Después de su estancia en Monterrey, Gilles Lipovetsky vendrá a la UNAM y al Colmex
“Justicia, libertad e igualdad son ideales heridos por la mundialización”
Crece el número de personas no especializadas que buscan respuestas en la filosofía, indica
La moda y lo superficial merecen una interrogación porque traducen cosas, señala el pensador
Ampliar la imagen “La acción de comprar es como una pequeña fiesta que rompe la angustia de la rutina y combate la fosilización de la existencia”, sostiene Gilles Lipovetsky, quien ha profundizado en el estudio del individualismo de la persona en las sociedades modernas y occidentales. En la imagen, el filósofo francés el pasado miércoles durante la charla que sostuvo con universitarios en la ciudad de Monterrey Foto: Mex-Press
Monterrey, NL, 17 de agosto. “La filosofía, mi filosofía, puede ser parte del espectáculo, pero no tanto; creo más bien que responde a deseos, a demandas que antes no existían, expresa Gilles Lipovetsky, uno de los pensadores actuales más importantes en el mundo.
“Es nuevo el fenómeno –indica en entrevista con La Jornada– de atraer el interés, tal vez superficial, de un gran número de personas hacia la filosofía. Hasta los años 70 y 80, ésta era un hecho de especialistas y se asociaba con algo serio, difícil y que sólo interesa a un pequeño número de personas, pero ahora es diferente y eso se puede constatar con los números de ventas en las librerías: hay obras de divulgación o de pedagogía de la filosofía que se venden por miles y que las compran personas que no son filósofos y que están interesados en aprender qué es”.
De visita en esta ciudad para dictar varias conferencias y dialogar con estudiantes de doctorado de su especialidad, Lipovetsky se percibe lúcido, agudo e incansable.
Intérprete de la realidad
Nacido en 1944, también es sociólogo y profesor en Grenoble, Lipovetsky es un teórico que ha profundizado en el individualismo del ser humano en las sociedades modernas y occidentales. “Los consumidores del siglo XXI, o hiperconsumidores, son seres incapaces de sobrellevar su propia existencia y tratan de aliviar todos sus males, especialmente la soledad, comprando.
“El consumo –dijo en una conferencia previa en el Tecnológico de Monterrey– funciona como un doping; es un paliativo para contrarrestar la vida difícil del individuo y su miseria cotidiana”. La acción de comprar es como una pequeña fiesta en la vida cotidiana, una actividad que rompe la angustia de la rutina y combate la fosilización de la existencia.
Sobre el interés que ha despertado la filosofía en gente no especializada en la disciplina, dijo que “este fenómeno está ligado al derrumbe de las grandes ideologías políticas y en segundo lugar a la pérdida de la influencia de las grandes iglesias, y en tercer lugar a la sociedad consumista e individualista que conlleva a una reflexión sobre uno mismo.
“Todos estos factores convergen y las personas piensan encontrar en la filosofía respuestas y algo que los ilumine; esto lo aportaban antes los partidos políticos o la religión y la filosofía viene a llenar cierto vacío”.
–¿Cuál es la importancia de que los filósofos hablen de lo que pasa en la cotidianidad?
–Hay dos tendencias diferentes en ese renovado interés por la filosofía: una revisita a toda la tradición filosófica que lleva a presentarla de una manera bastante fácil, hablando de Platón, Spinoza, los epicúreos... la filosofía regresa a lo que fue en tiempos de los griegos, como la búsqueda de la sabiduría, un arte de vivir, y hay autores que tienen talento para retomar una enseñanza milenaria de la filosofía y llevar una vida más armoniosa y razonable.
“Eso no es lo que me interesa; no critico que se haga. Nunca me hice la pregunta de saber si yo era o no filósofo. Soy filósofo por la formación; soy profesor de filosofía, pero lo que me interesan son las preguntas, y me siento libre. Tal vez es el segundo camino, el de la filosofía como búsqueda de la verdad, pero entendida como no limitada. Trato de interpretar la realidad, pero ésta cambia mucho y tomo lo que me parece útil.
“He hablado de la moda y de fenómenos superficiales y la filosofía desprecia ese tipo de cosas. Pienso que sí merecen una interrogación porque son producciones humanas y aun las producciones superficiales traducen cosas.
“Desde Platón, los filósofos desprecian las imágenes, las sombras; quieren la verdad sólida de las cosas. Yo pienso que hay que llevarlos a la caverna e interpretar lo que ahí ocurre, pero teniendo un ojo sobre lo de afuera. No estoy seguro de que todo mundo reconozca en lo que yo he escrito obras filosóficas, ¡pero me da igual! Lo que me interesa a mí son las grandes preguntas sobre la libertad, la igualdad, la felicidad, la ética, pero en vez de responder estas preguntas yéndome a la tradición de los grandes autores voy a buscar la realidad de hoy. No soy hostil al empirismo, sino que me gustan los hechos y la observación de éstos, pero de hechos que permitan reflexionar.
“Espero que lo que hago sea filosofía, pero no me hago preguntas para saber si lo que hago es filosofía, historia o sociología.”
El mercado, gran problema
–¿Cómo está la filosofía en cuanto a tener grandes filósofos, hoy?
–No soy un especialista en ese tema, porque lo que me interesa es la evolución de las democracias y tengo amigos que realmente son filósofos y se ocupan de problemas de fundamento, sobre los principios de legitimidad. A mí me interesa la realidad, no tanto los grandes principios. Creo que hay grandes filósofos políticos... es un poco incómodo decirlo, pero estoy en la posición hegeliana y pienso que los grandes sistemas filosóficos ya están hechos y, finalmente, lo más interesante fueron las personas que estuvieron en la frontera de la filosofía, no los que estaban en la filosofía pura, que son reconocidos.
“Encuentro que desde Hegel los que movieron mucho las cosas, como Marx o Freud, como Nietzsche o Tocqueville, no son filósofos. Es una mezcla, los historiadores aportan una mirada sobre el mundo y la evolución de las cosas. Creo que sí hay grandes pensadores que también tienen una especie de libertad, pero no son ya filósofos puros, como lo fue Sartre, quien por lo menos así lo fue en alguna de sus obras.”
–No obstante sus críticas, usted es optimista. Voltaire diría que los tiempos no están para reírse...
–Sí, como todos no ignoro los problemas del mundo, pero si soy optimista es porque pienso que el mercado, que es el gran problema en nuestros días, no logró colonizarlo todo. Siguen habiendo aspiraciones, valores, expectativas que nos permiten imaginar correcciones. Entiendo cuando la gente es pesimista porque no hay muchas expectativas para uno o para los hijos, pero cuando escribo no debo tomar mi vida o la de otro como modelo. Debo hacerme un poco para atrás y tener una visión y alumbrar las cosas de otra manera. Los principios e ideales de justicia, igualdad, libertad, no están muertos, sino heridos y limitados por los poderes de la mundialización económica, pero no han muerto.
“En la historia no han muerto y están las brasas abajo, debajo de las cenizas”, expuso el autor de La era del vacío, El imperio de lo efímero y El crepúsculo del deber, entre otros, que dictará conferencias el lunes próximo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el martes en El Colegio de México (Colmex).