Usted está aquí: sábado 22 de septiembre de 2007 Sociedad y Justicia Blackwater y sus impunes mercenarios

Blackwater y sus impunes mercenarios

La verdadera historia del domingo sangriento en Bagdad

Kim Sengupta (The Independent)

El domingo 16 de septiembre al menos 28 civiles murieron en un tiroteo que involucró a la compañía de seguridad estadunidense Blackwater. Pero ¿qué sucedió realmente?

La erupción del fuego de artillería fue repentina y feroz, ráfaga tras ráfaga derribó a hombres, mujeres y niños, e impactó en automóviles que chocaron y se volcaron cuando sus conductores intentaron, desesperadamente, escapar. Algunos vehículos se incendiaron al explotar sus tanques de gasolina. Una madre y su pequeño murieron en uno de ellos, atrapados por las llamas.

El tiroteo del domingo, a manos de guardias de la compañía de seguridad privada estadunidense Blackwater, ha desencadenado una de las disputas más amargas y públicas entre el gobierno iraquí y sus patrones estadunidenses, y pone de manifiesto la conducta, con frecuencia violenta, que ejercen los ejércitos privados occidentales que operan en Irak desde la invasión de 2003, los cuales permanecen inmunes a todo juicio y condena.

Los hombres de seguridad de Blackwater son acusados de perpetrar una matanza indiscriminada. Hassan Jabar Salman, un abogado, recibió cuatro disparos en la espalda; en su auto se hallaron otros ocho impactos de bala.

Sentado y cubierto de vendajes en el hospital Al Yarmukh, recordó las escenas de horror: “Vi a una mujer y a unos niños saltar de un auto y arrastrarse por el camino esquivando los disparos. Pero el fuego no cesaba y muchos de ellos murieron.

“Miré a un niño de unos 10 años saltar de un minibús y recibir un tiro en la cabeza. Su madre salió llorando del vehículo para estar con él y también murió. La gente estaba aterrada.”

Al final de la prolongada lluvia de balas, en la plaza Nisoor quedó evidenciada la carnicería, con cuerpos regados entre restos ardientes. Las ambulancias trataban de recoger a los heridos, pero eran obstaculizadas por la multitud que huía.

Según las autoridades iraquíes, el saldo del incidente era de 28 muertos hasta este jueves, pero podía aumentar, de acuerdo con los médicos, pues era improbable que sobrevivieran muchos de los que fueron heridos por disparos a corta distancia.

Dado que la furia iraquí no da señas de aplacarse, la administración estadunidense ha suspendido todo movimiento por tierra de sus funcionarios afuera de la fortificada Zona Verde.

El gobierno iraquí ha revocado la licencia de operaciones de Blackwater, pero permanece empleada por el gobierno estadunidense. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, ha prometido una investigación “transparente”.

Blackwater y el Departamento de Estado estadunidense insisten en que los guardias abrieron fuego en legítima defensa, en respuesta a la explosión de un artefacto y a que fueron objeto de disparos de francotiradores.

Entre la retahíla de acusaciones y recriminaciones The Independent ha tratado de reconstruir los hechos de ese día.

Los reportes que obtuvimos de miembros del público, del personal de seguridad y de funcionarios iraquíes, así como nuestra propia investigación, nos llevan a un escenario notoriamente distinto a la versión estadunidense.

Sí se oyó un estallido de bomba, pero fue demasiado lejos como para ser una amenaza para los guardias de Blackwater y los funcionarios del Departamento de Estado a los que custodiaban. No encontramos a ningún testigo iraquí que hablara de disparos de francotiradores.

Testigos señalan que las primeras víctimas del tiroteo fueron una pareja y su hijo. La madre y el pequeño tuvieron muertes horribles y sus cuerpos se fusionaron cuando su auto se incendió.

Según los testimonios, los contratistas también dispararon contra soldados y policías iraquíes, y posteriormente pidieron como refuerzo un helicóptero de su fuerza aérea privada que causó más muertes.

Blackwater desmintió la mayor parte de esto. En una declaración, la compañía afirmó que quienes fallecieron eran “insurgentes armados y nuestro personal actuó de manera legal y apropiada en una zona de guerra, protegiendo vidas de estadunidenses”.

El día después de los asesinatos, Mirenbe Natongo, vocera de la embajada estadunidense, dijo que el equipo de Blackwater había “reaccionado a un coche bomba”. El encargado de información de la legación, Johann Shmonsees, enfatizó: “El auto estaba en las cercanías del lugar donde personal del Departamento de Estado sostendría una reunión, y ese fue el motivo de la respuesta de Blackwater”.

Salman, por su parte, afirmó que acababa de dar la vuelta en la plaza Nisoor, detrás del convoy de Blackwater, cuando comenzó el tiroteo. Recordó: “Había ocho extranjeros a bordo de cuatro vehículos utilitarios. Escuché una explosión en la distancia y después de eso los extranjeros empezaron a gritar y a hacernos señas para que retrocediéramos. Di la vuelta en mi auto para regresar, y cuando había recorrido unos 30 metros comenzaron los disparos. Mi auto fue impactado por 12 balas y se volcó. Cuatro me dieron en la espalda y otra en el brazo. ¿Por qué dispararon? No lo sé. Nadie, repito, nadie les disparó. Los extranjeros nos dijeron que retrocediéramos y eso hice. No había razón para disparar”.

Muhammed Hussein, cuyo hermano pereció en el tiroteo, dijo: “Él iba conduciendo y vimos el convoy negro delante de nosotros. De pronto mi hermano se derrumbó sobre el volante. Lo saqué arrastrando del auto y me di cuenta de que había recibido un balazo en el pecho. Traté de esconderlo junto a mí de los disparos, pero ya estaba muerto”.

No hubo tiros

Jawad Karim Ali iba camino al hospital Al Yarmukh para recoger a su tía cuando comenzó la balacera. El parabrisas de su auto le saltó en la cara a pedazos y le cortó el rostro.

“Luego recibí dos disparos en el hombro izquierdo, sentí cómo otra bala me rozó la cara. Ahora mi tía está fuera del hospital y yo estoy aquí. Se oyó una explosión a lo lejos, pero no hubo tiros antes de que dispararan los agentes de seguridad, y simplemente lo siguieron haciendo”.

El domingo sangriento en Bagdad se ha convertido en una prueba de soberanía entre los poderes del gobierno iraquí y Estados Unidos. El primer ministro, Nuri Maliki, declaró: “No vamos a tolerar que se asesine a nuestros ciudadanos a sangre fría”. Agregó que el tiroteo fue el séptimo en su tipo en que Blackwater está involucrado.

Blackwater, cuya sede está en Carolina del Norte, es una de las más grandes beneficiarias de los lucrativos dividendos de la ocupación, al hacerse del contrato para proveer seguridad de alto nivel a funcionarios estadunidenses.

Historial controvertido

Su reputación en Irak es especialmente controversial. Está el linchamiento de cuatro empleados de la compañía en 2004, que llevó a una sangrienta confrontación en Fallujah.

Los cuerpos de los hombres fueron quemados, arrastrados por las calles y colgados de un puente.

El personal de Blackwater es reconocible por su “uniforme”, que consiste en anteojos oscuros de aviador y un chaleco antibalas usado encima de sudaderas oscuras, y todos llevan cascos. Los empleados ganan unos 600 dólares al día.

El tiroteo del domingo ocurrió en el distrito de Mansour, que alguna vez fue una de las zonas de moda en Bagdad, con calles llenas de tiendas que vendían mercancía costosa, restaurantes y galerías de arte. En el momento álgido de las sangrientas disputas entre chiítas y sunitas a principios de este año era común que en esas mismas calles aparecieran cadáveres regularmente.

Una muy relativa seguridad ha retornado a Mansour a raíz del incremento de tropas estadunidenses y la zona ha sido puesta de ejemplo de cómo esta estrategia ha reducido la violencia.

Estábamos en Mansour el domingo cuando escuchamos el estruendo ensordecedor de una explosión pasado el mediodía. Nubarrones de humo negro salían de un cuartel semidestruido de la Guardia Nacional, cerca de una mezquita. Cinco o seis minutos más tarde se escuchó el ruido prolongado de disparos que provenía del sur.

El capitán de la policía, Ali Ibrahim, quien estaba de servicio cerca de la plaza Nisoor, declaró: “Escuchamos el estallido de una bomba, pero no fue en la plaza. De hecho, la policía estaba tratando de desalojar las vías para que pasara el convoy de los contratistas, pero éstos se alteraron y abrieron fuego. Nadie les había disparado”.

Al preguntársele sobre lo que han declarado testigos, el vocero del gobierno iraquí, Ali Dabbagh, confirmó: “Los policías de tránsito estaban intentando abrirles el camino. La plaza estaba muy concurrida y un automóvil pequeño no se detuvo, se movía muy lentamente. Empezaron a disparar a ciegas. En el auto había una pareja con niños y los balearon”.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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