del conocimiento. El miércoles pasado concluyó en Lyon, Francia, la reunión anual de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESRHE, por sus siglas en inglés). Se trata de uno de los encuentros científicos más importantes en estos campos, y en él se exponen los avances de proyectos que en su gran mayoría aún no han sido publicados. Las novedades que asoman son múltiples, pero me voy a referir solamente a algunas que llevan a imaginar escenarios futuros de la reproducción humana.
El profesor Takumi Takeuchi, de la Universidad Cornell de Nueva York, presentó un trabajo novedoso sobre la replicación del genoma (ácido desoxirribonucléico presente en el núcleo) de espermatozoides. Empleando un modelo experimental en ratones, inyectó un espermatozoide dentro de un óvulo previamente desprovisto de su núcleo. Al inducirse la división celular, se forma una masa de células primordiales, cada una de las cuales contiene solamente los cromosomas de la célula sexual inyectada. Con ello se logra la multiplicación, o clonación, de un solo genoma.
Takeuchi, quien forma parte del grupo que encabeza el célebre científico Gianpiero D. Palermo, fusionó luego estas células con óvulos normales, obteniendo embriones que contienen los cromosomas de ambos progenitores, los cuales, al ser implantados en el útero de hembras de la misma especie, dieron lugar al nacimiento de ratoncitos, lo que muestra que el genoma que fue replicado tiene capacidad funcional.
Desde luego, se trata de avances de investigaciones que se encuentran en etapas muy primarias y su eficiencia es sumamente baja. La justificación de Takeuchi y su grupo es que eventualmente este procedimiento puede ayudar a enfrentar algunos tipos de infertilidad masculina, en los que la cuenta de espermatozoides es muy baja y hay muy pocas células normales. Si en estos casos se seleccionara un solo espermatozoide normal, se tendría, mediante este procedimiento, una fuente inagotable de células masculinas con capacidad reproductiva.
Estos congresos han dado lugar a trabajos sorprendentes. El año pasado, en la reunión de la ESRHE, Irina Kerkis y sus colegas de la clínica Roger Abdelmassih, en Sao Paulo, Brasil, obtuvieron células de embriones (llamadas troncales) de ratones machos. Sus resultados muestran que estos elementos crecen en medios de cultivo artificiales, formando cúmulos celulares a los que se denomina cuerpos embrioides (embryoid bodies) por su similitud con los embriones producto de la fecundación. Al cultivarlos en presencia de una sustancia, en este caso el ácido retinoico, pueden diferenciarse y dar lugar simultáneamente a células sexuales femeninas y masculinas.
Los significados de esta observación son tremendos. Quiere decir que a partir de las células de un embrión macho pueden producirse tanto óvulos como espermatozoides (gametos). Se trataría de la expresión de una bisexualidad embrionaria que apunta hacia la posible participación de un sujeto en el proceso reproductivo, aportando gametos de uno u otro tipo, lo que permitiría una amplia capacidad reproductiva (que en términos de nuestra especie puede situarse en el campo de la diversidad sexual), e incluso ser el fundamento de una especie de hermafroditismo.
Desde luego que estamos a varias décadas de distancia para saber si estos estudios pueden tener algún significado o aplicación tangible en la reproducción humana. Se trata de resultados surgidos de la investigación animal que todavía deberán ser publicados y luego confirmados por otros autores. Pero los avances presentados en estos congresos al menos muestran la dirección en la que se desarrolla la curiosidad o interés de algunos grupos científicos en el mundo. No deberá sorprendernos en el futuro cercano enterarnos de nuevos avances en estas direcciones.
Pensando en sus posibles significados para la reproducción humana, además de las limitaciones señaladas, estos proyectos se enfrentan a importantes dilemas éticos… Pero a la curiosidad e imaginación humanas, ¿quién puede detenerlas?