La llama de mi vida, del francés Fabrice Melquiot
Critican en escena manejo de la intimidad en medios
Buscamos que el público sea también un actor: director
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Ampliar la imagen Escenas de La llama de mi vida, reflexión a modo de reality show sobre el libertinaje de los medios de comunicación para exhibir la intimidad de las personas Foto: José Carlo González
¿Puede uno ser espectador de su propia existencia? Como público, ¿qué voyerista satisfacción se puede encontrar cuando alguien se cuela a la intimidad, a los sueños mismos del vecino?
La llama de mi vida, obra escrita por el dramaturgo francés Fabrice Melquiot, puesta en escena por Manuel Ulloa Colonia -quien radica en Francia desde el año 2000-, propone un espectáculo en el cual ''el público sea el cuarto actor", cuyas emociones, para que aplauda, ría o se conmueva, son inducidas constantemente por un personaje casi mefistofélico, quien encarna a un conductor de reality show.
''La obra cuestiona el sentido de nuestras vidas, al tiempo que invita a pensar de manera colectiva en el uso y manipulación que los medios de comunicación hacen de la intimidad."
Con este trabajo se explora ''cuál es el lugar del público y qué papel juega en el hecho teatral. Por eso no hay cuarta pared y sí un constante involucramiento del espectador", explicó Ulloa, quien también realizó la traducción.
La historia de la obra gira en torno a una pareja, cuya rutina, soledad, amor y desamor son expuestos hasta el grado de invadir sus sueños.
En la actualidad ''el teatro cuestiona muchas veces el propio hecho escénico y lo que hay en torno a él", expresó, por su parte, el dramaturgo francés, quien por primera vez se presenta en México. ''Mediante el público de teatro se señala a otro: el de la televisión", sostiene.
Los reality shows se han desbordado de tal manera que hoy modelan nuestras emociones y actitudes, explicó el autor. El montaje, ''a manera de vodevil (esposa, esposo y amante) y reality show, es una especie de trampa en la que se maneja la ambigüedad del papel del espectador.
"El personaje del animador se dirige al público, no como si éste fuera un espectador teatral, sino como está acostumbrado a interactuar en televisión. El otro hombre no es tal, sino más bien una alegoría. Es el diablo, el chupador de sangre, el devorador de corazones, es empleado del espectáculo; su oficio es ser conductor en vivo, pero también es tu falta de exigencia y la mía, tu cobardía y la mía, tu mugre y la mía."
Humor cínico
"En el fondo, más que ser una obra sobre la ira, es una pieza iracunda. El humor que se maneja en esta comedia es una especie de humor cínico, el cual no me gusta, pero es el que se maneja mucho en televisión", apuntó el dramaturgo.
''Por ello, para mí como escritor son muy importantes las reacciones del público, si participa o no, si decide aplaudir o no. Dependiendo de las reacciones ante ciertas situaciones, de alguna manera se ve reflejado un espíritu crítico y eso es muy saludable", concluyó el escritor.
Melquiot presentará el volumen de la obra el 23 de agosto, a las 19:30 horas, en la Casa de Francia, ubicada en Havre 15, Zona Rosa, en la capital del país.
Con un equipo artístico franco-mexicano, integrado por Antonio Rojas, Shopie Gómez y Pablo Castel; escenografía e iluminación de Matthieu Ferry, y diseño sonoro de Antonio Fernández, La llama de mi vida se presenta viernes, sábados y domingos a las 20, 19 y 18 horas, respectivamente, en el teatro Santa Catarina, ubicado en Plaza Santa Catarina 10, en Coyoacán.