“Cuando tu dignidad es insultada, tienes que responder”: lideresa de los choferes
Paran miles de taxistas en Nueva York en rechazo a imposiciones del alcalde Bloomberg
Largas esperas en terminales y aeropuertos ante la ausencia en Manhattan de autos amarillos
Ampliar la imagen Neoyorquinos y turistas esperan en la terminal de autobuses de Manhattan los vehículos amarillos, que ayer brillaron por su ausencia Foto: Reuters
Nueva York, 5 de septiembre. Miles de taxistas, la gran mayoría inmigrantes, suspendieron hoy labores en protesta contra medidas impulsadas por el alcalde y grandes dueños que implican una reducción en ingresos y mayores molestias para los choferes. Aunque no todos los casi 31 mil taxis y sus aproximadamente 44 mil choferes se sumaron a la acción de fuerza convocada por la Alianza de Trabajadores de Taxis, sí hubo largas esperas en terminales y aeropuertos, y en las calles se notaba la ausencia del torrente normal de automóviles amarillos que suelen fluir como ríos por toda la ciudad.
La Alianza de Trabajadores de Taxis, que agremia entre 7 mil a 10 mil choferes, declaró que la acción laboral fue exitosa y que 80 por ciento de esos trabajadores suspendieron labores. La alcaldía dijo que era mucho menos, aunque admitió que implementó un plan de contingencia para superar las reducciones en servicio.
La protesta, una huelga de 48 horas que empezó a las 5 de la mañana, estalló después de que el alcalde Michael Bloomberg y su gobierno, junto con algunos de los más grandes dueños de taxis, ordenaron instalar nuevos aparatos en los vehículos amarillos incluyendo un sistema de posicionamiento global, una máquina para aceptar pagos con tarjeta de crédito y una pantalla de televisión para trasmitir información, sobre todo anuncios comerciales para los pasajeros.
Los taxistas expresaron su oposición a estos cambios y criticaron que el alcalde simplemente dio la orden sin consultar a los trabajadores. La alianza argumenta que aunque la nueva tecnología se vende al público como gran “modernización” de los taxis municipales, la realidad es otra.
Resulta que los choferes tendrán que pagar el 5 por ciento que cobran las empresas de tarjetas de crédito por cada transacción. Además, los dueños cobrarán una cuota extra de entre 15 y 45 dólares a la semana a los conductores que rentan sus vehículos, para financiar el nuevo equipo.
El sistema de posicionamiento global se empleará para monitorear el movimiento de los taxis por sus dueños y las autoridades, lo cual se percibe como una intromisión a la privacidad. El videomonitor, afirma el gremio, emite calor (estará instalado detrás del asiento donde está el chofer) y un constante sonido que el conductor tiene que aguantar durante turnos de 10 o 12 horas.
Pero también el tema de respeto es central en esta huelga: el alcalde multimillonario impuso estas medidas sin consultar a los trabajadores. No sólo eso, ayer amenazó a los huelguistas cuando declaró que “no toleraremos a choferes que desean irrumpir (la normalidad de) la ciudad al intimidar o amenazar a otros choferes que están interesados en ganarse la vida ofreciendo un servicio a los neoyorquinos”.
Bhairavi Desai, lideresa de la alianza, subrayó ayer este punto de respeto en conferencia de prensa: “Cuando tu dignidad es insultada, tienes que responder. Si nos dicen que nuestras voces deberán permanecer calladas, vamos a silenciar nuestros motores porque ese es nuestro poder”.
Desai cuenta con gran prestigio particularmente entre los choferes indios, paquistaníes y bengalíes (otros incluyen africanos, latinoamericanos y rusos), que conforman el grupo étnico más grande entre los taxis amarillos. Mostró su fuerza e integridad con una huelga exitosa en 1998 que logró mejores ingresos para esos trabajadores a pesar de una contraofensiva feroz del entonces alcalde Rudolph Giuliani, y desde entonces ha continuado presionando por mayor respeto a los derechos de los taxistas.
El gobierno de Nueva York implementó un plan de contingencia para permitir que los taxis amarillos aceptaran múltiples pasajes y se estableció un mapa de zonas para determinar el pago de cada pasajero (10 dólares dentro de cada zona, cinco adicionales al cruzar a otra). También se está considerando permitir que taxis y limosinas de sitio puedan recoger pasajeros en las calles (exclusivo para los taxis amarillos).
La mayoría de los taxistas le rentan los vehículos a grandes y medianos dueños de automóviles que les cobran una cuota diaria, más gasolina y lavado, entre otros costos. Hay días, comentan algunos choferes, que trabajan turnos de 10 a 12 horas y acaban con sólo lo que deben pagarle al dueño. Es un sector laboral que emplea en su abrumadora mayoría a inmigrantes.
Otras dos agrupaciones de taxistas se oponen a la huelga. Uno de sus dirigentes ha sido operador de políticos republicanos en esta ciudad y circulan sospechas de que está obrando en favor del alcalde al intentar sabotear el movimiento huelgístico.
Bloomberg había pronosticado que la huelga tendría mínima participación y aseguró ayer que el número de taxis que no circularían sería “tan trivial que nadie lo notará”. Esta tarde el alcalde insistió en que una mayoría de los taxistas continuó trabajando. “En total, creo que se puede decir que la huelga de hoy tiene un impacto limitado”, dijo en conferencia de prensa.
Sin embargo, Desai afirmó que la huelga es un gran “éxito” y le dijo a los reporteros que “sólo tienen que mirar las calles” para comprobarlo. Algunas empresas de taxis reportaron que entre 50 y 90 por ciento de sus choferes no se presentaron este miércoles a trabajar.
Algunos taxistas que sí circularon lo hicieron bajo amenaza de los patrones. Uno dijo que tenía más de 20 años con una empresa y que su patrón le había dicho que le negaría usar un auto de manera permanente si se sumaba a la huelga. “Pero estoy de acuerdo con los que no fueron a trabajar hoy, los apoyo”, dijo Víctor Pérez.
La huelga también recibió el apoyo de varios de los principales sindicatos de esta ciudad y del presidente de la central laboral de Nueva York, Ed Ott, quien apareció junto con Desai en la conferencia de prensa. “Si no pueden ver la diferencia en las calles entre hoy y ayer, pues están ciegos o son turistas”, declaró el dirigente.