El ex presidente pasa su primera noche detenido en el país; sufre ligera hipertensión
Temen en Perú que Fujimori cuente con videos para chantajear a jueces
Su ex jefe de espionaje filmó actos de corrupción de gran parte de la clase política
Ampliar la imagen Agentes de elite patrullan los alrededores de las instalaciones policiacas donde el ex presidente Alberto Fujimori está detenido, en Lima Foto: Ap /Agencia Andina
Lima, 23 de septiembre. Después de siete años de no pisar Lima, el ex presidente peruano Alberto Fujimori pasó la primera noche en su país con buena salud, aunque “mostró signos moderados de hipertensión”, de acuerdo con el Ministerio de Justicia.
El ex mandatario llegó ayer al país extraditado desde Chile para enfrentar varios cargos de violaciones a los derechos humanos y de corrupción y hoy recibió la visita de su hija, la diputada Keiko Fujimori, tras un fugaz encuentro de 10 minutos el sábado.
Después de verlo, la congresista, embarazada de seis meses, afirmó estar preocupada por su salud y por dónde pasará su padre el tiempo que duren los juicios que deberá enfrentar.
Una de las posibilidades que se barajaban era que Fujimori fuera alojado en la cárcel de la base naval de El Callao, donde están presos su ex asesor Vladimiro Montesinos –que ordenó la construcción de la prisión– y el ex líder de la organización guerrillera Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, presidente Gonzalo.
Para tranquilidad de sus familiares y partidarios, sin embargo, Fujimori no irá a esa cárcel. Las próximas dos semanas las pasará, según la prensa peruana, en una celda que cuenta con un dormitorio privado, una televisión y una sala con dos sillones.
Después, informó la ministra de Justicia, María Zavala, el ex presidente “será trasladado a la escuela de agentes penitenciarios, con espacios amplios para que tenga una habitación y una sala”.
A pesar de estas garantías, de que Fujimori viajó desde Chile sin esposas y de que su situación es envidiable si se considera que de acuerdo con varios analistas todas las cárceles peruanas están sobrepobladas, los partidarios del ex mandatario se quejaron de maltrato.
“Es abusivo que luego de nueve horas de vuelo, sin alimentos, el presidente haya sido obligado a dar una primera declaración general que bien podía haberse postergado”, aseveró el legislador fujimorista Rolando Souza.
La ex primera dama, la japonesa Satomi Kataoka, se mostró también “muy preocupada” por la situación de su marido.
Las angustias de sus familiares y partidarios pueden ser fácilmente entendibles. Los riesgos de que Fujimori se enferme mientras está en prisión son muy altos si se considera que hay gran posibilidad de que no salga de la cárcel en muchos años. Además, el regreso del ex mandatario a Perú es muy distinto de como sus parientes y amigos imaginaban.
En noviembre de 2000, recién electo presidente por tercera vez en unas elecciones muy cuestionadas, El Chino, como lo llaman sus compatriotas, salió de vacaciones a Japón mientras su asesor estrella y jefe de los servicios de inteligencia, Vladimiro Montesinos, enfrentaba un escándalo de corrupción.
En los 10 años que estuvieron en el poder, Montesinos y Fujimori habían fraguado un autogolpe de Estado para cambiar la constitución y permitir la relección inmediata, habían apresado a la cúpula de Sendero Luminoso y habían sobrevivido a muchos escándalos.
Aparentemente había poco que temer, pero después de analizar la situación Fujimori decidió no volver a cruzar el Pacífico y envió su renuncia al Congreso. Los legisladores, sin embargo, prefirieron no aceptar su dimisión y destituirlo por ser “moralmente incapaz” de gobernar.
El Chino, no obstante, no coincidió con el diagnóstico de los congresistas. En 2005 aterrizó por sorpresa en Santiago. Desde ahí emitió un comunicado en el que decía que pretendía volver a Perú “a cumplir con el compromiso adquirido con un importante sector del pueblo peruano” y ser una vez más candidato a la presidencia.
No tuvo tiempo ni de iniciar su campaña presidencial. Al día siguiente de llegar a la capital chilena fue arrestado. Su estancia en Chile pasó de ser la antesala de su regreso al poder a convertirse en su primer encontronazo con la justicia chilena, que el viernes ordenó su entrega a las autoridades peruanas.
El ex mandatario tiene ahora que enfrentar, entre otros cargos, la acusación de haber ordenado la masacre de Barrios Altos, en Lima, en la que murieron 15 personas, y la de la universidad de La Cantuta, en la que fueron victimados nueve estudiantes y un profesor.
La abogada de las víctimas de estos dos hechos, Gloria Cano, dijo confiar en los magistrados que llevarán el caso, aunque también advirtió que Fujimori podría ejercer mucha presión sobre ellos.
Uno de sus principales bazas podría ser recaer en dos prácticas que caracterizaron su mandato: la corrupción y el chantaje. Después del escándalo de 2000, se supo que Vladimiro Montesinos grabó en video cómo compraba a varios políticos peruanos. Las cintas fueron llamadas “vladivideos” y había tantas, con tantos personajes que, aseguran algunos analistas, si todas las imágenes salían al aire, Perú se quedaba sin clase política.
En ese tiempo, un falso fiscal, al que después se supo ligado con el palacio de gobierno, allanó la casa de Montesinos y se apoderó de varias de sus pertenencias. Se cree que entre los objetos robados había varios videos. Algunos temen que los magistrados del caso aparezcan en alguna cinta que está en poder de Fujimori, pero nada es seguro.
En Lima, un grupo de personas destruyó a martillazos el monumento del Ojo que llora, un homenaje a las víctimas del conflicto interno que vivió Perú entre 1980 y 2000. Quienes atacaron la escultura amordazaron al policía municipal que vigilaba la obra, destruyeron varias filas de piedras levantadas en honor a las víctimas de la violencia armada y lanzaron pintura.