Pavel Basanets, al igual que Litvinenko, rompió con el organismo sucesor de KGB
Ex espía ruso crítico del Kremlin, grave por un extraño envenenamiento
Ampliar la imagen Imagen de Pavel Basanets, ex agente del KGB soviético, que se debate entre la vida y la muerte víctima de un envenenamiento
Moscú, 26 de agosto. Otro ex espía ruso, que rompió con el organismo sucesor del antiguo KGB soviético y asumió los riesgos de enfrentarse al Kremlin como dirigente de un sector radical de oposición, se debate entre la vida y la muerte, ahora no en Londres, sino en un hospital de esta capital, víctima de una repentina dolencia que los médicos atribuyen a envenenamiento con sustancia tóxica aún no determinada.
De igual modo que Alexandr Litvinenko, el antiguo agente del espionaje ruso asesinado en la capital británica con el isótopo radiactivo polonio 210 en noviembre pasado, Pavel Basanets empezó a sentirse mal sin razón aparente, con síntomas atípicos para una intoxicación alimenticia.
“Todo su cuerpo se cubrió de una rara erupción y, día con día, comenzó a perder fuerzas hasta llegar a un estado de debilidad extrema. Adelgazó mucho y casi no puede comer. Preferimos no sacar conclusiones apresuradas para, en el supuesto de que las sospechas resultaran infundadas, evitar convertir en hazmerreír a Basanets y a nuestro diario electrónico. Pero ya pasaron dos semanas, y el estado de Pavel sigue empeorando. Los médicos temen por su vida”, denunció este domingo su amigo y compañero de trinchera política Anatoly Baranov en Forum.msk.ru.
“Al día de hoy, aparte del diagnóstico preliminar de que fue envenenado con una sustancia tóxica desconocida, Basanets sufre hipertensión estable (antes jamás había tenido quejas respecto de su presión arterial) y se encuentra al borde del infarto”, añade Baranov en la edición digital que difunde en Internet desde que fue separado de la dirección de Kprf.ru, la página web del Partido Comunista de Rusia (PCR).
Tanto Baranov, como el envenenado Basanets, quien a pesar de la desaparición de la Unión Soviética mantuvo su militancia comunista y ascendió en la jerarquía partidista hasta ocupar la secretaría del comité occidental del PCR en la capital rusa, fueron acusados, a finales de junio pasado, de “encabezar una conspiración neotrotskista”.
Se les incrimina que, desde Forum.msk.ru, pero también ocasionalmente a través de la web oficial del PCR, han defendido posiciones radicales, como el “derecho del pueblo a derrocar a cualquier gobernante que no le satisfaga”, contrarias a la actitud mayoritaria en la dirigencia comunista que apuesta por propiciar un cambio de gobierno mediante la voluntad popular expresada en las urnas.
La corriente de opinión “neotrotskista”, según determinó –con empleo de un clásico léxico estaliniano, aunque sin exigir que se fusile a esa suerte de “enemigos del pueblo”– la Comisión Revisora Central del principal partido de oposición ruso, “busca empujar al partido a una revolución inmediata, desviándolo de la victoriosa vía leninista, en interés de la burguesía pro occidental”.
Pero es poco probable que la extraña dolencia de Basanets se deba a sus discrepancias ideológicas al interior del PCR, el cual hasta ahora no emite declaración alguna en relación con su caso, si bien varios diputados comunistas, a título personal y que piden no ser identificados tal vez para no ser descalificados como “neotrotskistas”, llevan a cabo una investigación propia del inexplicable deterioro de su salud.
Baranov, sin culpar abiertamente a nadie, recuerda que Basanets “recibió varias advertencias de antiguos colegas suyos, en el sentido de que se tomó la decisión de ‘eliminarlo’, por cuanto agravió a ‘personas muy importantes’ que difícilmente le van a perdonar su discurso en Lubianka”, la sede del Servicio Federal de Seguridad (FSB), sucesor del KGB soviético.
Basanets, en diciembre de 2006, no dudó en arruinar la ceremonia solemne que organizó el Kremlin para festejar a puerta cerrada el 86 aniversario de la fundación del servicio de espionaje ruso.
De acuerdo con lo que trascendió, Basanets sorprendió entonces a la crema y nata del espionaje ruso al pedir la palabra y más aún cuando, desde la tribuna, acusó al presidente Vladimir Putin, el ex espía más poderoso de este país, presente en la sala de actos de Lubianka, de “manchar el honor de oficial y traicionar su juramento de lealtad a la patria y al pueblo”.
Baranov está convencido de que las advertencias del FSB a Basanets “pueden no ser un hecho demostrado por los médicos, pero sin duda ayudan a entender lo que le está sucediendo”.