Hay que adaptar conceptos a las nuevas necesidades, afirma red de la Unesco
Forzoso, modificar las normas para el manejo de las reservas de la biosfera
En febrero del año próximo se llevará a cabo un congreso mundial para evaluar acciones
El cambio climático global y las transformaciones que el hombre provoca en el suelo son los principales peligros que enfrentan las 540 reservas de la biosfera existentes en 102 países, las cuales comprenden 10 por ciento de la superficie mundial y son muestra significativa de los ecosistemas del planeta. Estas corren el riesgo de quedar aisladas y desaparecer a largo plazo si no se hacen modificaciones en su manejo, advierte Sergio Guevara, presidente de la Red de Comités Nacionales y Reservas de la Biosfera de Iberoamérica, perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El responsable de la red, que incluye a España, Portugal, América Latina y es parte de la Red Mundial, explica en entrevista que dichas reservas son fruto de importantes acuerdos internacionales para la protección de la biodiversidad mundial, que están por encima de otros pactos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Detalla que la actual estrategia tiene de vida 30 años y México fue pionero, ya que las dos primeras reservas latinoamericanas son Mapimí -desierto que está entre Chihuahua, Coahuila y Durango- y La Machilía -área de la Sierra Madre ubicada entre Zacatecas y Durango.
Sostiene que para adaptar el concepto de reserva de la biosfera a las nuevas necesidades de conservación y desarrollo sustentable, en febrero del año próximo se llevará a cabo el tercer Congreso Mundial de Reservas de la Biosfera.
"Estas han demostrado ser el mejor lugar para resolver los conflictos que se generan por la explotación de los recursos naturales. Tienen un área núcleo, que es el santuario y la zona más conservada. Después está una de amortiguamiento, donde se pueden realizar trabajos y desarrollo sustentable, y luego está la denominada de influencia. Todo influye en las prácticas de conservación y desarrollo en grandes áreas", señala.
Explica que en el congreso mencionado se buscará que las reservas, en lugar de conservar el núcleo de biodiversidad y construir una barrera a su alrededor, se empiecen a abrir para que influencien los territorios cercanos. "La mejor defensa de la biodiversidad es el ataque. Tienen que invadir las zonas aledañas con su biodiversidad, transmitiéndola mediante corredores, la actividad de la gente y de científicos, y enfrentar esa creciente intervención".
Advierte: "la posibilidad de que las reservas queden aisladas es algo que preocupa mucho. Algunas ya están muy marginadas, y alrededor están ocurriendo cambios en los ecosistemas. Queremos ver la posibilidad de unirlas mediante corredores biológicos o sistemas en archipiélago, para que queden junto a áreas que, aunque no han sido decretadas, están protegidas".
Con el cambio climático, indica, se pueden dar modificaciones en la altitud, "lo cual implica el desplazamiento de las reservas, que se vayan hacia arriba, a las montañas, o más abajo. Habrá inundaciones por el desbordamiento de ríos, y sabemos que también en las costas las reservas de la biosfera se tendrán que mover tierra adentro. Además, estamos considerando cómo va a cambiar la riqueza de especies en cada núcleo. Ello implica que salgamos a ver qué pasa y empezar a mover los límites de éstas hacia otros lados.
"Sí, hablamos de uno de los retos más grandes de conservación. Los cambios climático y ecológico global, producidos por la explotación del territorio, son los grandes desafíos."
A la pregunta de qué tanto éxito han tenido las reservas de la biosfera, indica: "hemos logrado conservar bien las áreas núcleo. Hay mucha investigación, que ha ayudado a reforzar la conservación y a mejorar la teoría ecológica y la biología de la conservación. Sabemos que si las mantenemos así no las vamos a sostener en el largo plazo, porque el medio es muy agresivo. Hasta ahora han funcionado, pero no podemos darnos el lujo de no hacer nada y permitir que las cosas sigan sucediendo sin buscar un cambio".
Detalla que las reservas son muestra significativa de la biodiversidad en el planeta, pero no son representativas de toda. "Siempre hay algo fuera". Concentran, dice, entre 55 y 60 por ciento de los ecosistemas, pero advierte que ese modelo de conservación "no llegará a más de 15 por ciento del territorio mundial. Difícilmente tendríamos 20 por ciento. Las reservas quieren voltear la cara al 80 por ciento que está fuera, no basta decir ya está algo conservado y que se hagan bolas; ahí también hay biodiversidad, porque algunos sistemas no están tan deteriorados y han mantenido la diversidad".
Respecto de México, afirma que actualmente, con 37 reservas, ocupa el cuarto lugar en número de áreas protegidas. El primero lo ocupa Estados Unidos, seguido de Rusia y España. En torno de los sistemas de trabajo, considera que el brasileño es muy participativo, pues se abre a la comunidad, y el ruso tiene mayor intervención del gobierno.
Destaca que la idea de que en las zonas naturales protegidas no debía haber habitantes es algo que se hizo de lado hace tiempo por las acciones del denominado movimiento mexicano, el cual planteó que los pobladores estaban en esos territorios antes de que fueran reservas. "No se aceptan reservas vacías. A México le han rechazado propuestas, porque no hay población dentro", explicó.
Considera que México crea reservas muy grandes, como Calakmul, en el sureste, y el Vizcaíno, en Baja California Sur. Anuncia: "estamos cerca de hacer reservas binacionales, con Belice y Guatemala, en las zonas mayas. En este caso serían Calakmul y Montes Azules. Sería como un archipiélago que cruzará el Usumacinta".