Las caricaturas me hacen llorar
Son verdaderamente sorprendentes algunos de los efectos que ha tenido el episodio protagonizado por el empresario chino Zhenli Ye Gon y el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa. Como salieron a relucir, además de cantidades muy importantes de dinero, varias toneladas de seudoefedrina -sustancia que se emplea en la producción de antigripales y de manera ilegal en la síntesis de metanfetaminas-, las autoridades sanitarias de México han decidido que retirando de las instituciones de salud las medicinas que contienen ese componente copelan con la lucha contra el narcotráfico, lo que resulta algo completamente absurdo... una caricatura.
Afectado por un mal previsible después de unas vacaciones en Puerto Escondido, Oaxaca, fui hace poco a la farmacia del Superama que está cerca de mi casa, pero como no me acordaba en ese momento del nombre del fármaco que requería pedí a la encargada el libro que contiene los nombres de los medicamentos, principios activos y prescripciones: el vademécum. Amablemente me dijo que por instrucciones de la gerencia ya no se permitía a los clientes revisar ese volumen. Quedé sorprendido, pues el objetivo de la prohibición es evitar que la gente se entere de qué compuestos contienen seudoefedrina. O sea, me convertí en sospechoso, pues en lugar de querer eliminar un dolor de estómago, la señorita pensó que tal vez quería darme un pasón.
Parece una broma, pero hoy en México cualquier cosa, por absurda que parezca, es posible. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), por ejemplo, anunció el jueves que retiraba de su cuadro básico de medicamentos todos aquellos que contienen seudoefedrina, de tal manera que los derechohabientes ya no pueden obtenerla en las farmacias de esa institución. Dos semanas antes, la Secretaría de Salud (Ssa) había reclasificado las medicinas que contienen ese principio activo de "libre venta" a "controladas".
Entre los argumentos de tan caricaturesca decisión, destacan los siguientes: "se cambió la fórmula de (sic) los medicamentos antigripales, remplazando la pseudoefedrina (sic) por fenilefrina, que resulta igualmente efectiva" -no sé por qué al leer esto en el comunicado de la Ssa, evoqué la voz del Pato Donald. Más adelante el texto señala: "Estas acciones contribuyen a evitar el desvío de dicha sustancia para la fabricación de metanfetaminas, en colaboración con las políticas consensuadas con la Procuraduría General de la República". Es decir, se reconoce que se trata de una acción contra el narcotráfico, que de ninguna manera hubiera ocurrido sin el episodio entre Ye Gon y el panismo. Esta decisión se tomó también de manera "consensuada" (palabra horrible de uso extendido en los medios políticos), con la industria farmacéutica, que será finalmente la mayor beneficiada.
Pero, un momento. Una cosa es restringir o controlar la distribución de un medicamento y otra es eliminarlo del cuadro básico. Pensemos en un derechohabiente del IMSS que llega a la consulta con el médico, estornudando, con los ojos llorosos y escurrimiento de la nariz. El doctor toma el recetario de la institución y juzga conveniente prescribir un medicamento con seudoefedrina. Pero desde el jueves, al llegar a la farmacia del IMSS, le dicen al enfermo que no hay, que está prohibida, pues consideran que es un potencial narcotraficante o adicto que llegará a su casa, donde tiene instalado un laboratorio clandestino, para convertir un desenfriol en metanfetamina. ¡Por favor! El paciente tendrá que ir a una farmacia privada, la cual, mediante otra receta médica, pues ahora se trata de un producto controlado, como el diazepam o el prozac, la podrá adquirir, mediante una módica suma... Las caricaturas son también un negocio.
Del IMSS no me sorprende nada, pues su director, a pesar de ser una persona inteligente, no sabe nada de medicina, se mueve no por criterios médicos o racionales, sino por ideologías o siguiendo las instrucciones de sus superiores. Su única meta es eliminar el sistema de pensiones. Para eso está ahí. Entonces, en este caso, no le importan los razonamientos clínicos; él nada más copela.
La seudoefedrina no es una droga que deba ser proscrita. Su capacidad para atravesar la barrera hematoencefálica (es decir, para llegar al cerebro) es mínima. Su utilización para producir metanfetaminas debe combatirse en las aduanas o en el mercado negro, no en las instituciones de salud, donde se le da una utilización médica. Estamos ante una caricatura: la criminalización de la gripe.
Deshacerse de herramientas farmacológicas es una tontería. No es cierto que la fenilefrina, la budesonida o la metasona sean remplazos equivalentes para la seudoefedrina. Hay que tomar en cuenta a cada paciente, su estado funcional, los efectos adversos, las interacciones con otros medicamentos... En síntesis nuestro sistema de salud está para llorar.