Usted está aquí: lunes 24 de septiembre de 2007 Cultura Goran Bregovic ofrece en Monterrey muestra antológica de su obra musical

Presenta partes de su nuevo disco Carmen con final feliz y temas de películas

Goran Bregovic ofrece en Monterrey muestra antológica de su obra musical

El divorcio con Kusturica no fue tan traumático como la guerra de Yugoslavia, afirmó

Arturo García Hernández (Enviado)

Monterrey, 23 de septiembre. Durante poco más de dos horas, Goran Bregovic ofreció una muestra antológica de su trabajo, en un concierto memorable que incluyó obras tempranas y recientes, extractos de su nueva producción discográfica –la ópera Carmen con final feliz– así como algunos de los temas que hizo para las películas de Emir Kusturica (Tiempo de gitanos, Underground), a las que debe parte de su actual celebridad mundial.

En la que fue su primera presentación en México, quedó patente la versatilidad y eclecticismo del músico de Bosnia-Herzegovina (ex Yugoslavia), quien cautivó por completo al público reunido en la nueva y suntuosa Plaza 400 Años de esta capital, dentro del programa del Fórum Universal de las Culturas.

Acompañado por una veintena de músicos y cantantes –grupo coral y orquesta– Goran Bregovic cautivó a la audiencia con una sucesión de paisajes sonoros, evocadores de lo que podría describirse como el espíritu balcánico –festivo, turbulento, melancólico–, que en su versión fílmica ha plasmado con similar intensidad Kusturica.

Las fuentes de las que abreva comprenden, evidentemente, la música gitana, la tradicional balcánica, la música de concierto europea, e incluso la litúrgica y militar. Más allá del mero disfrute epidérmico, escuchar en vivo a Bregovic ofrece la oportunidad de apreciar con toda nitidez su talento a la hora de sintetizar todas sus influencias para lograr su sonido característico.

Minutos antes de su presentación, Bregovic accedió a ofrecer una breve conferencia de prensa en el auditorio del Museo de Historia Mexicana, recinto que preside la Plaza 400 Años. Apareció demacrado y con expresión de fatiga, pero abordó de buen talante todos los temas que se le propusieron: su relación profesional con Kusturica, la situación política actual de su país, y sus años como rockero en la Yugoslavia de Tito.

Después de asegurar con cortesía protocolaria que se sentía contento de estar en Monterrey y de disculparse por no hablar español, lo primero que dijo, quizá todavía bajo los efectos del jet-lag, fue que esta ciudad “es un lugar muy lejano del de donde vengo”.

Para ilustrar la diversidad y complejidad del ambiente cultural en el que nació y se formó, resaltó: “Soy de Sarajevo, que es la frontera donde confluyen tres culturas, la católica, la ortodoxa y la musulmana, es la única frontera de este tipo en la historia de la humanidad. Por eso tenemos esa historia tan terrible y por eso los músicos nacidos ahí disponemos de todas esas influencias”.

De ahí se explica la amplia y hasta contrastante variedad de la obra de Bregovic. Esto quedó constatado en el concierto que empezó con extractos de música litúrgica, siguió con fragmentos de la ópera que está en su disco más reciente, Carmen con final feliz, pasó por la música para bodas y fiestas populares, hasta llegar a los temas más conocidos de los que hizo para los filmes de Kusturica.

A pregunta expresa en el sentido de si la separación profesional entre él y Kusturica era una metáfora de la división de la antigua Yugoslavia, el compositor ironizó: “Nuestro divorcio no fue tan dramático como la guerra en nuestro país; sería una pesadilla tener un divorcio tan grande como lo que pasó en nuestro país”.

Un poco más en serio, recordó que trabajaron juntos durante 10 años y que con eso bastaba. Aunque no dejó de reconocer el talento del cineasta: “Una de las cosas más raras es encontrar gente con talento, como en todos los oficios, y cuando la encuentras deja algo en ti”.

Lo cierto es que, más allá de su venturosa colaboración con Kusturica, Goran Bregovic tiene una trayectoria fructífera y méritos innegables. Lo que le dio el cine fue proyección mundial.

Hijo y nieto de militares, poseedor de tres pasaportes y tres casas en tres ciudades que antes pertenecían a un solo país, al referirse a la fragmentación de la antigua Yugoslavia y a la manera en que ésta le había afectado, Bregovic simplemente comentó: “Es complicado amar a un país como el mío, que un día explotó. Es algo que no puedes cambiar, pero entonces entiendes que el país no es un territorio geográfico o político, sino que es un territorio emocional. Yo trato de conservar mi territorio emocional”.

Acerca de su pasado rockero en la Yugoslavia comunista, dejó ver que era una manera de asumir una posición política en un régimen para el cual el rock “representaba un sistema de valores equivocado. Hoy no hay más razón para vestir mi música de rock and roll, es sólo música”.

Por cierto, recordó que la música preferida de Tito era la de mariachis, por lo que en esa época se escuchaba mucho y surgieron numerosas agrupaciones de mariachis yugoslavos.

Antes de dar por concluida la charla para irse a ofrecer su concierto, Goran Bregovic dijo que lo único que quería hacer esta noche era divertirse y tratar de que el público lo hiciera también.

Y lo logró. La fiesta empezó desde que sus músicos aparecieron sobre el escenario y poco después él, con sus característicos traje y camisa blancos. Alrededor de 3 mil personas, jóvenes la mayoría, lo recibieron con gritos y un aplauso atronador. Después bailaron y cantaron durante más de dos horas.

El rostro sonriente de Goran Bregovic resumía la plena comunión se había dado entre público y artistas.

 
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