Astillero
¡Y todo por culpa de Ye Gon!
¿EPR mata a chinogate?
Pretextos dorados
Puerta a más represión
La explosión de ductos petroleros en Guanajuato y Querétaro, y la posterior reivindicación que de esos hechos estaría haciendo el Ejército Popular Revolucionario (EPR), ha proveído al gobierno calderonista de una buscada oportunidad de desviar la atención pública de los cada vez más complicados asuntos del llamado chinogate y profundizar y expandir la estrategia de militarización del país, centrando los objetivos de combate castrense en la defensa preventiva de instalaciones petroleras eventualmente privatizables y en la estigmatización, persecución y castigo de la izquierda social, con el pretexto de un terrorismo que ya está bajo sospecha de confección o inducción oficial.
No se trata esta vez solamente de las tretas de salvamento elemental que Marta Sahagún y su esposo ponían en práctica cada vez que la copresidenta enfrentaba problemas de corrupción relacionados con su fundación tramposa o con sus hijos institucionalmente enriquecidos. Ahora se ha trazado una estrategia perversa que busca desviar la atención pública hacia territorios ajenos a la sinología seudoefedrina de campaña pero, además, trata de convertir a la izquierda social, en proceso de recuperación a un año del traumático fraude electoral, en un enemigo explícito: 14 millones de mexicanos votantes en 2006, o lo que quede de ellos, transmutados ¡al fin! en peligro para el México de Calderón.
El camino que ha abierto el calderonismo es altamente ominoso porque pretende continuar el ejemplo de las torres gemelas bushistas que sirvieron de pretexto para que la elite de la Casa Blanca instaurara un estado de excepción, justamente cuando más débil y apático aparecía George júnior. La mano dura del felipismo tiene ahora, en la declaración de guerra del EPR -genuina o adulterada-, las mejores condiciones para inyectar a la sociedad mexicana el virus del miedo a la política y las ideologías de izquierda y para intentar la consolidación de su proyecto autoritario que ya significa supresión de libertades civiles y ahora se organiza nuevos ''justificantes'' para subir de grado los niveles de represión.
El golpe de pie al acelerador de la maquinaria represiva se da cuando el escaso oficio político de la banda grupera denominada Los Pinos no da para más en el tema de las acusaciones de míster Ye Gon, en materia de financiamiento delictivo de la campaña presidencial panista y de otras formas de corrupción criminal de miembros del círculo íntimo del felipismo. Del otro lado, y pese a divisiones inducidas y errores internos, la resistencia a un gobierno que es considerado ilegítimo se mantiene y, a juzgar por lo dicho por López Obrador el pasado día primero en el Zócalo, ese movimiento estaría en vías de dar un paso cualitativo de protesta y organización más allá de la ''clase política corrupta'' (a la que sin duda pertenece un amplio segmento del Partido de la Revolución Democrática y de los partidos que forman el Frente Amplio Progresista) y con la vista puesta en la constitución de un fuerte ''movimiento ciudadano''.
Fuese auténtica, o producto de una infiltración o manipulación, la declaratoria de guerra del EPR hace daño al proceso de lucha contra una derecha que busca la violencia para tratar de justificar sus acciones. Si el mencionado Ejército Popular Revolucionario fuese en verdad el autor del comunicado en que habla de iniciar una ''campaña nacional de hostigamiento contra la oligarquía y el gobierno ilegítimo'', sería necesario que reconsiderara esa postura, puesto que a partir de ella habrá persecución y castigo a ciudadanos sin implicaciones con la violencia, cuyo único delito será participar en movimientos de izquierda o liberales. Una consecuencia inmediata se producirá en Oaxaca, donde el gobierno de Ulises Ruiz considerará ''patrióticamente'' convalidadas sus acciones represivas a la luz de lo que el EPR estaría haciendo en reacción al secuestro de dos militantes del mencionado grupo armado.
Tocar a Petróleos Mexicanos en estos momentos es, además, una forma de generar desasosiego social respecto del control estatal de esa industria. Una manera de dar tranquilidad a pobladores inquietos podría ser la apertura a capitales que con criterios de eficacia y modernidad sustituyan los esquemas corruptos y peligrosos de manejo burocrático. De atorarse en lo sustancial la propuesta fiscal del calderonismo -riesgo que en la residencia de Los Pinos ven cada vez con más viabilidad-, pronto estará sobre la mesa el gran negocio de la privatización en materia de energéticos.
Naturalmente -así va el guión- , el gobierno calderónico de inmediato ha aprovechado el momento inducido para anunciar firmeza en la defensa de los intereses patrios en peligro. Francisco Ramírez Acuña está en su ambiente propicio y Felipe Calderón tal vez esté buscando en su guardarropa alguna casaca militar de talla extra para hacer alguna aparición pública reconfortante de las conciencias angustiadas por las explosiones petroleras y guerrilleras (y el PAN capitalino, con Marinela Gómez del Bimbo al frente, promueve electrónicamente una campaña escandalosa contra las marchas: orden y buena conducta en las protestas, quiere la primera prima del país). La misma resolución de la Permanente, para crear una comisión legislativa que estudie el escándalo del decomiso de Las Lomas, y sus implicaciones en la constitución del poder presidencial actual, han quedado de lado, pues en lo inmediato, a partir de la oportunísima irrupción de un grupo guerrillero, el interés gubernamental se centra en desplazar del escenario mediático al chino indeseado y su abogado neoyorquino desalmado. ¿EPR matará mediáticamente a Ye Gon? ¡Guerrilleros amigos: ¿coopelan o cuello?!
Y mientras el Presidente LegaL convierte plazas públicas -como el Zócalo este lunes- para presentar ProMéxico, en una exposición itinerante de las Vallas Artes, ¡hasta mañana en esta columna con memoria histórica respecto de provocaciones y falsificaciones desde presuntos flancos izquierdistas radicales!
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