Al cierre
Con empate global con las Chivas, Atlante enfrentará en la final a Pumas o Santos
Potros, a un paso de coronar su sueño
El arbitraje, otra vez, en el banquillo de los acusados por omisión de penal sobre Omar Bravo
Giancarlo Maldonado anotó el gol; buena labor de Christian Bermúdez y Federico Vilar
Ampliar la imagen Alarido de frustración del rojiblanco Sergio Ávila Foto: Reuters
Cancún, 1o. de diciembre. Gracias a su mejor posición en la tabla general, tras el empate global 1-1, los Potros de Hierro están en la final del torneo Apertura 2007, luego de vencer con tanto del venezolano Giancarlo Maldonado al Guadalajara, a sólo un paso de coronar un certamen digno de un cuento de hadas y a la espera de Pumas o Santos.
El arbitraje, de nuevo, se ubicó en el banquillo de los acusados al omitir, en el minuto 57, un penal sobre Omar Bravo en evidente compensación al inexistente que se marcó en el estadio Jalisco, el cual había puesto en ventaja al cuadro tapatío.
El pletórico estadio Andrés Quintana Roo sepultó las aspiraciones de los rojiblancos que tuvieron la pelota pero no supieron qué hacer con ella. Alberto Venado Medina volvió a la mediocridad, incapaz de repetir su brillante actuación del juego de ida, mientras el técnico Efraín Flores terminó amontonado hombres al frente sin una estrategia visible.
La justicia para el Atlante, que llega a su tercera final, la dictó su mejor desempeño. “Este equipo se merece estar ahí, pero la obra no está concluida; faltan dos pasitos”, dijo un eufórico José Guadalupe Cruz, técnico local, quien no tiene preferencia por Pumas o Santos.
Con ritmo a tope arrancó el partido. El venezolano Maldonado, de Potros, recibió excelente pase filtrado de Christian Bermúdez; hizo una finta y sacó un tiro de media altura que dejó contorsionándose en el aire al portero Luis Michel, a quien la pelota le pasó por el costado derecho. El estadio estalló en gran festejo.
Con el ánimo y la confianza desbordados, los azulgranas fueron un vendaval volcado sobre la meta de los visitantes, como si en la cabeza de cada jugador bullera el fantasma del desastre acontecido al superlíder Santos.
Sin embargo, en la disputa por el balón, en cada palmo de terreno y tras casi 15 minutos de dominio local, las Chivas impusieron su mejor marca y trato del esférico. Lo retuvieron e invirtieron los papeles para meter en infinidad de apuros al equipo azulgrana que se aferró al recurso que mejor domina: el contragolpe.
Al minuto 21, Ramón Morales remitió un disparo que se estrelló en la horquilla superior izquierda en lo que fue la llegada más peligrosa de los rojiblancos. El michoacano tuvo otras dos ocasiones que no prosperaron.
La rivalidad entre ambos cuadros, profundizada por las fallas arbitrales, llenó de tensión el ambiente y, con el efecto de una chispa en pasto seco, llegó la falta de Jonny Magallón sobre José Joel González, lo que detonó una bronca donde hubo empellones y cartón amarillo para ambos.
Para el complemento, el técnico visitante ingresó a Omar Arellano. La tónica se mantuvo: los tapatíos con el acelerador a fondo y los azulgranas apostando a veloces decolgadas; en una de ellas el Hobbit Bermúdez dio otro gran servicio a Maldonado, pero éste no logró controlar bien el esférico a la hora de arremeter.
Al minuto 57, Omar Bravo entró a bayoneta calada al área enemiga y recibió un jalón en la playera. Enfurecido, reclamó la pena máxima, pero el arbitraje, con larga cola de culpas, aprovechó para lavar el error cometido en el juego de ida, precisamente sobre el polémico sinaloense.
El estratega local metió a Daniel Alcántar, justo cuando las Chivas comenzaron a dar señas de desesperación. Siete minutos después sacó al creativo Christian Bermúdez, un baluarte junto con el portero Federico Vilar.