Usted está aquí: lunes 6 de agosto de 2007 Espectáculos Animo desbordado en el concierto para apoyar al blusero José Cruz

El músico, sus maestros y alumnos ofrecen recital de 5 horas en la sala Ollin Yoliztli

Animo desbordado en el concierto para apoyar al blusero José Cruz

Los que tenemos esclerosis no podemos caminar, ahora volamos, dice el cantante

ARTURO CRUZ BARCENAS

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Ampliar la imagen La hija del músico, María José, participó en la presentación del sábado pasado, donde el blusero tocó la armónica La hija del músico, María José, participó en la presentación del sábado pasado, donde el blusero tocó la armónica Foto: Francisco Olvera

El pasado sábado, el aforo de la Sala Ollin Yoliztli fue insuficiente para dar cabida a un público anhelante de oír buena música, en el programa organizado para recabar fondos para el blusero José Cruz, quien lucha contra la esclerosis múltiple, que se le detectó en 2005, ya que los medicamentos que requiere son muy costosos.

Fueron cinco horas de rock, Rhythm and blues, fusión, blues, con ritmos para soñar o para palmear y aplaudir a quien no se da por vencido, quien sabe que el que se mueve está vivo.

A las seis de la tarde se tuvieron que cerrar las puertas por las intenciones de algunos que no llevaban boleto. Ante la amenaza de portazo se incrementó la seguridad y ya nadie pudo entrar. Una pareja proveniente de Guadalajara imploraba que le permitieran el acceso, porque ya iba a entrar Follaje. Un grupo numeroso se dirigió a la parte de atrás de la Ollin para tratar de entrar. Ya se oían las rolas de Tere Estrada y eso los desesperaba más.

Por fin, a eso de las siete pudieron llegar a la sala... pero no todos; es decir, faltaban los de atrás.

El grupo Los Bluserables subió la tónica. Orgullosos, estos integrantes del Taller de Blues de José Cruz se fueron entre aplausos. Nina Galindo despertó mucho más el ánimo.

Desesperación por entrar

Afuera, los que aún no podían ingresar exigían que saliera José Cruz. "Está enfermo", les dijo un agente de seguridad. "¡Todos nos vamos a morir!", le contestó un tipo. Follaje dio una muestra del buen nivel del blues mexicano. Siguieron otros dos integrantes del taller josecrucista: Oswaldo González Monreal y Gabriela Freixas, quienes interpretaron Volver a empezar. Gabriela dijo: "Este es un ritual del blues; José, estamos contigo". Cerraron con un blues dedicado al Distrito Federal.

Briseño pidió que dejaran entrar a los de afuera, para aumentar el buen ánimo. Así fue y un río de gente se sentó en paz en las escaleras o donde pudo. Y a aplaudir y cantar.

Jaime López, en la guitarra, y Montserrat Revá, en las percusiones, tocaron sus tres piezas. López cumplió, pues sólo presentó y cantó tres, pero muy largas. Nadie le dijo de la brevedad. "La noche es un garage con doble fondo... De noche no quiero paz; prefiero la batalla". Dijo que José Cruz "nos ha dejado mucho. José Cruz es José Blues", expresó.

Paco Barrios, El Mastuerzo, con más de 25 años de experiencia en la escena, ex Botellita de Jerez, se afirmó como amigo desde hace muchos años de José Cruz, líder "del mejor grupo de blues en México: Real de Catorce". Se lanzó con una de Los Nakos: El jipi. Cedió su tercera y última a León Chávez Texeiro, el cual se reventó la que definió como "un panfleto": La huelga, esa de los dos obreros, uno traidor y otro coherente y con conciencia de clase, valiente. "Soy un colado aquí. Este Mastuerzo está completamente loco el cabrón".

Carlos Popis Tovar y su Ensamble siguieron con cantos tradicionales con raíces del blues, en una ceremonia para atraer las buenas vibras.

A escena

Lo que siguió provocó hasta lágrimas. En su silla de ruedas entró José Cruz al escenario, con una mano a la altura del corazón. Chamarra de piel oscura, con estoperoles, cual debe, y pantalones de mezclilla ídem. Un largo aplauso lo recibió.

José dejó su bastón y con esfuerzo se sentó en un banco. "¡Sí se puede!", le gritó una mujer entre el público. "¡Venga, Pepe!". Este respondió: "Gran amor y respeto; les doy la bienvenida desde el desierto de Real de Catorce a todos ustedes. Gracias a todos los que vinieron de muchas partes. ¡Luz en la sala! ¡Vamos a empezar!"

Tomó su guitarra. La esclerosis tiene un objetivo agresivo: quiere dejar quieto a quien la padece. José la vence. Se escucharon unos arpegios. ¡Blues! Palmas. Sacó juventud de su pasado. Leyó las letras en el atril. ¿Cuánto fuego hay en José? "¡Hay José para rato, cabrones!", se escuchó.

José estaba emocionado. Palpitaron los corazones. No fue una noche para pusilánimes ni para abyectos. Se escuchó Jeny, Contra ley, Dorina y Abel. Qué trabajo para acomodar la guitarra en la base, ¡carajo! Tiró con la punta de su bota una botella de agua. Le pidieron que cantara La medicina. Respondió que ya se la había tomado. Agradeció a la red de apoyo que lleva su nombre por la solidaridad, por la amistad, por no olvidarlo.

Cantó Mujer liviana y al tocar la armónica causó algarabía. Con ese instrumento es poderoso. Llamó a su hija María José para que lo acompañara en los coros. Cicatrices (Mi piel). Llamó a un asistente para que le acercara el aire. "Vamos a seguir". "Los que tenemos esclerosis ya no podemos caminar, ahora volamos".

Comentó que su mujer se fue cuando se enteró de que padecía esclerosis. Le compuso un bolero.

Su hija cantó Vaso de ginebra. El interpretó una rola nueva: Tres segundos. Para finalizar cantó Sostente de pie, que a estas alturas de la vida es más que un presagio. Subieron todos los músicos para despedirse, a las 22:45. Un largo aplauso inundó la sala. Habrá otro concierto, para ayudar a José, en septiembre. Cruz es el blues y se despide con "¡corazón, alma, fuego!" Hoy, la esclerosis múltiple no pudo con José.

 
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