Siete horas de negociaciones conjuran el riesgo de enfrentamiento

El Zócalo, dos Méxicos

Arropado por un numeroso contingente militar, Calderón cumple el ritual y celebra en zona VIP
Con los pobres de Oaxaca, López Obrador llama a transformar el país por la vía pacífica

Luego de días de tensa espera y de una larga disputa por el dominio de la Plaza de la Constitución, el presidente Felipe Calderón finalmente pudo dar el Grito de Independencia, tocar la campana de Dolores y ondear la enseña patria, en cumplimiento de la primera ceremonia de las fiestas septembrinas que le toca vivir. En la imagen derecha, en punto de las 21.45 horas, la senadora Rosario Ibarra de Piedra, designada por la Convención Nacional Democrática para dar el Grito de los libres, tomó el micrófono y lanzó vivas a los héroes de la Independencia y "los desaparecidos políticos, que dieron todo por la libertad de este país" FOTOS José Antonio López y José Carlo González

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Ocultan al Ejecutivo expresiones incómodas

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Vestidos de civil, soldados abren paso a los invitados

Arturo Cano y Claudia Herrera

Duelo logístico entre GDF y EMP por el espacio

Miles de personas dejan la plaza al terminar el Grito de los libres

Vivas de Rosario Ibarra por los desaparecidos políticos

Jaime Avilés

Suplementos

Funeral masivo en Washington

Miles de personas, encabezadas por veteranos de las guerras de Vietnam e Irak, marcharon ayer en la capital estadunidense para expresar su repudio a la política belicista del gobierno de George W. Bush y pedir "que regresen las tropas ahora". Unos 10 mil manifestantes recorrieron el trecho que separa la Casa Blanca del Capitolio, donde culminó la protesta y se llevó a cabo un acto simbólico de desobediencia civil, en el que los participantes se tiraron al suelo simulando estar muertos. Un pequeño grupo increpó e insultó a los activistas llamándolos "traidores" y "comunistas" FOTO Ap

David Brooks, corresponsal

Eje Central

Papel picado

Cristina Pacheco

Guirnaldas de colores: Durante las dos primeras semanas de septiembre las calles del barrio parecían menos áridas y miserables gracias a los adornos tricolores que disimulaban las cuarteaduras de las paredes y las puertas desvencijadas de las casas. En las ventanas donde las mujeres ponían a secar la ropa iban apareciendo el Padre de la Patria, doña Josefa Ortiz de Domínguez, Morelos y los Niños Héroes comprados por metro en las papelerías; en los tiestos llenos de plantas marchitas brotaban los rehiletes y las banderas como una milagrosa floración de otoño.