La huelga del CGH marcó la sucesión en la universidad durante la década pasada
“Filtraciones”, método para eliminar contendientes a la rectoría de la UNAM
La realización de un congreso y la reforma de la institución, pendientes de De la Fuente
Los dos rectores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) de la década pasada emergieron del área científica. Francisco Barnés de Castro fue director de la facultad de Química y Juan Ramón de la Fuente lo fue de Medicina. Ambos tuvieron contrincantes de peso y en cada proceso también encararon fuerte competencia.
En la principal universidad del país nadie puede adelantar vísperas. Es la Junta de Gobierno (JG), en sus sesiones cerradas y sucesivas votaciones hasta alcanzar unanimidad o mayoría, la que tiene siempre la última palabra. Y eso lo saben los aspirantes.
Francisco Barnés, químico
El 11 de diciembre de 1996, Francisco Barnés de Castro fue nombrado rector para el periodo 1997-2001.
Hubo otros siete contendientes: los entonces directores de las facultades de Filosofía y Letras, Juliana González; de Arquitectura, Xavier Cortés Rocha; de Ingeniería, José Manuel Covarrubias, y de Derecho, Máximo Carvajal Contreras; además, Francisco Bolívar Zapata, director del Instituto de Biotecnología y hoy integrante de la JG, y los funcionarios de la administración saliente Jaime Martuscelli y Salvador Malo Álvarez.
De nuevo la disputa política contaminó aquel proceso. Así, 37 directores, encabezados por el del Instituto de Matemáticas, Luis Montejano Peimbert, enviaron a la JG una carta de rechazo a Miguel José Yacamán, director del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) y un aspirante fuerte a la rectoría.
La misiva decía: “… consideramos prudente manifestar nuestra preocupación por la inclusión (entre los aspirantes a la rectoría) del doctor Miguel José Yacamán, a quien no consideramos un candidato viable para conducir nuestra máxima casa de estudios. La principal razón por la que nos oponemos a esa candidatura es que, por la forma de tomar decisiones y de relacionarse con los demás, el Dr. Yacamán tiende a polarizar a las comunidades de las instituciones en donde ha desempeñado puestos de dirección. Esta característica suya puede poner en riesgo la integridad de la UNAM que, en su conducción, requiere de prudencia, capacidad de diálogo, tolerancia y respeto por los otros”.
Y se difundió justo en la víspera de que la JG designara a Barnés como rector.
Al rendir protesta, Barnés prometió hacer una “revisión profunda” de la UNAM para su transformación. Más adelante obtendría la aprobación del nuevo Reglamento General de Pagos, hecho que desencadenaría la huelga más larga en la universidad; además, eliminó el pase automático del bachillerato a la educación superior.
Juan Ramón de la Fuente, médico
Con la Universidad sumida en una honda crisis, Barnés renunció el 12 de noviembre de 1999. En forma expedita se inició la designación del nuevo titular. Recayó en Juan Ramón de la Fuente, entonces secretario de Salud.
Urgida de liderazgo y capacidad para hacer frente al conflicto, la universidad vivió ese breve periodo con las prácticas recurrentes de algunos grupos para impedir a toda costa que, en este caso José Narro Robles, obtuviera el nombramiento al frente de la UNAM.
Además de quien es hoy director de la facultad de Medicina, aspiraron al cargo: el investigador Manuel Peimbert, el director del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), Diego Valadés; el secretario de Planeación, Salvador Malo, y el científico Francisco Bolívar Zapata. Se mencionaba también a Juan Ramón de la Fuente.
Sin embargo, José Narro Robles aparecía como el candidato “de mayor peso” y recibía el apoyo de diversos sectores de la comunidad. Bolívar Zapata tenía, a su vez, el respaldo de los universitarios identificados con el ex rector Sarukhán Kermez.
Precisamente el día en que la JG designó al nuevo rector se hizo llegar a algunos periodistas un documento que vetaba ante la JG al doctor Narro Robles.
Se acudía al método ensayado en procesos similares de “filtrar” documentos de descalificación y ataque contra alguno de los aspirantes más fuertes, en este caso Narro, y a quien no se mencionaba expresamente.
José Narro y Manuel Peimbert declinaron participar en el proceso: el primero no se presentó ante el órgano universitario, mientras el investigador señaló ante la JG que era mejor que se eligiera a otra persona.
Al asumir la rectoría, De la Fuente exhortó a los grupos universitarios “sin excepciones” a construir consensos para resolver el conflicto que vivía la UNAM para restablecer su vida académica e institucional. Y aunque no renunció al diálogo con los estudiantes en huelga, en enero convocó a un referéndum entre la comunidad para definir el futuro ante un movimiento que se extendía ya por 10 meses.
La mayoría se pronunció por reanudar actividades. Pese a ello, los huelguistas no depusieron su actitud. El 7 de febrero la Policía Federal Preventiva entró a las instalaciones de la UNAM y detuvo a decenas de activistas.
Días después, la universidad buscaba aceleradamente rehacer su vida normal de investigación, docencia y difusión.
Relección de De la Fuente
En la búsqueda de su relección, Juan Ramón de la Fuente tuvo como oponente, entre otros, a José Antonio de la Peña, quien en 2003 era presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) y director del Instituto de Matemáticas.
Participaron también los directores de las facultades de Derecho, Fernando Serrano Migallón; de Ciencias Políticas y Sociales, Fernando Pérez Correa, y de Ingeniería, Gerardo Ferrando Bravo; además de Rafael Pérez Pascual, director general de Asuntos del Personal Académico de la universidad.
Al inicio del proceso De la Fuente recibió apoyo de 46 de 51 directores universitarios, entre ellos Pérez Correa y Serrano Migallón y el entonces director del IIJ, Diego Valadés, quienes le entregaron una carta en la que le solicitaban que continuara al frente de la institución.
Sin embargo, otro grupo de directores, ligados al área científica, se rehusaron: del Instituto de Biotecnología, Francisco Xavier Soberón; Jaime Urrutia, de Geofísica; Luis Enrique Sansores, de Investigaciones Materiales; Octavio Castaños, de Ciencias Nucleares, y el propio José Antonio De la Peña.
Al mismo tiempo, De la Fuente rechazó que su relección estuviera concertada y el ex rector Sarukhán indicó que las afirmaciones de que él apoyaba a De la Peña eran puras “especulaciones”.
El apoyo al actual rector se extendió entre numerosos grupos de universitarios, e inclusive el sindicato de trabajadores se manifestó en su favor, pese a que amenazaba con una huelga, al advertir que no compartía la candidatura de De la Peña porque “está muy ligado a la línea sarukhanista”.
Además, sorpresivamente, una parte de los llamados ultras del CGH apoyó la candidatura de De la Fuente.
Los cegeacheros, encabezados por Rodolfo Hernández, quien fuera expulsado de la UNAM tras la huelga de 1999; Héctor Galindo, abogado del CGH y actualmente condenado a 67 años de prisión en el penal del Altiplano por los hechos de Atenco del 3 de mayo de 2006; Gonzalo Rodríguez, de Ciencias Políticas y Sociales; René Espíritu, consejero estudiantil por la Escuela Nacional de Trabajo Social, y José Enrique Jiménez Rice, del posgrado de Ciencias del Mar, en conferencia de prensa argumentaron que el rector había defendido el carácter nacional, público y gratuito de la educación; y se mostraban preocupados por la postulación de De la Peña.
Esta vez no hubo “filtraciones” pero sí un debate mediático entre De la Peña y De la Fuente. Así, el primero, quien en 1999 votó por el aumento de cuotas en la UNAM, en esta ocasión defendió la universidad pública y se justificó: “es perfectamente válido que uno modifique sus puntos de vista”.
Aseguraba que durante el primer periodo delafuentista la UNAM no supo responder a las expectativas de la sociedad, pues 40 por ciento de sus egresados en 2001 no encontró trabajo, los niveles académicos de los estudiantes en el bachillerato eran muy bajos, las carreras no se habían modernizado, ni los planes de estudio ni la planta docente, el crecimiento de la plantilla de científicos se estancó y la descentralización era lenta.
En tanto, De la Fuente mantuvo su postura de que las universidades públicas se convirtieron en el pilar de la “resistencia” contra los principios del “lucro mayor” y continuó recibiendo el apoyo de cientos de universitarios.
Promovía su candidatura con los resultados de su gestión: fortalecimiento del carácter público, autónomo y nacional de la institución; impulso de una universidad que atienda con calidad a gran número de estudiantes; rechazo a la privatización y fragmentación de la UNAM; realización de una reforma universitaria que tiene como uno de sus instrumentos al congreso; la idea de que el financiamiento “no puede salir del bolsillo de los estudiantes, sino del cumplimiento cabal de las obligaciones del Estado” y fortalecer a una universidad que no se subordine a las “modas del mercado”.
Luego de entrevistar a los seis aspirantes, la JG eligió a Juan Ramón de la Fuente para un segundo periodo, el cual terminará el 17 de noviembre próximo.
Al ser elegido, se comprometió a conseguir que la UNAM se convirtiera en la institución educativa más importante del país; aunque uno de sus grandes pendientes es la reforma universitaria y la realización de un congreso.
Así, en los próximos días, la UNAM entrará formalmente en un nuevo proceso de selección para designar al rector número 40 en su historia moderna.