Incluyen su obra Jarabe en el Programa Mexicano que hoy presenta la OFUNAM
México vive un atraso en la apertura a la música tradicional: Eduardo Gamboa
Persisten muchos prejuicios y seguimos atorados en relación con otros países, deplora
Llama a superar la falta de interés por esa vertiente sonora, así como atraer más público
Ampliar la imagen El compositor Eduardo Gamboa, ayer, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, durante la entrevista con La Jornada Foto: Cristina Rodríguez
Lo popular es un sabor que se da “de manera natural” en la música del compositor Eduardo Gamboa. Ello responde a su formación en la que lo mismo influyeron Wolfgang Amadeus Mozart y Johann Sebastiabn Bach que los Folkoristas, el rock, el jazz y la música tradicional mexicana.
De allí que se asuma y defina como “un compositor libre, ecléctico”, ajeno a cualquier corriente, escuela, moda o grupo; sin afanes de promover, por ejemplo, un neonacionalismo, como podría pensarse ante el estilo y la naturaleza sonora de una parte considerable de su obra.
Este apego a la música popular le ha representado algunas circunstancias incómodas que ha debido enfrentar, así como costos, sobre todo, hace unos años, en cuanto a la programación y promoción de su trabajo, así como comentarios negativos sobre éste en el medio, que lo ubican como una propuesta ligera o facilona.
“No soy un traidor (de la música clásica); hago lo que se me da y me gusta, y por lo que he visto y sé, gusta también al público e inclusive cada vez más a una mayor cantidad de instrumentistas”, enfatiza el compositor en entrevista con La Jornada.
Síncopas y complejidad rítmica
La conversación con Eduardo Gamboa tiene lugar con motivo de la inclusión de una obra de su autoría en el Programa Mexicano que la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM) ofrecerá este viernes en la Sala Nezahualcóyotl, a las 20 horas.
Jarabe es el título de la partitura en cuestión. Se trata de una versión del último movimiento de la obra Transparencias, escrita originalmente para flauta, violín, viola y violonchelo. La orquestación fue realizada por el cubano Gonzalo Romeau, quien la estrenó al frente de la Sinfónica de Aguascalientes, en 1999.
Es una partitura que “tiene partes muy difíciles para los músicos académicos, por el sabor y las síncopas. Mi obra en general maneja muchas síncopas y complejidad rítmica y muchos elementos que vienen de lo popular”, explica.
“Eso me sale naturalmente, porque desde niño crecí estudiando música popular, con los Folkloristas; pero también piano. Entonces, en mí conviven los mundos popular y académico. No tengo prejuicios por ningún tipo de música y pues son géneros que van saliendo en mi escritura.”
Gamboa aclara que aborda lo tradicional no a partir de citas textuales, sino de recrear los ambientes y los giros de la música. En su quehacer puede encontrarse también el sabor caribeño, veta que maneja mucho y que le es cercana al haber nacido en la isla, si bien sus padres son mexicanos. “Es una forma de mantenerme cerca” de Cuba.
A la zaga de Venezuela y Cuba
De acuerdo con Eduardo Gamboa, el ámbito del arte sonoro en México mantiene un atraso en lo que concierne a su apertura hacia la música tradicional, en comparación con lo que sucede en varias partes del mundo, inclusive en la propia Latinoamérica.
“Estamos muy mal en ese aspecto, hay muchos prejuicios respecto de lo popular. Por ejemplo, en Venezuela y Cuba eso no existe y nos llevan una delantera bárbara; las orquestas manejan un repertorio amplio e increíble. Es tradición inclusive en Venezuela que los solistas, como encore, ofrezcan una pieza de raigambre popular”, dice.
“Los prejuicios e inercias se dan sobre todo entre autoridades, quienes otorgan las becas, programan las temporadas e incluso algunos directores. Pero, poco a poco, los atrilistas tienen la necesidad de tocar otra vez música tonal y que le guste al público, ya están hartos de las dizque vanguardias y los ruiditos. Vamos bien, pero estamos aún atorados en relación con otros países.”
Entre las principales facturas de esa cerrazón, menciona el escaso público en las salas de concierto y la falta de interés que prevalece entre la población por este tipo de expresión artística.
Eduardo Gamboa, además de visceral, se define como un músico versátil, en cuanto a los ámbitos en los que se adentra y trabaja, lo mismo en cine que teatro, en publicidad que en la música de concierto.
Su trabajo para la pantalla grande incluye la música de The Legend of Zorro, secuela del filme hollywoodense con Antonio Banderas y Catherine Zeta-Jones. En el ámbito nacional inclusive ganó en 2004 el Ariel por la música del largometraje Zurdo, además de colaborar en títulos recientes, entre ellos Cañitas, La niña en la piedra y El conejo en la luna.
“Como no he tenido prejuicios, he podido hacer cosas muy diversas. Todas ellas con todo profesionalismo, entrega y pasión. No me avergüenzo de nada”, rubrica el compositor.