Plaza Pública, espacio común
La tarea de hacer periodismo libre es encomiable en una sociedad tan acostumbrada a la manipulación de la información, al sometimiento directo o a la simple autocensura para sobrevivir; de aquí la importancia de reconocer y apoyar los reducidos espacios plurales que existen, si queremos avanzar en la vida democrática de nuestro país. Tal es el caso de la columna Plaza Pública, creada por Miguel Angel Granados Chapa hace 30 años. Da gusto observar los múltiples reconocimientos públicos que ha recibido; imaginamos que las felicitaciones privadas deben ser también incontables.
A menudo escuchamos "¿Cómo podrá Granados Chapa escribir a diario con tanta información, profundidad y detalle una columna que da cobertura a temas tan diversos, y todavía dedicarse a otras actividades?" La pregunta admitiría seguramente diversas respuestas: un equipo de apoyo integrado por eficientes colaboradores, un archivo gigantesco de datos y una gran red de contactos tejida durante muchos años, además de la capacidad del autor para construir análisis objetivos y comunicarlos de manera escrita u oral, con un excelente manejo del lenguaje, del cual solemos aprender todos los días.
Cuando escuchamos en Radio UNAM Plaza Pública, la calidad de su contenido se hace más evidente al contrastarla con comunicadores de otras estaciones que exhiben sus limitaciones e intereses manipulando la información y presentando interpretaciones dolosas que llegan a ser incluso grotescas.
El abanico de temas desarrollados en Plaza Pública es muy amplio: incluye desde asuntos políticos estructurales, hasta historias personales que en nuestros tiempos son esenciales para refrescar nuestra memoria, en particular, de aquellos personajes que han apostado al olvido para intentar nuevamente sorprendernos. Si bien el tema político constituye una preocupación central de Plaza Pública, también, siempre, hay lugar para el reclamo social. La lucha de los trabajadores en la defensa de su dignidad, del valor de su esfuerzo o por la democratización de sus gremios ha encontrado en esta columna periodística o espacio radiofónico un aliado natural; se acude al mismo con la convicción de ser escuchado sin prejuicios. No reproduce en sus columnas las quejas, enriquece los hechos narrados a través de la investigación, acopio de datos y escrutinio personal pretendiendo ser lo más objetivo posible, escuchando actores con diferentes puntos de vista, para enriquecer el análisis.
El ser abogado como profesión original permite a Granados Chapa construir textos de alta complejidad técnica con sencillez; en este sentido, nos vienen a la mente muchos casos relacionados con el mundo del trabajo, tales como la reforma laboral, los intentos de registro sindical fallidos, la violencia en los recuentos, temas tan difíciles de describir como la controversia jurídica respecto a la competencia en el reconocimiento legal de los sindicatos nacionales de industria o el conflicto colectivo de naturaleza económica planteado por la empresa Mexicana de Aviación contra el gremio de sobrecargos. El conflicto de los trabajadores mineros, que hoy son objeto de una represalia por parte del grupo Minera México, en coordinación con el gobierno, ha sido motivo de un seguimiento puntual.
El periodista no se limita a describir el acontecer cotidiano, ni las declaraciones de los personajes o lideres de opinión, también desdobla su labor a la gente común, tiene la capacidad de voltear hacia abajo; muchos historias, agravios y denuncias han encontrado eco en su espacio. Esta capacidad deriva, sin duda, de una calidad humana que debería ser inseparable en todo buen periodista. Sus andanzas en la academia, en la acción política directa en su estado natal y su destacada participación en el Instituto Federal Electoral, sin duda enriquecen su quehacer.
Otras columnas han dado cuenta cabal de su larga historia periodística, pero quizá el rasgo más destacado, más allá de su inteligencia y método de trabajo, es su evidente integridad personal, que genera gran simpatía popular. Esta condición personal se refleja en su autonomía de pensamiento, al no someterse a grupos de poder, lo que seguramente genera molestia en personajes, sectores o partidos que le reclaman fidelidad alegando afinidad ideológica o política. Pensar y escribir libremente es todo un reto; pisar callos puede ser incómodo y riesgoso, sobre todo cuando se hace con valentía y congruencia.
Aprovechemos esta celebración para fortalecer la acción ciudadana alrededor de los espacios periodísticos que sobreviven a contracorriente. En una sociedad llena de carencias, con escasa memoria histórica y con tantos grupos e instituciones reproductores de una cultura política corporativa, debemos hacer causa común con los periodistas y espacios que están del lado de la gente.