Usted está aquí: viernes 21 de septiembre de 2007 Cultura Falleció Andrés Aubry, un profundo conocedor de la realidad en Chiapas

Un accidente automovilístico cobró la vida del notable historiador

Falleció Andrés Aubry, un profundo conocedor de la realidad en Chiapas

Participó en la traducción de los Acuerdos de San Andrés en lenguas indígenas

Los usos y costumbres son la enseñanza de 500 años de resistencia, decía el colaborador de La Jornada

Javier Molina

Ampliar la imagen Andrés Aubry, en imagen del pasado 16 de septiembre, tomada en San Cristóbal de las Casas Andrés Aubry, en imagen del pasado 16 de septiembre, tomada en San Cristóbal de las Casas Foto: Elisa Benavides

San Cristóbal de las Casas, Chis., 20 de septiembre. El historiador Andrés Aubry, colaborador de La Jornada, falleció el día de hoy en un accidente ocurrido en la carretera que comunica a Tuxtla Gutiérrez con San Cristóbal de las Casas.

Aubry llegó a esta ciudad en 1973 para participar en el Congreso Nacional Indígena. Allí, observó que se iniciaba algo nuevo: la organización del movimiento indígena que se manifestaría el primero de enero de 1994.

El historiador era uno de los más atentos observadores de lo ocurrido en esta región desde su llegada a la fecha, tanto en la naturaleza como en la sociedad.

Muchas personas se preparan para despedir dignamente en San Cristóbal al estudioso que forma parte de la historia de Chiapas.

Andrés Aubry rebasaba los 70 años de edad. Nació en Francia y se desempeñó como un perspicaz antropólogo de los hechos de la realidad social de los pueblos. Como historiador siguió el modelo y la visión de Fernand Braudel. Fue un crítico tenaz de la investigación académica, en defensa en cambio de la memoria social de los pueblos.

Con Jean Janrus fundó el Instituto de Asesoría Antropológica para la Región Maya en México y realizó un trabajo muy detallado de los procesos de la recuperación de la historia. Uno de sus primeros libros fue Cuando dejamos de ser aplastados.

Fue asesor de la Conai en los procesos de pacificación en Chiapas y hasta la fecha era el encargado del Archivo Diocesano.

Entre los distintos reconocimientos que Andrés Aubry recibió destaca el homenaje que se le rindió en San Cristóbal de las Casas el 26 de agosto de 2005. En la misma ocasión se rindió tributo póstumo al periodista Amado Avendaño.

Enrique Pérez López, director del Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígena, rememoró que fue durante la traducción de los Acuerdos de San Andrés a 10 lenguas indígenas cuando tuvo un acercamiento con el historiador: “No sé que te parezca –me decía–, pero la palabra ajvalil que usan en la traducción de la palabra gobierno es muy colonialista, estamos hablando del tiempo de los mozos, peones y acasillados, la palabra ajvalil significa amo, dueño, patrón”.

Platicó que ahí se inició un taller “que nos permitió reflexionar nuestra traducción, oxigenar nuestra lengua, darle más dignidad, quitarle conceptos y sentidos impuestos, ya no más ajvalil, hay que buscar otra forma de decir gobierno en nuestros idiomas, porque no somos propiedad de nadie, el gobierno no es patrón, es un servidor”.

El poema de una vida

Entonces, concluyó Pérez López, “hoy se entrega un reconocimiento a alguien que no quiso ser parte de los ajvaliles de la historia, Andrés Aubry es jtunel j-abtel yu’un yech’emal kuxlejal, que es lo mismo que servidor y trabajador de la historia”.

“El trabajo del historiador –afirmaba Aubry– es recordar los llamados de la memoria. El historiador devuelve la historia al pueblo indígena, quien ve qué hace con su historia: sufrimiento, lucha, engaños, organización: esos son los verdaderos usos y costumbres. Los usos y costumbres son la resistencia de 500 años, con una organización que va cambiando según la coyuntura histórica. Entonces todo el problema es acercar la historia al presente.”

En el homenaje de 2005, que se realizó los días 26 y 27 de agosto, participaron más de cien lectores. Inusitadamente, fue don Andrés Aubry, quien anunció: “Hoy y aquí me quiero asociar al homenaje póstumo a don Amado”.

Y leyó unas “estrofas del poema de su vida”. Puesto que me presentan como historiador y ensayista –dijo–, “me permito ensayar una página de la historia de Chiapas cuyo centro fue su persona y en la cual su memoria suena como poema.

 
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