Familiares y amigos dieron el adiós al cineasta italiano, el último de los grandes
Antonioni fue sepultado en Ferrara
Ampliar la imagen El cineasta Win Wenders y Enrica Fico, viuda de Michelangelo Antonioni hacen una guardia de honor durante el funeral realizado en la Catedral de San Giorgio, en Ferrara Foto: Ap
Ferrara, Italia, 2 de agosto. Con una ceremonia sobria, marcada por cantos fúnebres y recuerdos, fue despedido este jueves, en la basílica de San Giorgio, en Ferrara, su ciudad natal, el realizador Michelangelo Antonioni, el último de la estirpe de los grandes maestros que dieron fama y prestigio al cine italiano.
En la elegante y antigua iglesia de su infancia se congregaron unas quinientas personas, entre ellas un grupo de amigos íntimos, familiares y gente común para dar el último adiós a Antonioni, quien falleció el lunes en Roma a los 94 años.
"Ahora está más allá de las nubes, donde puede volver a hablar", comentó al término de la ceremonia con consternada inspiración poética el director de cine alemán, Win Wenders, quien fue su amigo y coautor de uno de sus últimos filmes Más allá de las nubes, realizado en 1995, cuando el maestro estaba enfermo y había perdido el uso del habla.
Más que actores y gente de la farándula, asistieron sus amigos, entre ellos el guionista y poeta Tonino Guerra y el historiador del cine, Aldo Tassone.
"Su cuerpo expuesto aquí me transmite serenidad. Michelangelo terminó como siempre quiso, entre la neblina de Ferrara, su ciudad", sostiene Guerra, quien trazó ante los asistentes un recuerdo de la aguda personalidad del cineasta, icono de la introspección, cuya mirada moderna transformó el cine. "Eran maravillosas sus discusiones y sus gestos democráticos", recuerda Guerra.
En primera fila, frente al ataúd de madera clara con una cruz fina dorada, rodeado de pocas coronas de flores, se encontraba su esposa Enrica Fico, su compañera por 35 años, y su sobrina Elisabetta, a la que el cineasta había pedido el año pasado que lo enterrara en el cementerio de Ferrara, al lado de la tumba de sus padres.
Nadie lloraba, nadie dejó ver la emoción, sólo el respeto y la admiración dominaron la ceremonia, celebrada por el padre Massimo Manservisi, un sacerdote apasionado de cine y a su vez director, quien elogió la visión abierta a los interrogantes y curiosa de Antonioni.
"Como Nicodemo (líder de los fariseos que defendió a Cristo, N. de la R.), Michelangelo era atento a las señales, diseccionaba el ser humano, sus ojos eran como los de un pintor flamenco", dice el religioso.
Frente a las autoridades locales y regionales, la vicealcalde de la ciudad, Rita Tagliati, que decretó una jornada de luto, anunció que el museo de Antonioni, abierto desde 1995 por el mismo maestro, será completamente remodelado para alojar más obras y filmes.
Pese a haber militado en las filas del otrora Partido Comunista Italiano, el "intelectual del cine" y "mago de la luz", como lo han calificado, quiso que le celebraran un tradicional funeral católico.
"Una vez le preguntaron a Antonioni en una entrevista si creía en Dios y respondió: sí, algunas veces, de noche", contó el sacerdote, quien resaltó la capacidad del artista de superar la enfermedad que lo mantuvo paralizado y sin habla por 22 años tras un derrame cerebral.
Una larga fila de personas, muchas de ellas ancianas, desfiló frente al ataúd cerrado y despidió con un largo aplauso a este gigante del cine que fue enterrado con la misma discreción y elegancia con la que vivió.
"Vinimos muchas veces con Michelangelo a Ferrara, por el río Po y venir a Ferrara era un viaje a la luz, a la luz de siempre. Buscaba siempre esa luz, su ciudad, por ello descansará aquí", comentó su viuda.