Presentaron La terca memoria, el libro más reciente del periodista
Julio Scherer vuelve a tres emociones: traición, amor y abandono, dijo Lydia Cacho
Muchos han dicho que el periodismo mexicano no podría entenderse sin la existencia de Julio Scherer, yo diría al revés: don Julio no se entiende si no se entiende el periodismo mexicano, dijo la periodista y activista social Lydia Cacho durante la presentación del libro más reciente del fundador de la revista Proceso, titulado La terca memoria.
Miércoles por la noche en Casa Lamm, los admiradores de Scherer, quien fiel a su costumbre no asistió, y de las presentadoras -Cacho, Carmen Aristegui y Anabel Hernández- llegaron desde las 18 horas y ocuparon todas las sillas colocadas en el jardín. La presentación estaba programada para las 19:30 horas. El comienzo fue puntual.
Reportear los recuerdos
Subrayó Lydia Cacho, autora de Los demonios del Edén, que en La terca memoria, Julio Scherer regresa a tres emociones: la traición, el amor y el abandono; y muestra sus heridas abiertas como sólo lo hacen los amigos del alma. ''Me identifico con él cuando habla de las y los cobardes y engreídos reporteros que como cobradores de saldos piden su chayo a toda voz, la vergüenza que nosotros vivimos en provincia, sin que los colegas se sientan aludidos por su capacidad para prostituirse y acto seguido abanderar la libertad de prensa".
Los periodistas en ciernes, añadió, deberían leer este libro para entender ''a lo que nos enfrentamos cuando hacemos periodismo en México".
Este nuevo libro, publicado por Grijalbo, es un acercamiento a las memorias de Julio Scherer y es resultado de la ''misión imposible que se planteó: reportear sus recuerdos", señaló Carmen Aristegui.
''Frente a esa dualidad de mostrarle a sus lectores evocaciones y recuerdos, estaba también su necesidad imperiosa de documentar, de presentar información que le sirviera al lector para ensanchar su entendimiento" acerca de los personajes y situaciones que dan forma al volumen.
Nos descubre no sólo al periodista, añadió, sino al ser humano; decidió cambiar la perspectiva y hablar desde el yo y, sobre todo, ''decidió tocar sus propias llagas y mostrar a ese México del cual formó parte en muchos sentidos".