Comienza el homenaje nacional por los 50 años de la muerte del notable artista

Los “inventos” de Diego Rivera cobijan la muestra Epopeya mural

La exposición más completa de su trabajo muralístico se abre hoy en Bellas Artes

La obra transportable, como Gloriosa victoria, es una invención de mi abuelo, expresó Juan Coronel

Merry MacMasters

Los “inventos” de Diego Rivera están a flor de piel en Epopeya mural, exposición que reúne más de 180 obras, entre proyectos, bocetos, apuntes, calcas y estarcidos.

Se trata de la exhibición más completa de la obra muralística del artista, que hoy será inaugurada a las 20 horas, en el Museo del Palacio de Bellas Artes, donde ocupa las ocho salas.

La apertura de Epopeya mural marca el comienzo del homenaje nacional con motivo del 50 aniversario luctuoso del pintor guanajuatense –que se cumple el 24 de noviembre–, en su momento equiparado con Henri Matisse y Pablo Picasso.

De hecho, gracias a que Rivera fue el inventor del mural transportable, de acuerdo con Juan Coronel Rivera, curador de la muestra con Américo Sánchez, fue posible que se trajeran obras de ese género, una de ellas, Gloriosa victoria (1954), estrella de la exhibición, la cual permaneció “perdida” más de 40 años en las bodegas del Museo Pushkin, en Moscú.

Cuando Gloriosa victoria se localizó en 2000, no se pudo observar bien el mural, expresó Sánchez.

Sin embargo, tras iniciar hace tres años la negociación para mostrarlo aquí, por parte de Carlos Philips, y al recibir las placas fotográficas, la parte mexicana se dio cuenta que el mural estaba pintado en el anverso y el reverso. Es decir, en la parte posterior Rivera dejó una obra inconclusa, que queda de cabeza.

De allí que Juan Coronel haya dicho ayer en el recorrido de la exposición en Bellas Artes, que su abuelo también inventó “esta cuestión de pintar ambas caras de los murales”.

Desaparecidos, varios murales

Parado frente a El hombre controlador del Universo (1934), mural que Diego Rivera pintó en el segundo piso del Palacio de Bellas Artes, Juan Coronel recordó que su abuelo empezó a pintar los murales de la Secretaría de Educación Pública en 1923, pero para 1925 las obras terminadas ya presentaban grietas, “no por el mal aplanado que Rivera hiciera, sino por el movimiento propio de los edificios. Por eso, buscó que no estuvieran adheridos, y así no depender de la estructura física arquitectónica”.

Coronel Rivera relacionó la creación de los murales transportables con un hecho específico:

“Cuando Rivera pintaba los murales del Palacio de Cortés, en Cuernavaca, contratado por Dwight Morrow, embajador de Estados Unidos en México en ese tiempo, coincidió con el cumpleaños del diplomático.

“Al señor Morrow se le ocurrió que Diego hiciera una versión –pienso que le dijo que lo hiciera en tela– de uno de los fragmentos del mural para que se lo regalara de cumpleaños.

“Allí es donde Diego Rivera inventa la cuestión de los murales transportables.”

Entre los 23 tableros transportables exhibidos figuran Represión y Soldadura eléctrica, pintados para su exposición en el Museo de Arte Moderno, de Nueva York; cinco de los 21 paneles que creó para Retrato de Norteamérica (1933), para la New Workers School de Nueva York; La piñata y Los niños pidiendo posada; dos fragmentos –de Zapata y de Cantinflas– del mural del Teatro Insurgentes, actualmente sometido a restauración.

Asimismo, Girasoles (1942), pintado originalmente para el bar Ciro’s, del hotel Reforma, apenas localizado hace dos semanas en una colección particular, así como Río de Juchitán, que Coronel Rivera calificó también como un “doble mural”, aunque no aparece la parte de atrás.

De hecho, varios murales siguen desaparecidos, como Pesadilla de guerra y sueño de paz, así como La Cuarta Internacional, que posiblemente haya sido destruido; también siguen sin aparecer “unos cinco paneles más de la serie pin-up girls”, de la cual forma parte Girasoles.

Inspirador de Rius y Naranjo

Gloriosa victoria “abre” la Sala Nacional. El tema gira en torno a la intervención de Estados Unidos en la caída del gobierno democrático de Jacobo Arbenz, en Guatemala.

Para Coronel Rivera se trata de un cuadro que “debemos conectar con la caricatura contemporánea, no nada más con el muralismo mexicano. Rivera no sólo hacía una obra de propaganda, sino lo que es el origen de la caricatura contemporánea, de donde salen Rius y Naranjo”.

Respecto del mural inconcluso en la parte trasera, el curador explicó: “Mi teoría es que Diego quería hacer dos versiones de la misma obra”.

Gloriosa victoria sería “la versión latinoamericana de la explotación”, mientras que en el reverso, donde “algunos de los símbolos y signos están en inglés”, se mostraría “la parte de la explotación que se daba en las fábricas de Estados Unidos”.

De allí que “Rivera también inventa esta cuestión de pintar ambas caras de los murales, inclusive hacer los dos transportables, como es el caso de Río de Juchitán”.

Roxana Velázquez, directora del Museo del Palacio de Bellas Artes, estima que Epopeya mural podría atraer a 250 mil personas, en dos meses y medio, pues hasta el momento no se piensan ampliar los horarios como en la reciente exposición por el centenario de Frida Kahlo.