A la mitad del foro
De autistas abajeños al yunque crepuscular
El único que se negó al lugar común y xenofóbico del "cuento chino", resultó funcionario de la República Popular China que supo implantar el método de "una soberanía, dos sistemas". Lo del señor Gon, diría dicho funcionario, es asunto de un mexicano, sucedido en México. Y Santiago Creel sigue en el limbo.
El uno por el otro y la casa sin barrer. Jorge G. Castañeda, el de the whole enchilada, se desvinculó del asunto de ese mexicano y sus negocios en México. Corresponde a la dirección de Población, al señor de Bucareli (que entonces era Creel), resolver sobre esos asuntos, y si el señor Gon aparece en primera fila y recibe sus papeles de manos de Vicente Fox, eso pudiera corresponder al protocolo y, por tanto, a Tlatelolco. Pero ya era canciller el dócil señor Derbez y el rebelde güero litigaba su derecho a ser candidato independiente a Presidente de la República. El mejor que nadie sabía que si llegó Fox, cualquiera podría. Es más, que ni falta hacía el titular del Poder Ejecutivo de la Unión.
Eso es bono democrático, no bilimbiques de los desechados cuando Luis Cabrera dijo: "La revolución es la revolución". Cosas de la democracia y los riesgos del desencanto que conlleva. Castañeda no pudo. Creel tampoco pudo. Lo que comprueba que la democracia es como el aguardiente de agave: "Para todo mal, mezcal; y para todo bien, también". Cinco sexenios de dictadura tan imperfecta que ni Echeverría, ni López Portillo, ni De la Madrid, ni Salinas, ni Zedillo fueron candidatos a puesto alguno de elección popular, antes de que el partido de la dictadura perfecta se arrojara al abismo tras los sueños democratizadores del doctorcito que sentó plaza de prócer y sigue al servicio de la potencia esquizoide que es democracia al interior, imperio al exterior.
Y ahí vamos, en lugar de otra vuelta de tuerca, otra vuelta a la noria. Visitó México José Luis Rodríguez Zapatero y el socialista presidente del gobierno español dialogó con el presidente Felipe Calderón, quien cuando conducía al PAN visitó Madrid como discípulo de Aznar el exiguo, a quien quiso emular en el afán de ubicarse en el centro de la topografía política, en los juegos de birlibirloque de la derecha en fuga al otro lado del espejo. Así es esto de las democracias, las relaciones entre pueblos y la diplomacia personal tan fructífera, aunque fuera creación del inefable doctor Kissinger. Así bautizada por el que se arrodilló al lado de Nixon ebrio, en las horas del delirio político para suplicar inútilmente ante el retrato de alguno de los padres de la patria.
En algo hay que distraer el ocio en este verano de nuestro descontento y las explosiones en instalaciones de Pemex, de la guerrilla pacientemente oculta tras desplegados de prensa, y declaraciones insensatas de quienes los ven y juran que son sombras para engañar bobos, que las balas que disparan no matan y que sus bombas no explotan. Aunque las llamas se alcen hasta las nubes del Bajío. Una nota positiva entre la humareda: el acuerdo laboral al que llegaron la dirección de Pemex y el sindicato. Jesús Reyes Heroles y Carlos Romero Deschamps, aunque la mención de esos nombres desquicie a los ultramontanos del yunque, y a una xenofobia que trasciende a la que afloró con el descubrimiento de los 205 millones de dólares en la mansión del señor Gon.
El precio del barril de crudo fue de más de 73 dólares esta semana. La mezcla mexicana, cuya integración desvela a los gobernadores de la Conago y despista a los ignaros que insisten en que a México le cuesta muy caro producir cada barril de crudo, se mantuvo arriba de 60 dólares. Valga por el debate fiscal que viene. El crudo sigue al alza. Hugo Chávez afirma que llegará a cien dólares por barril. Y se compromete a invertir 2 mil 500 millones de dólares en una refinería en Nicaragua. No ha de ser asunto filantrópico, como el de nuestros ricos que se quejaron ante el presidente Calderón por el impuesto empresarial propuesto que, dicen, les impedirá ganarse el cielo con la virtud de la caridad.
Venezuela, como nosotros, produce petróleos pesados. Tiene en Estados Unidos instalaciones con la tecnología necesaria para refinar ese crudo. Asociado o no con empresas yanquis, o alguna de las grandes que alguna vez fueron siete hermanas. El negocio de Estados Unidos son los negocios, dijo John Foster Dulles. Y muchos otros antes que él. Pero hay yunques que resuenan a hueco, como el del ceñudo señor Espino, líder del PAN que no se come y tampoco quiere reconocerse partido en el poder; y niega estar al servicio del gobierno, del Presidente de turno, aunque sea del PAN. Dice Manuel Espino que Hugo Chávez es un peligro, que los mexicanos no estamos dispuestos a aceptar ni una sola "idea del extranjero". Con que aceptara, o tuviera una idea propia, nacional, nativa, indígena o aborigen, iríamos de gane los mexicanos. Y el panista titular del Poder Ejecutivo de la Unión.
Del PRI nada digo, aunque Roberto Madrazo ganó un litigio post mortem, y el Ministerio Público indició a un funcionario del SAT por la presunta filtración de datos de las declaraciones fiscales de ingresos del hijo del huracán del sureste, que volvió a destiempo para indiciar a los autores de la traición que lo derrotó. Otrosí, su paisano Andrés Manuel López Obrador, autor del libro-entrevista en el que revela las maniobras de los conspirados, del complot por medio del cual, finalmente, "la mafia (le) robó la Presidencia". Ni la desmesura tropical aproxima, asemeja a este par de combatientes que el destino puso frente a frente cuando enloqueció la brújula y la izquierda no era izquierda, ni la revolución era revolución.
Todos al hoyo negro del centro inmarcesible. En estos días de estío, llegaron noticias del imperio. Arturo Sarukhán, embajador de México ante el gobierno de Estados Unidos, dijo allá de aquel lado que el gobierno de Vicente Fox se hizo mucho daño a sí mismo (más, digo yo, le hizo a la República y sus instituciones); que ofrecer mapas a los emigrantes que pasaban la frontera fue una tontería; que la pretensión de intervenir en el proceso legislativo del Capitolio resultó punto menos que una burrada. Este adjetivo es de mi cosecha; el resto son del embajador Sarukhán, a quien debemos agradecer la reivindicación del oficio diplomático y el valor de asumir la responsabilidad propia, la del gobierno al que se sirve: mal podría pontificar al norte, dijo, no podría exigir acá el respeto a los derechos de los mexicanos, si no somos capaces de dar trato digno y respetar los derechos de los que cruzan nuestra frontera sur y se internan en México.
Habrá quien diga que ese no es lenguaje diplomático. Como hay quienes rechazan ideas del extranjero. O quienes se sorprenden porque el jefe de Gobierno del Distrito Federal recibió al jefe de gobierno español y le ofreció las llaves de la ciudad. Unas de cal por los sexenios que van de arena.
En Oaxaca insisten en impedir la Guelaguetza. Y hay tontos útiles en la república federal de poderes separados que piden sea defenestrado Ulises Ruiz, quepan o no quepan esas cartucheras en el cañón de la ley, haya o no Constitución General y un Senado de la República.
Mal acabó José Vasconcelos, el Ulises Criollo, que cedió a la vanidad y escribió La Flama. Vale la pena leerlo, aunque se corra el riesgo de topar con esas ideas y de tener alguna propia.