¿La fiesta en paz?
Que viva ¿quién?
En la corrida celebrada en Tijuana el domingo 22 de julio en la plaza monumental de Las Playas, que aún no es demolida para convertirla en centro comercial o fraccionamiento, como hace unas semanas lo fue El Toreo de esa ciudad, ocurrió algo casi insólito.
Alejandro Amaya, diestro tijuanense -30 años y en octubre ya 6 de haber tomado la alternativa española más lujosa que torero mexicano haya soñado en décadas recientes: Ponce de padrino, El Juli de testigo y toros de Jandilla, en la plaza de Jaén-, decidió hacer propaganda en favor del candidato priísta a la gubernatura de Baja California, Jorge Hank Rhon, y en su segundo toro sacó una muleta que en el anverso lucía en letras blancas la frase "Viva Hank".
Testigos oculares me cuentan que la rechifla del público se escuchó hasta Toluca, de donde es originario don Jorge. Lo que ya no me supieron precisar es si el abucheo se debió a la pobre presencia del anovillado toro de Fernando de la Mora, al demagogo arrimón que se pegó Amaya ante esa fiera, a que la esposa de Hank es también la mamá del torero o a la voluntariosa campaña política del candidato del PRI, del Verde Ecologista y de alguna ficción más.
Y es que el ingeniero Hank se saltó a la torera, ahora a velocidad de hipódromo y galgódromo juntos, la anulación de su candidatura por parte del Tribunal Electoral del estado de Baja California, ya que violaba claramente el artículo 42 de la constitución local, que prohíbe a un funcionario electo dejar inconcluso su cargo para buscar otra candidatura, y don Jorge tenía sólo dos años como edil de Tijuana cuando fue llamado por las fuerzas vivas a seguir sirviendo a la patria, pero ahora como gobernador. Bondades de nuestra democracia.
Sin embargo, el pasado 6 de julio el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con la autoridad moral que lo caracteriza, anuló el veredicto del Tribunal Estatal y restituyó a Hank Rhon como candidato a gobernador de Baja California. Más bondades, pero ahora de Coladerón.
Así, la acción de Amaya pudo ser agradecida pero no original, porque ya en 1924 Juan Silveti Mañón, apodado El Tigre de Guanajuato, Juan sin miedo, El hombre del mechón, El hombre de la regadera, El Belmonte mexicano y El Meco, figura del toreo que junto con Rodolfo Gaona y Luis Freg supo hacerse de la afición española, pintó con letras amarillas en su muleta la frase "Viva Calles", desplegándola en cuanta plaza del país actuaba, incluida El Toreo, en apoyo a la candidatura presidencial del sonorense.
Minero, soldado raso, trabajador en el rastro de Guanajuato, charro, gallero, jugador de cartas, bebedor, capitán villista y general en Colombia, donde también fue ídolo de los ruedos, este Juan fue sobre todo un torero personalísimo y de enorme personalidad, amante, entre otras, de la bella Celia Montalbán, y dueño de una tauromaquia de manos bajas con la muleta que no ha sido suficientemente valorada. Así que como diría el pinchador, ya no se hagan bolas: ¡Viva Juan Silveti!