¿Neonazis en Israel?
De todos los lugares del mundo en los que uno pudiera pensar que habría un brote de neonazismo, donde menos nos imaginaríamos que sucediera sería precisamente en Israel, país cuyo nombre oficial es Estado Judío de Israel, surgido con todo el ánimo y el coraje necesarios para darse una nacionalidad contra viento y marea, ya que este pueblo fue durante la Segunda Guerra Mundial víctima del Holocausto nazi, el más cruel y despiadado de que se tenga noticia, y es precisamente ahí donde, habiendo reaccionado con horror e indignación, la prensa israelí ha tenido que dar cuenta del desmantelamiento de una célula neonazi, integrada por ocho jóvenes israelíes (La Jornada y El País, 10/9/07).
Los ocho fueron detenidos y arrestados por la policía de Israel, la cual, como es bien conocido, se caracteriza por su eficacia operativa y de inteligencia sumamente avanzada. Si bien tenían antepasados judíos, dos de los jóvenes arrestados llevaban tatuado el 88, símbolo del saludo nazi Heil Hitler!
La detención del grupo neonazi, cuya existencia es apenas creíble precisamente en Israel, es producto de una larga investigación que comenzó hace más de un año, cuando siguiendo las pistas se encontró el símbolo nazi: la suástica, que tanto terror y estragos simbolizó durante la Segunda Guerra Mundial, en varias sinagogas, igual que sucedió antaño hasta desembocar en hechos estremecedores y verdaderamente incomprensibles a la luz de la razón, como fue en los tiempos de mayor poder del nazismo en alianza con el fascismo italiano.
El grupo pretendía conmemorar el cumpleaños de Adolf Hitler en Yad Vashem, el museo más emblemático que recuerda en Israel a los judíos asesinados precisamente en el Holocausto.
A la sorpresa y a la indignación de los israelíes, muy justificada, habrá que agregar el hecho de que los neonazis arrestados provenían de países de la ex URSS, amparándose en la Ley de Retorno, que otorga la nacionalidad israelí a cualquiera que tenga o haya tenido un abuelo judío. Los inmigrantes rusos constituyen una minoría integrada con uno de cada siete israelíes.
Los ocho jóvenes fueron exculpados de estos bochornosos actos por el propio Ehud Olmert, primer ministro del Estado de Israel. Mientras, en la Knesset –órgano legislativo del Estado– hubo reacciones entre los diputados, quienes reclamaron que sean deportados y se retire la nacionalidad a todo aquel que sea sospechoso de representar esta corriente neonazi, acto muy entendible y de congruencia histórica.
Se sabe que hay otros países en los que se han registrado brotes neonazis, como en Estados Unidos, por ejemplo, y si bien se trata siempre de un acto reprobable, debe llamar nuestra atención, ya que su sola existencia habla de un fracaso de la educación democrática. Por otra parte, no hay que pasar por alto que generalmente son los jóvenes, quienes bien por ignorancia de la historia o por una interpretación retorcida y desviada de la misma, han caído en lo que a la fecha ya generalizadamente constituye un rechazo completo a estas distorsiones de carácter histórico y social, a los que la propia Alemania moderna no les da cabida, pues tampoco hay noticias confiables que pudiéramos dar por buenas de que en el pueblo germano se hubieran dado casos de brotes neonazis. Pero insistimos en el caso de Israel porque es verdaderamente sorprendente que surjan grupos neonazis en el seno del Estado judío, que se define democrático, y exactamente en el museo del Holocausto, donde se pretendía conmemorar el nacimiento del Führer.
Lo cierto es que de una o de otra manera, este preocupante acontecimiento debe llamar nuestra atención y dar un toque de alerta de que, ante el hecho consumado en el propio Israel, pudiera darse en cualquier otra parte del mundo, a consecuencia, decíamos, de una distorsión de la historia, y que solamente sería entendible como una pose de jóvenes ignorantes de los hechos reales, teoría que tampoco sería admisible debido a la amplísima difusión que desde el siglo pasado a nuestros días se ha hecho por todos los medios del horror y del desprecio cometidos en agravio de la especie humana, en tiempos en que solamente la pasión y el ansia de poder pudieron engendrar una situación de esta naturaleza, y que se resume en el Holocausto en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.