Exorbitante inflación y un régimen militar represivo azotan la antigua Birmania
Protestan 20 mil personas en Myanmar
Yangón, 23 de septiembre. Unas 20 mil personas, la mitad monjes budistas, marcharon hoy por las calles de Rangún, la capital de Myanmar. La manifestación es la más grande en casi dos décadas y las protestas de los últimos días son las más importantes que el Consejo del Estado para la Paz y el Desarrollo (CEPD), la junta militar gobernante desde 1989, ha tenido que enfrentar desde que se hizo con el poder.
Aunque este domingo la policía les impidió el paso, los manifestantes pudieron visitar ayer la casa de la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, que ha sufrido varios periodos de detención desde hace 15 años y está bajo arresto domiciliario desde 2003. Al ver a los monjes fuera de su hogar, Suu Kyi se asomó a la puerta, apareciendo en público por primera vez desde que fue recluida en su domicilio.
Quienes visitaron a la premio Nobel y llevan una semana protestando se quejan de la represión del gobierno contra las protestas desatadas este verano, provocadas por una brutal inflación y por un aumento en el precio de la gasolina que el CEPD no ha explicado todavía.
La pregunta, ahora, es qué harán los militares en el poder para mantenerse ahí a pesar del descontento general, cada vez más generalizado y más presente en las manifestaciones. Después de todo, se está hablando de una junta militar que ordenó atacar la caravana en la que Suu Kyi viajaba en 2003, para después acusar a la víctima de ser “un peligro público” y ordenar su arresto, además de otras arbitrariedades.
El gobierno de Myanmar ha sido señalado de tener prácticas extravagantes. Por ejemplo, aunque el país siempre se llamó Birmania, en 1989, al poco tiempo de llegar al poder por la fuerza, el CEPD decidió nombrarlo Myanmar. Y la capital siempre se llamó Rangún, pero los militares decidieron nombrarla Yangón.
La más llamativa –y la más cara– de las extravagancias, sin embargo, fue la decisión de cambiar la sede del gobierno de lugar. El CEPD no quiso trasladarla a otra ciudad, sino a un prado en medio de la selva llamado Pyinmana, donde no había nada excepto una minúscula aldea.
El anuncio de que la nueva capital política no sería Yangón se hizo en 2005. Pero dos años después, la nueva sede del CEPD y sus ministerios, llamada ahora Naypyidaw en vez de Pyinmana, no se ha terminado de construir y lo único listo para usarse son edificios gubernamentales y unos cuantos bloques de departamentos. Los caminos, además, brillan por su ausencia.