Su propuesta de trabajo surgió tras la crisis albiceleste de 1994
Pekerman, el forjador de cracks
Rechazó dirigir equipos en Argentina por continuar su labor con jóvenes
Ampliar la imagen Pekerman llegó esta temporada a la dirección técnica del Toluca Foto: Notimex
Metepec. Justo cuando el futbol de Argentina vivía su peor crisis, cuando la albiceleste salía por la puerta trasera del Mundial Estados Unidos 1994, en medio del escándalo por el dopaje de Diego Armando Maradona, emergió la figura de José Néstor Pekerman.
Hasta entonces había sido un jugador de escaso brillo, mediocampista y a los 28 años orillado al retiro por una lesión. Su capital eran dos años de la carrera de medicina, cursos de director técnico que apenas le merecieron oportunidades en clubes como Chacarita Juniors y Argentinos Juniors, pero sobre todo una situación apremiante que lo llevó a pasar una breve etapa como taxista.
"Desde que era futbolista me gustó aprender permanentemente. En la cancha fui un gran observador, por eso enseguida me decidí por la enseñanza. Aprendí de muchos entrenadores y siempre seguí puntual el proceso del futbol internacional. Elegí el balompié porque es mi pasión", sostuvo.
Su voz es un susurro, habla quedo, pero con fervor. Basta la menor pregunta para hacerlo desempolvar los recuerdos.
Un golpe de timón
"Tras el evento en Estados Unidos Argentina entró en una crisis muy grande, futbolística y disciplinaria. Recibimos suspensiones muy severas de FIFA porque no hubo buen comportamiento. Entonces Julio Grondona, titular de la Asociación del Futbol Argentino dio un golpe de timón y convocó a la presentación de proyectos.
"Yo no tenía un gran nombre en esa época, contaba con el trabajo realizado en Argentinos Juniors y una etapa en Chile, con el Colo-Colo, no obstante, se decidieron por mi proyecto. Ahí fue donde demostré que teníamos que ir por otro camino. Me parecía que Argentina tenía buenos futbolistas, pero estábamos equivocados en la formación. Pedí me tuvieran confianza.
"Trabajamos mucho en la organización de todo el país. La liga de Rosario, Córdoba, Santa Fe, el norte, el sur, fue un plan nacional, salieron futbolistas de lugares increíbles que jugaron a nivel internacional antes que en los propios clubes profesionales. Hicimos debutar a Pablo Aimar, a Sixto Peralta, Aldo Ducher, Javier Mascherano...
"Hubo notas periodísticas en contra, se burlaban, decían que en los clubes estaban los jugadores, 'hay que llamarlos y basta'. En cambio, nosotros veíamos claro que con ese sistema ni se formaba ni se ganaba. Pretendíamos demostrar que éste era el proyecto. Hoy en día todo eso que hizo la selección lo hacen los clubes."
En Argentina lo etiquetan de "muy modesto", de tener "bajo perfil", pero su trayectoria lo revela como un hombre de convicciones. "Cuando empiezo un proyecto no lo abandono. Estuve 10 años en Argentinos Juniors, entre 1982 y 92, fue el ciclo más exitoso del equipo donde tuve a Fernando Redondo, Claudio Borghi, Diego Cagna, Cristian Traverso, hasta terminar con Riquelme, Cambiasso... ¡cantidad de futbolistas!
"Estuve en la parte formativa, pero aunque la gente no sepa, siempre trabajé con el primer equipo, pues la única manera de formar con eficacia es trabajar al lado de los profesionales. Es el camino para hacer saber a los jóvenes hacia dónde les estamos conduciendo.
"¿Cuál es la división, dónde se termina esa separación de juvenil a profesional? ¿Quién lo sabe? ¡Quien está con los profesionales! Es como el profesor de medicina en la universidad, pero quizá la mejor escuela es la sala de operaciones", explicó.
Pekerman aclaró que en ocasiones dirigió al primer equipo del Argentinos Juniors, "por una cuestión institucional, cuando un entrenador interino salía, lo relevé provisionalmente. A veces hay técnicos de fuerzas básicas que pueden dirigir con mucha capacidad los primeros equipos, pero yo no quería salir nunca de mi proyecto y volvía con los jóvenes.
"Me ofrecieron a River, Boca, Independiente, San Lorenzo, Racing, Estudiantes de La Plata, Vélez Sarsfield, Rosario Central... si quiere le nombro a todos, porque todos en algún momento me ofrecieron dirigir al primer equipo. Pero yo no iba a dejar a la selección juvenil. Siempre fui fiel a los proyectos".
-¿Le apasiona trabajar con jóvenes?
-Realmente me gustan las dos cosas. El futbol es uno solo para mí. Lo que hay que saber bien son las diferencias y dar bien los pasos con los jugadores. El entrenador creo yo que debe tener la visión de las dos cosas. Muchas veces se frustran grandes proyectos juveniles porque el entrenador del primer equipo tiene el ojo solamente para los profesionales y a veces no sabe lo difícil que es orientar a los jóvenes.
-Enrique Meza ha descubierto a varios talentos, dice que reconoce al buen jugador desde su forma de caminar...
-Seguramente es así. Son dones que tienen los entrenadores, algunos más que otros, hay que tener también mucha pasión para saber observar eso, y mucho conocimiento. No cualquiera lo puede hacer. Hay detalles de cómo camina el futbolista, cómo se para, en algún movimiento uno puede vislumbrar a un futuro gran jugador.
"Pero tampoco se enseña eso, no es cosa de ir a la universidad o a la escuela de entrenadores para desarrollar esa virtud. Hay mucho de intuición y de cómo se prepara uno.
"Después hay otra fase muy importante, el desarrollo de los programas para que crezcan. Es decir, con esa intuición y ese descubrimiento no alcanza. Creo fervientemente en el desarrollo, nadie nace solamente con habilidades, hay que pulirlas, trabajar mucho, deben cumplirse las etapas adecuadas.
"Ahí hay muchas discusiones porque varios técnicos creen que se pueden saltar etapas, que da lo mismo un joven en una categoría que en otra, da lo mismo que juegue en una posición u otra. Pienso, sí, hay cosas universales, gestos técnicos, habilidades, pero después hay un programa para desarrollar cualidades, que si se respetan se puede mejorar mucho.
-¿Usted no cree en el jugador polifuncional?
-Sí creo si lo sabe hacer bien, pero es difícil. El futbol requiere de especialistas. Primero reclama un conocimiento general, del movimiento de un equipo, de posiciones. Sin embargo, es mejor que sepa algo bien hecho a muchas cosas regular.
El sueño de Riquelme
-Siempre se cobra aprecio por un alumno en especial, ¿cuál de ellos es su obra predilecta, casi un hijo?
-Cuando tienes a tu cargo jóvenes, te haces como un segundo padre, se produce esa relación de respeto y de mutua aceptación, se puede fijar una relación excelente. El maestro quiere que sus alumnos lleguen a conseguir sus sueños y uno se hace parte de ese sueño.
"Veía a Riquelme a los 14, 15 años y ya soñaba con él, que lo iba a ver en los grandes escenarios, en mundiales, en Real Madrid o Barcelona, en la selección argentina. Entonces era un niño más, pero yo volaba hacia delante, imaginaba que iba a pasar eso.
"De alguna manera uno se lo va transmitiendo y el jugador va creyendo en el sueño. Es muy importante estimularlos para que crean que pueden lograrlo. El que llega es debido a su trabajo, los talentosos se aplican como cualquier otro, nadie les regala nada.
"Cuando ellos triunfan yo obtengo algo impagable. No tiene precio. Es una satisfacción enorme porque recuerdas los momentos vividos. Y si miramos el lado negativo, el precio de la fama es muy alto, cuesta porque se exige mucho y la gente en general no imagina los sacrificios. Pocos llegan y luego hay que tener mucha preparación para sostenerse en la fama".