Desfiladero
Chinogate: ¿on tan lo dólales?
Ye Gon tensa las cuerdas al máximo
Caen ventas de Pemex y remesas
En duda, la viabilidad del sexenio
Ampliar la imagen El entramado del chinogate amenaza con ser más largo que la Muralla China Foto: Ap
Al interpretar el Desfiladero de la semana pasada ("En la PGJDF lo peor del salinismo"), un politólogo me dijo: "Marcelo Ebrard es un pragmático. Los abogados que están detrás del procurador (Rodolfo Félix Cárdenas) son unos penalistas muy fuertes, tan fuertes que si yo necesitara uno los contrataría. Pero Marcelo creyó que entregando el aparato de justicia a la derecha, (Los Pinos) lo iban a dejar gobernar, y mira, ya se quejó ayer: Felipe (Calderón) lo está 'bloqueando'".
Con estas palabras, el politólogo hundió la punta de una cucharita en la bola de una azucarera para endulzar su café, pero al probarlo escupió el buche maldiciendo con una idea instantánea entre las cejas: "¡Canderel! ¡Es la metáfora del momento: el Presidente no es Calderón, es Canderel!" Yo no sabía qué pensar. La alianza entre Ebrard e Ignacio Morales Lechuga, Antonio Lozano Gracia y Diego Fernández de Cevallos -que se selló con la excarcelación de Carlos Ahumada Kurtz- es un tema que no inquieta a los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, al menos a los que leyeron mi columna de hace ocho días, porque sólo recibí tres cartas de protesta.
Lógico, sonrió el politólogo. "A la gente ahorita lo que le interesa es el chinogate: coopelas o cuello", y soltó la carcajada después de repetir, como millones de mexicanos, la frase inmortal de Zhenli Ye Gon. Sin embargo, tras los estallidos de algunos ductos de Pemex en Guanajuato y Querétaro -en territorio no del Ejército Popular Revolucionario (EPR), sino de la ultraderecha panista, en particular de Vicente Fox, su señora esposa y Fernández de Cevallos-, y ante el obelisco de fuego de más de 70 metros de altura que el pasado martes a la una de la mañana empezó a iluminar el Bajío, esos millones de mexicanos dejaron de repetir coopelas o cuello, para pasarse una voz de alerta: "esto lo hicieron para que ya no digamos coopelas o cuello".
Generosa como es, de todos modos, la gente expresó que el EPR está en todo su derecho de hacer lo que hizo, si es que lo hizo, porque desde mayo venía exigiendo la presentación de dos de sus compañeros desaparecidos en Oaxaca, entidad en la que la democracia quedó abolida a balazos por el asesino serial que dice que gobierna aquellas tierras. Pero objetiva, además de generosa, la gente comprendió que al destruir infraestructura de Pemex, el EPR o quien haya sido favoreció más que perjudicar al "gobierno" de Felipe Canderel.
Las explosiones no sólo taparon con una efímera cortina de humo el chinogate sino que dieron alas al neofranquismo que desea imponer la noción de que las marchas, los bloqueos y las protestas sociales en general son acciones terroristas. Al mismo tiempo, los bombazos debilitaron más aún las instalaciones de Pemex -patrimonio de todos los mexicanos, no del "gobierno"-, abonando los intereses de las grandes empresas petroleras mundiales que ya formulan ofertas millonarias para comprar nuestras reservas estratégicas de hidrocarburos: no los yacimientos en explotación, que tienen, dicen, reservas nada más para nueve años, sino los yacimientos que Zedillo y Fox no exploraron, pero que allí están como regalo "sorpresa" para los extranjeros.
Pero los "atentados" le cayeron de perlas a la gente de Los Pinos, que en las primeras horas de esta semana puso en marcha una ofensiva contra Ye Gon para tratar de enterrar un problema del tamaño del Pico de Orizaba que definitivamente ya se le fue de las manos. Y es que en efecto, el pasado lunes, horas antes de los bombazos, el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, el que supuestamente amenazó a don Zhenli con las célebres palablas, viajó a Nueva York dizque para demandar al chinito, cuyo abogado en Washington había revirado ocho días atrás diciéndole: o negocias o cuello.
Y ahora, a juzgar por las noticias de ayer, esa negociación ya comenzó. México pide a Estados Unidos la extradición de Ye Gon, y con ese apretón de tuercas, que desde luego no dio el secretario del Trabajo porque eso no le corresponde, Lozano le dobló la apuesta a Zhenli, cuyo abogado, hasta el cierre de esta columna, no había retirado la amenaza de dar una conferencia de prensa el próximo miércoles para ofrecer "ocho pruebas", según esto, "irrefutables", que confirmarían la médula del chinogate, es decir, que el dinero confiscado a Ye Gon en Las Lomas era parte de los fondos secretos de la campaña de Felipe Canderel.
Ahora, millones de mexicanos se preguntan: ¿On tan lo dólales? Si esa fortuna era simplemente el botín de un narcotraficante, ¿por qué el "gobierno" mexicano la depositó en un banco de Estados Unidos? ¿Por qué aventó esos billetes al océano del dinero que circula a través del sistema de pagos del vecino país? Obviamente para que se mimetizaran, para que se perdieran los datos de su origen y procedencia, para que nadie pudiera ya conocer sus números de serie ni rastrear cómo entraron a México ni por dónde pasaron antes de llegar a la casa de Ye Gon. Eso, en todos los idiomas de este mundo, se llama lavar dinero, y el hecho de que nuestras "autoridades federales" hayan lavado 200 millones de dólares pone al desnudo los vínculos secretos que existen entre el crimen desorganizado (o sea, la gente de Los Pinos) y la mafia del contrabando que a lo largo del sexenio pasado inundó el país de mercancías orientales, un delito del que por acción o por omisión son igualmente responsables Vicente Fox y su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, como lo corrobora una nota publicada ayer en El Universal, según la cual "Hacienda tardó más de seis meses -de noviembre de 2005 a junio de 2006- en notificar a la aduana del puerto de Lázaro Cárdenas que Ye Gon y sus empresas eran investigados por presuntamente falsificar permisos para importar sustancias químicas".
El síntesis, el chinogate coloca al "gobierno" en una posición tan débil ante la comunidad internacional, que ahora WC, Aznar, Felipe González, Rodríguez Zapatero, la Unión Europea, Israel, Putin y desde luego China también podrán decirle: coopelas o cuello, pero la Casa Blanca en particular podrá tratar a Canderel como Bush padre trataba al general Manuel Antonio Noriega en Panamá.
De todo lo anterior se desprende que si efectivamente los ingresos de Pemex por exportación de crudo han caído 10 por ciento en este año, y si las remesas de los migrantes son muy inferiores con respecto al 2006 debido a la recesión que está entrando como huracán en Estados Unidos, la viabilidad económica del "gobierno" surgido del fraude es y será cada vez más dudosa. Con una crisis financiera en puerta, sin autoridad moral ante las potencias extranjeras, asediado por el repudio popular que no cesa y hundido hasta el cuello en el chinogate, pero lo peor de todo, sin experiencia ni talento para gobernar a nadie, ¿podrá Canderel acabar su sexenio o antes de ello acabará con el país? Pero la pregunta de hoy sigue siendo: ¿on tan lo dólales? Apenas ayer Luis Mancera, procurador fiscal de la Federación, declaró: "El papel billete físico, probablemente ya esté desperdigado alrededor de distintos lugares de la geografía mundial". ¿Ahora resulta que nunca salió del Banco de México?