Recibió la escritora el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, en Caracas
Los vagones de AL recorren lares fantásticos y desolados: Poniatowska
Se convirtió en la segunda mujer en ser distinguida con ese importante reconocimiento
En El tren pasa primero, su obra galardonada, rinde tributo a los ferrocarrileros mexicanos
Ampliar la imagen Elena Poniatowska, escritora y colaboradora de La Jornada, anoche en Caracas, al recibir el Premio Rómulo Gallegos, de manos de Jorge Rodríguez, vicepresidente de la República Bolivariana de Venezuela Foto: Ap
Caracas, 2 de agosto. La periodista y escritora mexicana Elena Poniatowska recibió hoy en Caracas el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, versión 15, por su novela El tren pasa primero, en la cual rememora una huelga de ferrocarrileros de los años 50 en México.
En la sede del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), la autora de Hasta no verte Jesús mío recibió una medalla que la acredita como ganadora, un diploma y el premio en metálico de 100 mil dólares, de manos del vicepresidente Jorge Rodríguez y el ministro de Cultura, Francisco Sesto.
Poniatowska se convirtió en la segunda mujer galardonada con uno de los máximos premios literarios de Latinoamérica en 40 años, además de ser la cuarta mexicana premiada, después de Carlos Fuentes, Fernando del Paso y Angeles Mastretta.
En su discurso, la escritora hizo gala de oficio periodístico, trayendo a la memoria las entrevistas que le hizo a Rómulo Gallegos cuando éste estuvo exiliado en México, a finales de los años 50 (texto publicado ayer y hoy en estas páginas).
Creación desde la soledad
Poniatowska celebró el hecho de que el autor de Doña Bárbara hubiera sido en 1905 jefe de la estación del Ferrocarril Central de Venezuela, dato que figura en una edición de su máxima obra. Dijo que para ella fue un ''gran gusto'', porque la novela ganadora del premio ''rinde tributo a los ferrocarrileros mexicanos.
''El tren está ligado al destino de México, pero también al de Venezuela y al de nuestros países latinoamericanos. Las vías del tren, los rieles, son nuestros paralelos y nuestros meridianos. Cubren la gran llanura de América Latina, como antes la marcaron las pequeñas huellas de los pies en los códices prehispánicos'', dijo.
Recordó la primera entrevista que tuvo con Gallegos en 1958, indicando que su primera impresión fue estar ante un hombre ''huraño, hosco'', que perdió su aspereza cuando le comentó que se parecía a un profesor regañón de su liceo.
La galardonada trajo a la memoria fragmentos de sus entrevistas con Gallegos, muerto en 1969, en el que el tema de conversación oscilaba entre su obra y sus aspiraciones políticas, ya que había sido presidente en 1948 por corto tiempo antes de ser derrocado por un golpe militar.
Además, destacó los hábitos del escritor a la hora de sentarse a crear, cuando debía estar completamente solo, inclusive lejos de su mujer Teotiste Arocha, quien se convirtió en el ''filtro'' literario de Gallegos.
También comentó la lucha entre la modernidad y barbarie que se plantea en Doña Bárbara, obra ambientada en la dura lucha del llano venezolano, en la tierra abierta indómita y salvaje, que a la vez es un paisaje común en América Latina.
''Por mucho que parezca el hombre civilizado, estamos abocados a la violencia, al atropello que se paga con el atropello, esta es la ley de la sabana. Si después de la conquista, Martí, Bolívar, Sucre, hablaron de la necesidad de unirnos, las guerras fronterizas por salidas al mar o por territorios nos minaron. No supimos querernos'', dijo Poniatowska en su discurso.
Asimismo, resaltó la unificación que Europa ha hecho de sus fronteras y con aspectos como la moneda. Entonces se preguntó: ''¿Por qué no hacer lo mismo con nuestros países de América Latina que comparten economía, costumbres, religión, gustos, el mismo rencor a Estados Unidos, el mismo idioma?'' Agregó que en lugar de ser una fuerza ''centrífuga, América Latina es separatista, donde cada quien gira por su lado''.
Poniatowska señaló que ''tal parece que no fuéramos dueños de nuestro destino y no pudiéramos decidir (...) Sólo podemos decidir irnos a Estados Unidos a pesar de la crueldad de nuestras circustancias, que siempre serán menos que las del hambre en nuestro propio país''.
Racismo en la región
''América Latina -prosiguió Poniatowska- es racista en contra de sí misma. Si el indio y el mestizo no se respetan a sí mismos, tampoco el país va a respetarse.
''Si uno no se respeta a sí mismo, ¿cómo puede esperar un trato de respeto del vecino?'', dijo la activista de izquierda.
Señaló que pese a las dificultades de América Latina, sus países viajan en el mismo tren, que es uno de ''muchos vagones que atraviesa paisajes fantásticos, paisajes a veces desolados''.
En esta versión del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, El tren pasa primero y Poniatowska compitieron nada menos que con el mexicano Jorge Volpi y No será la tierra, así como con el venezolano Alberto Barrera Tyszka y La enfermedad.
Los finalistas de la versión 15 del prestigioso galardón fueron todos mexicanos: Elena Poniatowska superó en la meta a Gonzalo Celorio (Tres lindas cubanas), Martín Solares (Los minutos negros) y David Toscana (El ejército iluminado).