Agradece el “inolvidable” 1º de diciembre de 2006 y a sus críticos por mantenerlo alerta
Autoelogios de Calderón en fiesta por su primer año en el gobierno
Fuerte dispositivo de seguridad impidió el acceso de perredistas a inmediaciones de Palacio Nacional
El gobernador perredista Juan Sabines, entre priístas, panistas y empresarios que acudieron a desayuno
Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón durante el festejo por su primer año de gobierno Foto: José Antonio López
Ampliar la imagen Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública desalojan a simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador de las inmediaciones de Palacio Nacional Foto: Notimex
El presidente Felipe Calderón celebró su primer año de gobierno,“el más importante” de su vida, convencido de que “rompió el tabú” de la incapacidad crónica para alcanzar acuerdos políticos.
También se congratuló de que los mexicanos se han sacudido creencias que los ataban al pasado, al lamento permanente y al resentimiento.
Rodeado de integrantes del gabinete y de la familia panista, ya que no asistieron líderes del PRI ni gobernadores del PRD, salvo el chiapaneco Juan Sabines, el michoacano hizo un recuento desde el primero de diciembre de 2006, cuando el país “vivía momentos difíciles y de gran incertidumbre”, hasta hoy, en que el panorama es “verdaderamente distinto”.
Protegido por un fuerte dispositivo de seguridad, que impidió el acceso de manifestantes perredistas a las inmediaciones de Palacio Nacional, Calderón dedicó también palabras de agradecimiento a los legisladores; a “mis adversarios políticos, mis críticos y a la prensa”; al Ejército; a sus colaboradores y a su esposa, Margarita Zavala, así como a sus hijos, quienes estaban presentes.
Sin mencionar a su principal adversario, el perredista Andrés Manuel López Obrador, recordó que hace un año la vida institucional en México estaba “amagada por la vía de los hechos”, y la inquietud –dijo– no era sólo por la rendición de protesta del nuevo gobierno, sino que había una genuina preocupación acerca del futuro.
Señaló que la responsabilidad de los legisladores, quienes a pesar de las circunstancias hicieron posible el cumplimiento de la Constitución, marcó de manera significativa el rumbo del nuevo gobierno, porque “las cosas empezaron a cambiar” en el país.
Por momentos, el desayuno pareció un nuevo informe de gobierno; programas y cifras dadas a conocer en diversos actos a lo largo de los últimos tres meses volvieron a escucharse en su intervención de 32 minutos.
Fueron testigos desde encumbrados líderes panistas claramente aliados a Calderón, como Santiago Creel, presidente de la mesa directiva del Senado, hasta aquellos que en el pasado lo han criticado, pero ahora lo elogian, como Manuel Espino, dirigente nacional del PAN. Junto a ellos también estaban Carlos Abascal, Gerardo Priego, Gustavo Madero y Ricardo García Cervantes. Este último se encontraba en una zona donde hubo varias mesas vacías, inasistencia que fue justificada por un alto funcionario de Los Pinos, como resultado del operativo de seguridad.
Y por supuesto, el equipo cercano al Presidente: Juan Camilo Mouriño, quien era el más buscado por los asistentes –al salir del acto, y estando a unos metros de la pista de patinaje instalada en el Zócalo por el gobierno capitalino, dijo sonriente que no pensaba ir porque “no me invitaron”–; César Nava; Alejandra Sota; Maximiliano Cortázar y Aitza Aguilar.
Para dar un toque de apertura y pluralidad al convite, en la zona VIP quedaron mezclados secretarios de Estado; gobernadores de PRI y PAN; los pocos empresarios que llegaron, entre ellos Carlos Slim Domit; directivos y columnistas de medios de comunicación; deportistas olímpicos de la talla de Ana Gabriela Guevara e Iridia Salazar, y miembros de la farándula, entre ellos Sergio Meyer, del conocido espectáculo Sólo para Mujeres.
En esta diversidad, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, quedó ubicado en medio de la vieja guardia sindical. En mesas contiguas figuraban Rafael Ochoa Guzmán, enviado de la lideresa del magisterio, Elba Esther Gordillo, y el dirigente de los petroleros, Carlos Romero Deschamps, quienes platicaban con sus acompañantes entre los acordes de música mexicana interpretada con salterio, como en la época porfiriana.
La “sociedad civil” presuntamente estuvo representada en figuras como el fundador de Provida, Jorge Serrano Limón, y el presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), Guillermo Bustamante, quien hizo fila para besar la mano del obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda.
Además de los líderes panistas en el Congreso, en la mesa de honor departieron el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia y el ombudsman nacional, José Luis Soberanes. El saliente presidente consejero del IFE, Luis Carlos Ugalde, ya ni se presentó, aunque sí llegaron algunos aspirantes a sucederlo, como el comentarista Ezra Shabot, quien no perdió la oportunidad de saludar al Presidente.
Luego de que sus invitados degustaron un desayuno estilo Michoacán, su tierra natal, con uchepos, corundas y buñuelos de viento, Calderón Hinojosa hizo un nuevo balance de su gestión, en el que señaló que en materia de seguridad se vislumbran algunos avances, pero reconoció que los resultados de fondo se darán a largo plazo.
Al comparar el día que tomó posesión en el Palacio Legislativo con la situación actual, se enorgulleció de que las “cosas son diametralmente distintas”. En el Congreso de la Unión hoy se discute y razona con responsabilidad.
A diferencia del año pasado, cuando “la incapacidad política crónica para lograr acuerdos hacía pensar que iríamos irremediablemente a la parálisis y el atraso”, aseguró que hoy el Congreso y los poderes públicos han logrado no uno, sino varios acuerdos sustanciales, en referencia a las llamadas reformas estructurales que se aprobaron.
Sobre las modificaciones en materia electoral, sostuvo que se puede estar o no de acuerdo con las decisiones del Legislativo, pero lo relevante es que las diferencias entre los mexicanos se procesen donde debe hacerse: en la representación política.
El discurso del mandatario arrancó un primer aplauso casi al final, cuando reconoció a los legisladores que han asumido como norma proteger el valor de las instituciones de la República. En especial a los de su partido, “que hicieron posible ese inolvidable primero de diciembre”.
Después agradeció a sus adversarios políticos, a sus críticos y a la prensa, porque “me han obligado a mantenerme alerta, a no confiarme y a esmerarme en que el gobierno sea cada día mejor”, así como a los mexicanos que oran por el país y por sus gobernantes.