IMSS: ¿un trabajo con “características distintas”?
Después de su episodio con Zhenli Ye Gon, Javier Lozano Alarcón –el “experto” en telecomunicaciones que Felipe Calderón colocó en la Secretaría del Trabajo– se animó a declarar que “urge la reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT), con la que se buscará flexibilizar el mercado laboral”. ¿Por qué? Sencillo: para él sólo se trata de que “la gente decida si prefiere no tener trabajo, o tener uno con características distintas”.
Eso es lo que pretende el pliego hostil registrado por Juan Molinar Horcasitas –el politólogo que Calderón colocó para “dirigir” el IMSS– ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) el 14 de agosto: abatir el contrato colectivo de trabajo (CCT) que ampara a 377 mil trabajadores y 152 mil jubilados-pensionados y que protege una materia de trabajo única: los equipos organizados para atender profesionalmente la confianza que les depositan los usuarios y pacientes.
Ambos quieren reducir ese CCT a nivel de una LFT que Lozano ya quiere “reformar”, con lo cual se les impondría a los trabajadores de la seguridad social un trabajo “con características distintas”.
Pero hay que predicar con el ejemplo. ¿Cómo puede hacerlo Horcasitas si, hace poco, contando con la aprobación del que alguna vez fuera el “honorable” consejo técnico, jubiló a Onofre Muñoz –ex titular médico de Santiago Levy y Fernando Flores– con una escalofriante cifra que puede alcanzar 14 millones de pesos? ¿No subraya, acaso, en su fatal pliego, que “de mantenerse sin cambio algunas características del CCT la situación (institucional) no mejorará”? ¿Y cómo la “mejora” esta escandalosa jubilación?
¿Con qué monto “se fueron” Genaro Borrego, responsable de la fracasada reforma Zedillo de 1995 y ahora director corporativo de FEMSA; Santiago Levy, ahora “investigador” del BID, y Fernando Flores, responsable del Convenio Adicional para las Jubilaciones y Pensiones de los Trabajadores de Base de Nuevo Ingreso de 2005 y flamante asesor de los hermanos Saba en la compra de Aeroméxico?
Y como desde el foxismo los medios mandan, Enrique Krauze escribió (en 2004) que el IMSS “debe dejar de ser patrimonio privado de sus trabajadores. México no puede darse el lujo de mantener injertos de economía soviética, nomenclaturas que viven en socialismo (sic), mientras el resto del país las financia”, mientras Carlos Elizondo Mayer Serra aclaraba que “un pequeño grupo de agentes privados, los trabajadores del IMSS, reclaman recursos que ascienden a más de lo que vale su patrimonio”.
Y Sergio Sarmiento remató pontificando que “no deja de ser irritante que un sistema de pensiones se convirtió en un esquema para otorgar a cierto grupo de trabajadores unas vacaciones prolongadas de 30 años después de trabajar 27 o 28 años”, porque en su opinión “los manifestantes del SNTSS defienden una causa profundamente reaccionaria y buscan mantener privilegios especiales a costa de deteriorar los servicios sociales de millones de trabajadores. Ciertamente, el IMSS necesita salvación, pero un grupo de líderes y trabajadores insiste en hundirlo”.
En 2007, el politólogo Molinar prosigue la misma labor “persuasiva”. Siguiendo a Sarmiento, su pliego hostil puntualiza que “el Seguro Social se encuentra en crisis y su situación no se verá aliviada si se sigue postergando la aplicación de una solución que está supeditada a consideraciones políticas o intereses particulares”. El pliego recarga sobre los trabajadores del IMSS una “solución” que no es solución.
Resulta inquietante que en la sesión del Comité Mixto para la Administración y Evaluación Actuarial del Régimen de Jubilaciones y Pensiones, después de conocer que “el fondeo es insuficiente para alcanzar la contratación de 40 mil plazas que se tienen establecidas en el convenio adicional”, la propia parte sindical (mediante Arturo Varela, secretario del Interior y Propaganda, y José Francisco Castillo Navarro, secretario de Conflictos) observara que “deben buscarse alternativas reales, incluso pensar en incrementar hasta en 15 por ciento las aportaciones de todos los trabajadores”.
Lo que busca Molinar Horcasitas es disminuir unilateralmente las condiciones laborales, amputando la naturaleza bilateral del CCT, expulsando al SNTSS de los procesos de trabajo, rebajando derechos de los trabajadores con impacto económico y afectando severamente a los responsables directos de la operación (Confianza B).
Como claramente indica su pliego, “distintas tesis han señalado que en la protección del equilibrio de los factores de la producción (capital y trabajo) y de la fuente laboral misma, la revisión del CCT puede hacerse reduciendo las prestaciones de los trabajadores sin que ello implique la violación de sus derechos mínimos constitucionales y legales, amparados por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Ley Federal del Trabajo”.
En efecto, “reduciéndolas” al nivel de un trabajo con “características distintas” que quiere Lozano. Lamentablemente, la solución Molinar –como en su momento la de Levy– sólo agravará las encrucijadas institucionales en curso y va al completo fracaso técnico, porque no atiende el reclamo general de mejorar los servicios que presta el IMSS.
Ya antes que Juan Molinar Horcasitas y el inconsulto Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 calderonista, los gerentes “sanitarios” tardo-priístas (del TLCAN) y foxistas han intentado hacer de la compactación de la seguridad social al mínimo una “política de Estado”, para así dilatar los mercados de la salud, como demuestra la presencia del marketer Julio Frenk, ahora a la “cabeza” del “filantrópico” Instituto Carso de Salud, de Carlos Slim.
Hay que defender a los usuarios, pacientes, derechohabientes y trabajadores que los atienden de esta interesada “política” de “igualdad” de “oportunidades”.
*Universidad Autónoma Metropolitana - Xochimilco