Deploran artesanos ''la falta de sensibilidad de las autoridades''
La piratería y la competencia desleal avasallan la artesanía
El arte popular figura entre las manifestaciones más relevantes de la cultura mexicana, sin embargo, la copia ilícita de artesanías complica su producción y promoción. Los creadores más afectados son los que se dedican a la cerámica, los textiles, las guitarras y los juguetes de madera
Ampliar la imagen Artesana de la zona arqueológica maya de Chichén Itzá, Yucatán, donde persisten discrepancias entre vendedores y autoridades Foto: Luis Boffil
Ampliar la imagen Una de las mujeres alfareras de Tlalcíhuatl (izquierda), durante el vaciado en moldes. Foto: Rita Reséndiz
Ampliar la imagen Un niño crea artesanías de bambú, en el ejido Villa del Mar, en Jalisco Foto: CNCA
Ampliar la imagen Elaboración de un plato en el taller Talavera de la Reina, en la capital del estado de Puebla Foto: Fabiola Palapa
En los años recientes, los artesanos mexicanos han dejado de ser diseñadores, productores y vendedores de sus productos. La apertura comercial los ha desplazado, privilegiando la competencia desleal.
Las autoridades no los apoyan, ''porque no tienen la sensibilidad de distinguir a un artesano de un revendedor de copias ilícitas", afirman muchos maestros del arte popular, quienes deben enfrentar con sus propios recursos la piratería.
Los productores más afectados por este problema son quienes se dedican a la creación de cerámica, textiles, guitarras (de Paracho, Michoacán) y juguetes de madera.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la reproducción ilícita de artesanías es un problema mundial que en la actualidad afecta tanto a países desarrollados como a los que están en vías de desarrollo.
''La piratería es la parte negativa de la globalización por la invasión de productos de todas partes del mundo, lo cual hace complicado proteger el trabajo artesanal de una comunidad", asegura el jefe de la División de Artes e Iniciativas Culturales de la UNESCO, Indrasen Vencatachellum, quien visitó el país para ofrecer una charla en torno a la artesanía como industria cultural.
Creaciones hechas a mano
Por su parte, Rita Reséndiz Casas, integrante de la cooperativa Mujeres Artesanas de Tláhuac, reitera que quienes se dedican a ese oficio han pasado ''a tercer plano, por la competencia desleal de los productos de los chinos, que son piezas muy baratas y tienen mucho mercado.
''A nosotras nos ha disminuido la venta y no podemos dar el mismo precio porque nuestra artesanía está elaborada a mano, no es industrial como la que hacen ellos."
Abunda: ''No tenemos apoyo de las autoridades para la venta, porque no tienen la sensibilidad para distinguir entre un revendedor de artesanía hecha por chinos. Esto tiene que ver con el rescate de nuestra cultura y la de nuestros antepasados. Nosotras decoramos las piezas con grecas prehispánicas y no queremos que se pierda esa tradición.
''Pero las autoridades no saben distinguir, no tienen esa sensibilidad para ver que nosotras transformamos la materia prima y no podemos poner al mismo nivel nuestras piezas que los que van al Centro de la ciudad compran y revenden."
Vencatachellum reconoce que ''es difícil distinguir los originales de las copias. Para proteger un producto es indispensable seguir unas normas como el derecho del autor, pero en varios países la artesanía es el resultado de una transmisión de técnicas, diseños y motivos que pertenecen a una comunidad. Ese es el problema: es muy complicado proteger a un grupo porque el derecho es personal".
El especialista sostiene que para empezar a distinguir productos que son pirata de las auténticas artesanías, la UNESCO creó el sello de excelencia como garantía de calidad con el nombre del creador, que certifica que realmente es de su invención.
''Un jurado internacional con expertos en diversos sectores de la antropología, de la historia del arte, del mercado, diseñadores y representantes de instituciones de promoción del artesano, examinan el producto de acuerdo con una serie de criterios que incluye la técnica, la referencia cultural, el uso de materia prima que no afecte el medio ambiente, que se realice con las reglas de responsabilidad social y así tendrá la posibilidad de acceder a un mercado fuera de la comunidad", explica Vencatachellum.
El diseño, ¿una amenaza?
La Organización Mundial para la Protección Intelectual (OMPI) -agrega Indrasen Vencatachellum- ha empezado a trabajar en este sector con la UNESCO para adaptar la legislación del derecho del autor a este tipo de creación colectiva o comunitaria.
Para el funcionario también es importante sensibilizar a los responsables de las aduanas sobre el problema de la piratería con talleres en los cuales se explique que la artesanía es un tesoro nacional que debe verificarse y controlarse con mucha atención.
''México es demasiado rico en artesanías de tradición muy antigua, pero deben decidir entre seguir con un comercio nacional o abrir otro tipo de mercado que requiere de adaptaciones sutiles para mejorar la técnica, el uso de colores y la utilidad del producto, simplemente para tener acceso a un público diferente y más amplio", señala Vencatachellum.
Para competir en un mercado creciente existen diversas opiniones en torno a la artesanía tradicional y la intervención del diseño para darle un enfoque innovador a los productos.
El especialista considera que esta situación ha generado un debate entre artesanos y diseñadores, ya que al trabajar juntos se puede mejorar la elección de materiales alternativos y tecnologías apropiadas.
Sin embargo, algunos consideran la intervención del diseño como una amenaza que degrada el papel del artesano al de mero productor subordinado a la influencia del diseñador.
Al respecto, Ventacachellum dice que los diseñadores son la conexión entre el artesano y el producto que se comercializará a nivel mundial, pero serán los involucrados en la artesanía quienes decidan adaptarse a las fuerzas del mercado con la intervención apropiada del diseño.
''La estrategia debe ser esencialmente nacional, es una cuestión interesante y la pregunta es qué hacemos, artesanía para un museo, una comunidad o para el mercado; ese es el gran debate entre cultura y comercio.
''En la UNESCO no hay contradicción entre los dos ya que si respetamos los criterios de calidad y autenticidad de una tradición, el artesano queda como un creador, como un artista y no debería tener problema hacer este tipo de transición y de cambio."
A decir del experto, la separación entre arte y artesanía ha sido un poco artificial porque no corresponde a criterios de creatividad, de técnica de realización y de calidad del trabajo de la obra: ''Aún tenemos el criterio del tiempo que necesita una obra artesanal y comparar con un pintor u otro artista, no son cosas que se hacen de manera mecánica ni en grandes cantidades porque son actividades que requieren tiempo".
Enriquecimiento de procesos
El diseñador Germán Montalvo, quien desde 1993 trabaja en el Taller de Talavera de la Reyna, en Puebla, opina que el diseño artesanal sirve para que las sociedades se puedan renovar, pues al trabajar artesanos con diseñadores se enriquecen los procesos artesanales.
''Los artesanos conocen la educación visual que han tenido los diseñadores y es ahí donde los conocedores de la materia prima ofrecen al diseñador las diferentes posibilidades de complementar el proyecto. En este diálogo, lo más importante es que el maestro del arte popular aprende nuevas formas sintetizadas que obedecen más al mundo contemporáneo para lograr piezas diferentes.
''A la hora de ver uno la pieza, lo disfruta el diseñador y reconoce que 90 por ciento del trabajo está hecho por el artesano. Si hoy día este país no entiende que debe ser atrevido desde sus orígenes seguiremos retrasados. Debemos entrarle al lenguaje de las nuevas formas."
El diseñador se ha convertido en un intermediario entre el artesano rural y el cliente urbano. El artesano ya no es el diseñador, productor y vendedor al mismo tiempo, como lo fue en el pasado. La situación ha cambiado drásticamente y ahora el artesano no está en contacto directo y personal con la mayor parte de los usuarios.
Las Mujeres Artesanas de Tláhuac aseguraron que sus ventas han disminuido considerablemente y en varias ocasiones han pensado en cerrar su taller, sin embargo se han mantenido desde 1985.
''Nuestra artesanía no podemos venderla al mismo precio que la china, pues la hacemos con barro de alta temperatura decorado a mano y nos tardamos en alrededor de tres semanas."
Creadores vs revendedores
La artesana Rita Reséndiz explica que ''para ofrecer nuestras piezas buscamos espacios en ferias, pero ahí también se da una lucha tremenda por adquirir los módulos que no son tan baratos; siempre hay gente dedicada a revender productos que no hacen y ganan buenos espacios.
''Acaba de pasar la Feria Regional de Tláhuac, y de regional no tuvo nada, porque no hubo ni medio metro para las artesanas, pero sí enormes espacios para las cosas chinas, los discos, la cerveza, y esto es un problema. No pudimos vender nuestra artesanía porque no tenemos el apoyo de las autoridades que no tienen la sensibilidad de distinguir entre un revendedor."
Reséndiz señala que después de dos años, en el Fondo Nacional para el Fomento a las Artesanías aceptaron vender sus creaciones.
En esa institución, explica, ''tienen muchos prejuicios de que si eres del Distrito Federal, cómo eres artesano; dicen que artesanos los de Oaxaca o Michoacán, como somos de aquí, pues no. Además no se toman la molestia de ver lo que hacemos".
Genoveva Pérez Pascual, artesana de la comunidad de San Ildefonso Tultepec, Querétaro, expresó que la artesanía es muy mal pagada y necesitan que los apoyen con un espacio para vender sus productos, ya que si van a la capital de ese estado no pueden ofrecer sus muñecas y la vestimenta tradicional de la región, porque los inspectores se las quitan.
''Sólo vendemos en el municipio y son pocos los turistas que llegan aquí; para ir a la ciudad de Querétaro hacemos dos horas y media, nos afecta que no tenemos espacios, vendemos en un corredor que se llama artesanal en el jardín de Amealco, donde abrimos y cerramos carritos, pero si llueve debemos cerrar rápido, y no hay un lugar para mostrar las cosas."
Si bien existe la iniciativa del Registro de Marca Colectiva ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI), el tema de la copia ilícita de los productos artesanales de México continuará en el debate mientras no se reconozcan los derechos colectivos de los pueblos indígenas y se adopten medidas eficaces para proteger la creatividad de los artesanos.
Desafortunadamente, la artesanía es considerada en México parte de la economía informal, al no contarse con datos sobre su capacidad productiva o la cantidad las divisas que puede reportar al país.