Patricio Rivas habla de su ''novela ensayada'' que publica Ediciones Era
Traza ex militante una cartografía de la lucha revolucionaria en Chile
''Sumar fuerzas es el arte de la democracia'', dice a La Jornada quien fue dirigente del MIR
No asumir su diversidad es un error de la izquierda ''a escalas mundial, regional y nacional''
Cómo es que muchos revolucionarios pueden, sin claudicar, resistir a las penurias de la clandestinidad, la persecución, el miedo, la reclusión, el infinito dolor a causa de la tortura y hasta soportar la conciencia de una muerte siempre cercana; cómo es que, en esas condiciones que les impone su decisión de ser luchadores sociales, logran mantener y alimentar sueños, convicciones, amistades, amor por los otros, utopías.
La novela histórica o novela-ensayo político Chile, un largo septiembre (Ediciones Era), de Patricio Rivas, ex dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), es una rica fuente de reflexiones y de búsqueda de respuestas para esas y otras interrogantes.
En ese texto, Rivas (1953), sociólogo y doctor en filosofía de la historia, se decidió con acierto por el relato y la autobiografía, por las acciones y las emociones, para alejarse un poco del rigor académico y poder reflejar en su ''cartografía" asuntos más amplios pero escurridizos, como la nostalgia generacional o la ''poética de la vida".
Ese mapeo refleja, además de la trascendencia de la lucha del MIR y de otras organizaciones, la compleja trama de posiciones ideológicas, políticas, morales y humanas puestas en juego en el Chile de antes, durante y después de la presidencia socialista de Salvador Allende (1970-73) y de la dictadura del general golpista Augusto Pinochet (1973-1990).
Ahora, ya pasada la clandestinidad, el miedo, el valor extremo, la tortura, el dolor, el exilio, la primera juventud, su salida del MIR tras una gran escisión y su distanciamiento de la política institucional desde 1992, el ex guerrillero chileno habla en una ruidosa cafetería de Chimalistac, zona que conoce bien porque, en sus errancias, estuvo en diversas ocasiones en México, y plantea una reflexión global:
''Si el gran aporte de la izquierda fue mejorar el mundo del siglo XX, una de sus grandes debilidades fue el conflicto interno, la división. En los procesos sociales y humanos quien divide, resta, y quien resta, pierde. El arte de la democracia es el de sumar fuerzas. Y ese arte implica que tú aceptes esa diversidad y esas diferencias."
Las enanas diferencias
Patricio Rivas, hoy dedicado a la vida académica, abunda y dice que, si se hiciera un balance de la izquierda mundial durante el siglo XX, se descubriría que sus contribuciones están instaladas de distintas maneras: en términos de la dignidad, de los derechos humanos, de la democracia, de la participación, de la asamblea social.
''Pero en ese balance se descubrirá también que uno de los grandes errores de la izquierda mundial, latinoamericana y chilena ha sido el no saber asumir su propia diversidad, el no aceptar las opiniones del otro en el contexto de una determinación democrática. Y esa diversidad, cuando es asediada por una obsesión purista, lleva a la división."
Pasado el tiempo, agrega, todo lo que les parecían las ''grandes diferencias" entre él y sus jóvenes compañeros del MIR y con otras organizaciones, hoy son las ''enanas diferencias" que quedaron en el transcurso de la historia.
''Y lo que trasciende de esto es la sensación de que siempre, en el fondo, luchamos porque se produjera el máximo cambio con el mínimo de sufrimiento, y no el máximo sufrimiento con el mínimo de cambio. Ese es un tema central y remite a una ética de la acción política."
De hecho, Rivas considera que la decisión de Chile de recuperar la democracia se dio por la construcción, con mucho esfuerzo y dificultad, de un consenso, el cual se logró al ponerlo por encima de las diferencias.
''Y es que una izquierda que piensa mirándose el ombligo y que cree que ella es el fin de su propia existencia, ha olvidado a las personas de a pie, que son la inmensa mayoría y constituyen el sentido último de toda acción política libertaria, de toda acción que recupere el sentido de la palabra 'humanismo' o la anchura y la espesura de la palabra 'dignidad'."
Hoy, comparte, la izquierda chilena está viviendo un largo periodo de redefinición que le exigirá reactualizar la agenda social y libertaria del siglo XXI. ''Pero si ese proceso no se engancha o articula con lo que está ocurriendo en el mundo, con las grandes dinámicas de transformación de la izquierda mundial, será muy lento y difícil".
Por su parte, continúa, la sociedad chilena en general recuperó la democracia después de mucho sufrimiento, pero la democracia también requiere reactualizar su propio planteamiento y anchura. La sociedad ya está en ese proceso, pero es a largo plazo, indica, y comenta, de manera más concreta, sobre el gobierno actual de su país:
''El gobierno de la presidenta Michelle Bachelet fue un salto enorme adelante, porque instaló a una mujer que luchó, igual que nosotros, por la democracia. Y además, porque es mujer, pero esto entendido no como un feminismo simplón, sino como un planteamiento de la centralidad de lo femenino en la acción política de Estado, lo cual abre nuevas posibilidades y sensibilidades en un plano difícil: el complejo mundo del machismo."
Reconstruir el azar de la vida
Acerca de la emergencia de diversos gobiernos de izquierda en países de América Latina, Patricio Rivas comenta que se abre en el contexto de un ciclo de reconstrucción, pero que todavía falta un proceso largo para que la mayoría de esos gobiernos logre transformaciones irreversibles.
''Estamos saliendo de la larga noche de los pasados 30 años, pero aún falta. Estamos en un mundo 10 veces más complejo que el que nos tocó vivir a nosotros. Aquí el gran dilema no es la guerra fría, sino la estabilidad y la paz internacional. Ese es el desafío moral y político que se debe tener en la cabeza". El autor del libro Chile, un largo septiembre retoma las razones que lo condujeron a escribir un relato y no un ensayo:
''Cuando se tiene el desafío de recuperar una memoria tantas veces olvidada y maltratada, se te convierte en un imperativo categórico tratar de recuperar e interpretar las demás voces, y no sólo la tuya, aunque ésta tiene sentido en la medida en que refleja la historia de muchos.
''Y ese esfuerzo me fue llevando del ensayo clásico a lo que podría llamarse un ensayo novelado, aunque yo prefiero llamarlo una novela ensayada. Era el único género que me permitía jugar en muchos niveles del relato y del tiempo."
Rivas tenía que ser capaz de re-crear el ámbito sicoexistencial de los actores. ''La única manera de que el texto no resultara acartonadamente político, era que los actores aparecieran con todas sus complejidades: frente a la represión, la tortura, la traición y, sobre todo, frente al amor por la vida, frente a la capacidad de recuperarse una y otra vez, cuantas veces fuera necesario, para seguir luchando por la democracia".
La construcción de la democracia, explica el ex guerrillero chileno, es un proceso que no acaba en las instituciones ni en las acciones colectivas, aunque éstas sean su esencia, sino también en la vía individual.
''Vivir en democracia no es sólo vivir en un sistema democrático, sino poder reconstruir el azar de la existencia y el plan de tu propia vida tantas veces como tú quieras. Y eso es lo que ocurrió en los mil días del gobierno de Salvador Allende, cuando la aventura se hizo posible y la utopía bajó a la tierra.
''Y al producirse esa originalidad histórica, uno saca una fuerza insospechada de la acción colectiva y del concepto de participación democrática. Y cuando ese proceso está cruzado por la posibilidad de la transformación, las personas, los grupos y las sociedades se hacen más inteligentes, originales y, esencialmente, más creativos."
Todo eso marcó su época, dice, y concluye: ''La mayoría de los de mi generación no se arrepienten de nada, ¿qué otra cosa iban a hacer?"