En entrevista con La Jornada, señaló que buscaba lo que decía Molière: ser inmortal
No tengo edad porque soy un marinero de los aires, dijo el genio de la mímica
Como llegué a la perfección tengo que seguir buscando nuevas secuencias, afirmó
Ampliar la imagen Las manos de Marcel Marceau, herramientas con las que recreó el mundo. Aquí en 2003 Foto: Ap
Ampliar la imagen Dos momentos de Monsieur Bip, personaje creado por Marcel Marceau. Arriba, durante una presentación en el Centro Cultural Belem, en Lisboa, Portugal, y abajo, en una actuación en la Universidad de California en Los Ángeles, en 1983 Foto: Reuters y Ap
Desde que en México debutó en el Palacio de Bellas Artes en 1957, Marcel Marceau visitó el país continuamente. Ofreció muchas conferencias pero concedió pocas entrevistas. El 25 de agosto de 1992, La Jornada logró una exclusiva con el artista francés, luego de un encuentro fortuito fuera de su camerino en el Teatro de la Ciudad, y de la cual reproducimos algunos pasajes:
–Señor Marceau, a sus 69 años de edad, ¿ha alcanzado usted la perfección?
–Sí, en algunas de mis obras he logrado lo perfecto. Por ejemplo, en La creación del mundo, o en La jaula, en El fabricante de máscaras. Y precisamente porque he llegado a la perfección sigo buscando y creando nuevas secuencias.
–¿Qué significa avanzar, evolucionar vitalmente?
–Todos los días uno retrocede para avanzar. El artista, a través de su búsqueda, no avanza siempre, a veces retrocede, a veces avanza. Tal es el combate de la vida. Yo soy un marinero de los aires. He ido a todas partes del mundo como un artista y la obligación de un artista es aspirar a la perfección. Como marinero de los aires, entonces, no tengo edad. Digamos que no tengo 69, tengo 100. Porque avanzo por los aires.
–Como dice Saint-John Perse: hay que recular para mejor avanzar (Il faut reculée por mieus sauter).
–Eso es. Retroceder para saltar mejor es medir la propia mirada, calcular las propias posibilidades y cuando un artista hace eso, tiene el camino abierto para ir más allá de sí mismo.
–¿Qué pensamientos le merece la edad?
–La edad depende mucho de la conservación física, de la herencia corporal, valerosa o desgraciada, pero justa. Es algo que emerge y cuando se tiene una buena herencia corporal, el oficio se convierte entonces en una actitud mental y física y en un arte de la conservación. Mi buen maestro Etienne Decroux me dijo en 1944, cuando yo era un desconocido: “Ah, Marcel Marceau, el arte de la pantomima lo conservará a usted en la juventud eterna”. Y ya ve usted, cuando estoy en escena yo me siento siempre joven, tan joven como siempre, simplemente con la edad que otorga un gran conocimiento de la vida y sus misterios.
–¿El transcurso de la edad condiciona su trabajo de alguna forma?
–Claro, llega un momento de la vida en que la edad es exactamente nuestra edad. Pero así es la vida. Es la condición humana. Todos somos mortales, pero como dice Molière: al mismo tiempo intento ser inmortal.