No tengo interés en que mis libros se conviertan en películas, asegura
Soy amante del cine, pero no influye en mis novelas: Paul Auster
En San Sebastián presenta fuera de concurso La vida interior de Martin Frost
San Sebastián, 23 de septiembre. “He pasado la mayor parte de mi vida solo en una habitación, escribiendo palabras sobre el papel. En los últimos 15 años he salido de esa habitación en dos ocasiones para trabajar con otras personas”. Las ocasiones de las que habla el escritor estadunidense Paul Auster fueron para dirigir las cintas Lulú en el puente y La vida interior de Martin Frost, esta última proyectada fuera de concurso en el festival de San Sebastián, al que asiste como director y presidente del jurado de la sección oficial.
Auster separa perfectamente sus papeles de cineasta y escritor. “Siempre he sido un amante del cine, pero no creo que haya influido en mi trabajo de novelista. Siempre he pensado mis novelas como todo lo contrario: nada cinematográficas. No tengo interés en que se conviertan en películas, aunque sí ha sido un placer trabajar en el cine”.
Historia de optimismo
La vida interior de Martin Frost (The inner life of Martin Frost) es quizá uno de los pocos trabajos optimistas de Auster, una suerte de comedia mezclada con sueños. “Quería hacer una comedia y pensé en esta historia desde 1999, antes de Bush, antes de que las cosas se pusieran tan oscuras”, dijo en referencia al anuncio que hizo hace tiempo de que no escribiría porque se sentía frustrado por las acciones del gobierno estadunidense y la guerra en Irak. Sin embargo, dijo, “en la oscuridad de nuestros tiempos a veces algo ligero es de gran utilidad”.
En esta cinta, donde actúan Sophie (la hija del escritor), Irène Jacob, David Thewlis y Michael Imperioli, trata “el tema de la imaginación y del proceso creativo; de cómo un escritor vive dentro de lo que está creando. Pienso a Martin Frost como una respuesta a Lulú en el puente. Las dos se solapan de cierta manera en cuanto al estado de ensoñación, pero el tema sigue siendo lo imaginario que se convierte en lo real.
“En ambos casos un hombre inventa a una mujer. Para eso somos buenos los hombres: para crear mujeres en la mente. Probablemente es uno de los puntos negativos de la masculinidad: ver algo que realmente no está ahí, pero que al mismo tiempo mantiene vivo el deseo en el mundo”.
Sobre la separación entre el director y el escritor, añadió: “escribí el guión como película, no como novela. Lo pensé como algo visual. Son dos cosas totalmente diferentes: una película es un rectángulo, es bidimensional, imágenes proyectadas. Parece la realidad, pero no la es. En cambio un libro son palabras sobre una página que luego absorbe la mente del lector y muchas veces son más reales que las imágenes de una cinta.
“Una novela es un motor narrativo que funciona en tres dimensiones, mientras que una película se corta en diferentes momentos, como un rompecabezas. Son dos procesos diferentes y por eso he disfrutado trabajar en el cine: me obliga a pensar de otra manera”.
Por lo pronto, no tiene otro guión en mente, pero si lo tuviera lo haría de la misma manera, a escala íntima: “me gusta trabajar a ese nivel, con un presupuesto pequeño, que da la oportunidad de trabajar de manera libre. Quienes trabajan en filmes de gran presupuesto no tienen poder, los productores lo controlan todo”.
Las actividades de Paul Auster continuarán no sólo como jurado. El próximo miércoles presentará la versión en castellano del guión La vida interior de Martin Frost (Anagrama).
Y, mientras, sigue repartiendo autógrafos por las calles de esta ciudad.