Ascenso entre olor a fritangas
Mérida, Yuc., 1º de agosto. ''¡Pásale, mamita, pásale! ¿Una torta, un tamalito, un refresquito? ¡Es gratis!''
Con esa promesa cientos de personas de escasos recursos llegaron a la plaza principal de esta capital y, hambrientas, degustaron antojitos yucatecos. El único precio: aclamar a la nueva gobernadora, la priísta Ivonne Ortega Pacheco.
El zócalo de Mérida, la llamada Plaza Grande, se convirtió en una gigantesca cocina popular donde el olor a tamales recién horneados y a la inconfundible salsa de chile habanero se esparció cientos de metros. No faltó el baile, amenizado por grupos musicales que, ya entrada la tarde, mantenían a la gente en ritmo.
Desde la mañana llegaron las mujeres y algunos varones para preparar los tradicionales antojitos yucatecos. En sólo unos minutos la comida estaba en su punto. Nada más faltaban los comensales, que pronto empezarían a llegar.
Una vez que camiones y taxis completaron sus rutas con el ''pasaje político'' llevado desde comunidades indígenas a Mérida, las calles que desembocan en el palacio de gobierno se llenaron de gente que hacía fila para recibir un plato de comida y un refresco.
Los asistentes también recibieron un banderín para apoyar a la mandataria. La instrucción era agitar la banderola y exclamar todo tipo de muestras de apoyo a la segunda gobernadora de Yucatán (la primera, Dulce María Sauri Riancho, llegó al cargo como interina), y la sexta en ocupar una gubernatura en México.
Contrario a las expectativas, la plaza no se llenó. Según la policía, hubo alrededor de 3 mil personas pendientes del relevo.
Parte de la gente se arremolinó a las puertas del palacio de gobierno para entrar ''hombro con hombro'' con Ortega Pacheco, como lo prometió en campaña la gobernadora constitucional. Mientras, en el zócalo emeritense la celebración consistió en tener asegurada una comida.