Debe Calderón precisar actuación del grupo de apoyo al Ejército, dice José Luis Piñeiro
Riesgo de que el cuerpo de fuerza especial se use para reprimir: experto
El presidente Felipe Calderón debe precisar en qué situaciones y con qué condiciones operará el Cuerpo Especial de Fuerzas de Apoyo Federal del Ejército Mexicano, para evitar que sea utilizado por autoridades estatales o federales para reprimir movimientos sociales, o como se dice en el argot militar, para sofocar “disturbios”, advirtió José Luis Piñeiro, especialista en temas de seguridad nacional.
Dijo que con la conformación de este nuevo cuerpo castrense, integrado por elementos de elite que pertenecían al Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes), el gobierno mexicano también está previendo futuros conflictos en el combate al narcotráfico; con grupos guerrilleros, como el EPR, y estallidos sociales como las que tuvieron lugar en Oaxaca el año pasado.
Señaló que ante la falta de capacidad de las autoridades civiles para garantizar la seguridad que exige la ciudadanía, la formación de este nuevo agrupamiento incrementa la presencia militar en el combate al crimen organizado.
Por otra parte, fuentes oficiales señalaron que aun cuando el decreto emitido por Calderón responsabiliza únicamente a la Secretaría de la Defensa Nacional en la preparación y mantenimiento de este cuerpo especial, la Armada de México está lista para coadyuvar con sus grupos de elite en las tareas que de manera conjunta aprueben en su momento los secretarios de Gobernación, Defensa Nacional y Seguridad Pública federal.
La Armada de México participa y seguirá participando en mantener la seguridad interior y en el combate al crimen organizado, dijeron los informantes.
En tanto, al comentar en entrevista los alcances del decreto presidencial en el que el presidente Felipe Calderón entregó el mando del Cuerpo Especial de Fuerzas de Apoyo Federal al secretario de la Defensa Nacional, para apoyar a las autoridades civiles de cualquier nivel de gobierno en la restauración del orden y seguridad públicos, combate a la delincuencia y contra actos que atenten contra la seguridad nacional, Piñeiro alertó sobre la necesidad de que el Ejecutivo federal emita lineamientos precisos para regular la conducta de ese nuevo cuerpo castrense.
El también catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana comentó que en ninguno de los decretos referidos se establece una jerarquización de los conflictos o situaciones en que puede intervenir una fuerza castrense con esas características.
Recordó que, en su momento, el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, solicitó apoyo al gobierno federal durante el conflicto magisterial y social de la entidad, y que así como él, otros mandatarios podrían caer en la tentación de pedir auxilio para sofocar movimientos locales.
Asimismo, precisó las diferencias entre el decreto original –publicado el pasado 9 de mayo– y el que se conoció el pasado lunes.
En el primer documento –comentó– se señalaba que la solicitud de las autoridades federales y estatales para que interviniera la nueva fuerza castrense tenía que dirigirse al Presidente la República, y que si bien el cuerpo especial dependía en su operación de la Secretaría de la Defensa Nacional, éste podía recibir apoyo de la Secretaría de Marina y de corporaciones policiacas federales, estatales y municipales.
Aquí la importancia radica en que Calderón se hace a un lado y deja en manos de las secretarías de Gobernación, Defensa Nacional y Seguridad Pública federal la responsabilidad de ordenar la movilización de militares preparados para “aplastar” un problema interno extraordinario, lo que llama a la reflexión.
Por otro lado –continuó el especialista–, al quedar establecido que el Ejército actuará por sí solo, sin colaboración (al menos oficial) de policías estatales y municipales –el apoyo de la Armada se cuece aparte– se demuestra la falta de confianza del Ejecutivo federal en las corporaciones policiacas locales.
El especialista llamó la atención en que, a diferencia de la Policía Federal Preventiva –integrada por más de 8 mil soldados, que en su mayoría provienen de la Policía Militar y con niveles de capacitación muy bajos–, el nuevo agrupamiento estará formado por ex gafes, los cuales están entrenados para actuar “de lleno” en condiciones de “alta conflictividad”, en los que el respeto a los derechos humanos no es necesariamente una prioridad para los uniformados.