Desfiladero
La semana entrante
Desde hoy, todos a la feria del Zócalo
El martes, con AMLO en San Lázaro
La noche del viernes, lunada histórica
Ampliar la imagen Aspecto del apartado del EMP en el Zócalo capitalino, anoche Foto: María Luisa Severiano
Comienza la semana más interesante del año. Desde esta mañana y hasta el próximo viernes, el Zócalo será ocupado por una feria popular de artesanos, organizada por la Secretaría de Cultura del gobierno capitalino y apoyada por la Convención Nacional Democrática (CND). El martes, en el Palacio Legislativo de San Lázaro, Andrés Manuel López Obrador fijará su postura ante los diputados del Frente Amplio Progresista sobre las reformas que todos los partidos están discutiendo. Y antes, durante y después, las televisoras mantendrán un bombardeo sobre esos dos escenarios con toda la furia verbal de sus cada vez más desgastados y acongojados levantacejas.
Pero vayamos por partes. A las damas de la vela perpetua que coexisten con los caballeros del santo sepulcro en las catacumbas de eso que la ultraderecha panista denomina “gobierno federal”, se les ocurrió, hace dos semanas, utilizar el Zócalo para alegrar la vida de los pobres con un festival estelarizado por las figuras más teletontas de la siempre caritativa Televisa. El objetivo era adueñarse de la plaza mayor para que la noche del 15 Felipe Calderón pudiera asomarse a gritar los nombres de los héroes patrios.
Sin embargo, los organizadores quisieron mo-rir-se-de-co-ra-je- al enterarse de que la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal había presentado una solicitud a la delegación Cuauhtémoc para montar una exposición de artesanías en el mismo lugar y en las mismas fechas desde el ya remoto mes de julio. Y como el que es primero en pedir es también primero en derecho, la gente de Los Pinos se quedó con las ganas. De allí las vociferaciones de los levantacejas, que arreciarán, seguro, con la cantaleta de que “el Zócalo no es del PRD”. Claro que no: es de Emilio Azcárraga. ¿A poco no lo sabíamos?
Ahora bien, si a usted le preocupa saber quién va a dar el Grito de hoy en ocho, no abandone esta columna, porque a prudente distancia, para no tener que calarse la gorra militar que le infunde confianza en sí mismo, Felipe Calderón declaró ayer desde Nueva Zelanda que la noche del 15 estará en el balcón de Palacio Nacional para encabezar el festejo. Eso marca el inicio de una apasionante partida de ajedrez cuyo tablero será el Zócalo y las fichas en acción, por una parte, serán los seguidores de López Obrador y, por la otra, los miembros del Estado Mayor Presidencial que ya “apartaron” con vallas los primeros 20 metros cuadrados de plancha.
Mientras tanto, la gente que apoya a López Obrador sigue indignada con los legisladores del PRD que –salvo honrosas excepciones– insisten en sacar una reforma electoral hecha sobre las rodillas, aunque para ello deban legitimar, así sea votando en contra, la reforma fiscal de Calderón y el aumento al precio de la gasolina. ¿Sabe usted cómo se cocinó la reforma electoral? Todo partió de una reunión secreta entre los senadores Manlio Fabio Beltrones (PRI), Santiago Creel (PAN) y Carlos Navarrete (PRD). Luego incorporaron al equipo a Arturo Núñez, eminencia en las ciencias ocultas de los comicios.
En la Cámara de Diputados, un segundo trío formado por Emilio Gamboa (PRI), Héctor Larios (PAN) y Javier González Garza permanecía al tanto de lo que se negociaba en el nivel superior. Así acordaron lo que esta columna publicó y criticó hace una semana: despedir a Luis Carlos Ugalde y a todos los consejeros del Instituto del Fraude Electoral, crear una contraloría interna del IFE, recortar los tiempos de las campañas, pero no tocar ni de chiste a la televisión. Las rechiflas del público no se hicieron esperar. Eduardo Huchim en Reforma, John Ackerman en La Jornada, Porfirio Muñoz Ledo en Proceso coincidieron: si la reforma no saca a la televisión de los procesos electorales, si los recursos de los partidos acabarán como siempre en los bolsillos de Azcárraga y de Ricardo Salinas, será una reforma de broma.
Ante el abucheo, los senadores tornaron a su escondite y de dientes para afuera aceptaron incorporar “lo de la televisión”, así nomás, sin explicar nada. Pero entonces los magnates de la pantalla chica mandaron a sus levantacejas a defender la permanencia de Ugalde, confirmando la prevalencia de una situación que es ya insostenible para el país: las televisoras han instaurado, por la fuerza y la violencia de su poder económico, un “parlamento” paralelo, donde todos sus “diputados” repiten lo mismo, como ocurría en el Congreso en tiempos de Díaz Ordaz. Hasta ahora, el único “diputado” opositor que ha habido allí es Julio Hernández López y hace rato que lo desaforaron para callarlo. ¿No es una vergüenza que todavía impere en México un régimen tan arcaico? ¿No es hora ya de liquidar para siempre la dictadura de la televisión?
La respuesta es obvia, como lo es también el hecho de que los consejeros del IFE son basura que apesta y hay que tirarlos cuanto más lejos mejor. Pero eso no es lo urgente. Lo prioritario es impedir que se consume el alza a la gasolina y por eso, desde hoy, el Zócalo se convertirá en punto de encuentro y un centro de información para que, si es necesario, la gente se traslade a San Lázaro, acatando la convocatoria que para el martes prepara López Obrador. Habrá que ver si frente a la indignación popular, Calderón mandará a la Policía Federal Preventiva con sus tanques antimotines y sus cañones de agua para que adentro, con toda comodidad, los diputados encarezcan el precio del combustible.
Por lo pronto, a partir de hoy, vayamos a la feria del Zócalo. Esta tarde, alrededor de la hora 18, la megabizcocho Regina Orozco hará su entrada triunfal en la plaza a bordo de una auténtica trajinera de Xochimilco. Y, de acuerdo con lo que Jesusa Rodríguez adelantó ayer a esta columna, todos los días habrá sorpresas, juegos, premios, rifas y colectas para ayudar a Luis Mandoki a terminar su película sobre el fraude, que Televisa intenta bloquear. La fiesta, desde luego, contará con la presencia de Froylán Yescas, Estela Saravia y Rafael Maldonado, representantes de Flor y Canto y las logias masónicas del valle de México, que trabajaron duro para impedir que la conmemoración de la gesta de 1810 sea usurpada por los golpistas.
Con este propósito, los organizadores del Grito de los libres están invitando a los partidarios de López Obrador a que el próximo viernes, cuando la feria artesanal se retire, se queden a dormir en la plancha. “Hay que llevar tiendas de campaña porque va a ser una lunada histórica”, aseguró Jesusa. ¿Y quién va a dar el Grito? Del lado de la CND está previsto que el honor corresponda a doña Rosario Ibarra de Piedra. Ya si Calderón se anima a mostrarse desde el balcón, después de encarecer la gasolina, el pueblo seguramente lo saludará como se merece.