Los ladrones viejos: Las leyendas del artegio se presentará en el festival de Locarno
Cinta narra la ética del submundo criminal del México de los años 60
La relación delincuente-autoridad no ha cambiado, señala el director Everardo González
Destaca la historia de El Carrizos, quien desvalijó las casas de Luis Echeverría y López Portillo
Ampliar la imagen Fotograma del documental donde aparece Efraín Alcaraz Montes de Oca, mejor conocido como El Carrizos
El enérgico documental Los ladrones viejos: Las leyendas del artegio, de Everardo González, participará en la Semana de la Crítica del Festival Internacional de Locarno, Suiza, a realizarse del 1º al 11 de agosto. En entrevista el cinedocumentalista refiere: “Es importante porque es la única selección fuerte de documentales que existe en un festival Clase A, ya que es muy difícil que este tipo de trabajos figuren en estos certámenes. Además sirve para debatir el estado mundial del documental y ampliar horizontes para hacerlos. En Locarno tendrá dos proyecciones: el 9 y el 10 de agosto. También participará en el 14 Festival Cinematográfico de Verano de la Filmoteca de la UNAM, aquí en México”.
Los ladrones viejos: Las leyendas del artegio, es la historia de una generación de ladrones que alcanzaron sus mayores éxitos en los 60; además retrata el submundo criminal de México de aquellos años, sus códigos de conducta y ética que los caracterizaron, las diversas categorías de delincuentes que poblaron las calles de la ciudad, de las alianzas con los mandos policiacos que les permitieron salir adelante, las traiciones que sufrieron y el precio que finalmente pagaron por ello. La historia de esta generación de ladrones es contada mediante el testimonio de media docena de ellos y de algunos de los agentes del Servicio Secreto que los persiguieron.
Salpicados por la corrupción
Everardo González piensa que su trabajo fue seleccionado en Locarno porque “en cualquier parte del mundo es atractiva una historia de policías y ladrones; además supongo que a los suizos, que están pegados a Italia, les ha tocado algo de la corrupción de ciudades como Nápoles… además de las características muy mexicanas que tiene este trabajo, como el empleo de criminales menores como instrumento político”.
En este trabajo Everardo González también hurga en el génesis delictivo de los ladrones; refiere: “La mayoría de ellos empezó desde niños, algunos fueron entrenados por otros ladrones experimentados o sirviendo como esquinas y trancas (vigías durante los hurtos), por lo cual poco a poco recibieron compensaciones y se fueron acostumbrando a la idea de que las cosas estaban ahí para quien las tomara. Algunos fueron cada vez más ambiciosos, otros se dedicaron siempre al hurto en pequeña escala. Algunos más provenían de familias o vecindades donde el delito no se veía con malos ojos, o eran incluso instruidos y capacitados desde niños en las mañas y trucos del carterismo, desde el dos de bastos hasta la más compleja cirugía. Los propios ladrones, de acuerdo con sus habilidades, su valor y su carácter, se clasificaban a sí mismos dentro de diversas categorías, según el objetivo, la escala de sus hurtos y el modus operandi empleado. A los que se dedicaban al robo de casa-habitación se le conoció como los artegios”.
El caso de El Carrizos
El documental sigue con especial atención a uno de los más exitosos y ambiciosos de todos: Efraín Alcaraz Montes de Oca, alias El Carrizos, conocido como El rey de los zorreros y cuya reputación entre los mandos policiacos hacía que sus repetidas aprehensiones causaran sensación. Llegó a ser un elemento tan relevante dentro del mundo criminal de su época que carreras enteras dentro de las corporaciones policiacas dependieron y se hicieron alrededor de los altibajos de su trayectoria delictiva. El Carrizos protagonizó, a principios de los años 70, el más célebre robo de su época: desvalijó la casa del presidente Luis Echeverría Alvarez, y más tarde hurtó la casa de José López Portillo, cuando también fungía como presidente de México, lo cual lo convirtió en una leyenda viviente entre sus colegas por su valor y su desfachatez, y porque supo capotear la tormenta en muchas ocasiones y relacionarse con aquellos mismos que estaban encargados de perseguirlo y atraparlo.
El cinedocumentalista menciona: “La parte atractiva de El Carrizos es que es una especie de antihéroe, en una película que habla de la conducta moral, hablar de cómo este personaje traspasó lo moralmente bueno al realizar estos robos a los ex presidentes, lo vemos como héroe, porque muchos mexicanos quisiéramos darle un arañazo a gente como Echeverría y López Portillo… finalmente habla de la doble moral que tenemos como sociedad: los policías, que se supone están para guardar el orden moral, y de políticos que dan la cara de lo moral a la sociedad y son los que sacan más ventaja del crimen mismo”.
González opina que “una cosa que me di cuenta es que la relación entre crimen y autoridad no ha cambiado nada. En la actualidad quien está delinquiendo siempre está protegido mientras le sea útil a algún poder político o policiaco o del que sea… hasta el ex gobernador Mario Villanueva es un ejemplo de esto. Lo que ha cambiado es lo que está detrás del crimen, se ha vuelto más sanguinario y sofisticado porque hay mucho más dinero detrás”.
Haciendo una comparación entre el código moral y ético de los criminales de antaño con los actuales, González opina: “ese sí ha cambiado, pero en la sociedad. Lo veo en la nota roja cuando lees las peripecias de El Güero Téllez y te vas de espaldas con la conducta ética con que se movía el viejo. En el orden del narcotráfico, cuando te enteras de cómo El Zorro de Finaga, capo de Sonora, se hizo tan poderoso a través de cacicazgos, y quién es el remitente más directo de lo que sería el narcotráfico en la actualidad, tenía un código moral y ético; como no tocar a la familia, cosa que ahora se ha perdido”.
Estreno comercial
El director del multigalardonado documental La canción del pulque, ganador del Ariel al mejor largometraje documental 2003 y mejor largometraje mexicano en la18 Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara, el mismo año, entre otros, dice que la simpatía que despiertan estos criminales en la pantalla “se debe a que los conocí a un nivel humano. Siempre hay detrás una justificación cuando uno conoce a las personas y no sólo etiquetados como criminales; entendí que todos somos capaces de realizar un acto delictivo si nos encontramos en una situación límite. Incluso a los agentes del Servicio Secreto, quienes siempre tuvieron detrás a alguien que los orillaba a operar de esa manera, o sea, el sistema político en México”.
Everardo González dijo que el futuro inmediato de Los viejos ladrones “estará en el Festival Cinematográfico de Verano de la Filmoteca, que arranca el 10 de agosto y estará durante seis semanas en la ciudad de México en diferentes cedes y luego su corrida itinerante por el interior; después será el estreno nacional, pues ya tengo algunas ofertas de distribuidoras para que se difunda comercialmente, pero aún no me convence ninguna. Además pienso proyectarla en algunos reclusorios de la ciudad y por último su lanzamiento en formato dvd, que ya está arreglado”.