Usted está aquí: martes 11 de septiembre de 2007 Opinión Itacate

Itacate

Cristina Barros y Marco Buenrostro
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Chapatas y chucuhatolli

En el Diccionario de la lengua tarasca, de Maturino Gilberti, publicado en 1559, aparecen los nombres de varios bledos. Yiriqua o bledo cenizo; ahpariepes que son los bledos blancos; los bledos pardos son ahparitsirucuqua; los colorados, ahparietengari; los amarillos, ahparitiripehtsi; a los negros les llamaban ahparitzirangui, y finalmente, a los bledos azules, cuiniyquicha. Unos más, también negros, son los ahparitzitzis.

Los antiguos tarascos hacían chucuahtolli, un atole con bledos colorados, según narra Pablo de la Purísima Concepción Beaumont, en su relación de Michocán.

Silvia Rendón, en su ensayo sobre la cocina tarasca (1945), menciona que las chapatas kurundas se elaboraban con la semilla de la planta llamada páari… “La semilla se muele con panela, se envuelve en hojas de mazorca y se cuece al vapor”; señala que no se le pone masa.

Actualmente en Opopeo se elaboran los tamales de chía roja llamados chapatas. Cristina Mapes, quien participa con Eulogio de la Cruz y otros investigadores en un proyecto conjunto del Sistema Nacional de Recursos Fitogenéticos para la Agricultura y la Alimentación (Sinarefi), la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ), nos muestra amistosa, fotografías de la chía roja entera y ya molida; el tono es de gran belleza.

Las chapatas de chía roja las siguen haciendo varias mujeres; las de chía prieta las hace sólo la señora Dolores Pamatz; está triste porque la única persona que la sembraba, don Pascual Heredia, anda mal de salud y el cultivo puede perderse. Las chapatas llegan hasta Estados Unidos, pues las demandan los michoacanos que emigran al vecino país. En Opopeo también se hacen unas bolas de amaranto con miel que llevan a vender a Pátzcuaro, e inclusive a la ciudad de México.

Sabemos por Jerónimo de Alcalá, que desde la antigüedad se cultivaron chías o amaranto en lugares difíciles. Según la crónica, Tariacuri le manda decir a Chanshori, “que esté en el lugar que está, que aunque sea pedregales, que todo es buena tierra, que ahí primero se hacen y granan los maizales, que en otra parte… y las semillas de bledos”.

Ya son pocos los descendientes de aquellos habitantes de las orillas de Pátzcuaro que siembran en estos lugares llamados mogotes; se conocen como mogoteros y son respetados en la comunidad. El trabajo es laborioso, pues hay que sembrar entre las piedras, ahí donde hay tierra fértil.

Cristina Mapes menciona a algunos mogoteros expertos, además de Pascual Heredia; son Celestino Molinero, Francisco Orozco, Rodrigo Oroz. Siembran chía blanca y roja. Ramón Molinero las cultiva en lo que llaman plan o planicie; todos son de Opopeo.

En el campo pueden verse entre las plantas de maíz las chías blanca y roja, con sus hojas y espigas de distintos colores; miden hasta dos metros. En este tipo de milpa se siembra también frijol y calabaza. Al insistir en usar estas semillas y quelites en la cocina, las mujeres contribuyen a su conservación. Es notable el contenido de proteína de las chías.

 
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