Se busca un concepto visual más que vanidad, señalan
Exponen en el Museo de San Carlos evolución de la moda
Términos como frivolidad, banalidad y exceso se tuvieron que sortear al concebir Moda, modo, mirada. El atuendo en el arte y en el cuerpo, exposición de alrededor de 60 piezas, entre pinturas y esculturas, la mayoría provenientes del acervo –aunque almacenado– del Museo Nacional de San Carlos, donde permanecerá la muestra hasta el 25 de febrero. Inclusive, se restauraron los óleos Dama de blanco (1859), de Federico Madrazo, y Retrato del emperador Max de Alemania Guillermo II (1904).
La moda empezó a teorizarse como tal a partir del siglo XIX, por estudiosos de distintas disciplinas, expresa Rebeca Kraselsky, curadora en jefe de San Carlos. Antes de plantear la exposición, el equipo del museo analizó sobre muestras más recientes organizadas en otras partes acerca del tema, y encontraron que la mayoría trabajaba sobre un aspecto particular de la moda, a la vez que presentaban sus objetos, como vestidos y zapatos.
Como historiadores del arte, anota Kraselsky, “no nos queda más que ver la plástica antes que la moda”. A partir de ese punto, “nos preguntamos si es posible construir una historia visual de la moda, que no es lo mismo que una historia de la moda”.
Es así como Moda, modo, mirada… se divide en dos núcleos. En la primera sala, se intenta mostrar “la forma en que la pintura toma a la moda como atributo, en que géneros pictóricos, como el retrato, muchas veces estuvieron acentuados en elementos como la moda, para su reconocimiento”.
En una sala intermedia, de “transición”, el visitante puede advertir la historia del vestido a partir de elementos visuales.
El segundo núcleo trabaja el tema de la moda con perspectiva de género. En esta sección se reunieron más que nada retratos de los siglos XVIII y XIX, que permiten ver “si la moda ha colaborado en la construcción de una identidad de género, tanto femenino como masculino”.
Marco Antonio Silva Barón, investigador de San Carlos, recuerda que en la historia del arte “teníamos un corpus interpretativo muy definido, que parecía inamovible, pero por fortuna los estudios de género han desestabilizado dicho cánon y nos han dado luz sobre muchos temas en la creación artística de los que antes no teníamos mucho conocimiento”.
La exposición se concentra en dos siglos: el XVIII, con el tema de la mujer, y el XIX, con el del hombre. El primero se considera como el “gran siglo de la moda”, en que fue un “protagonista en el imaginario de la sociedad”. Se encontró que el XVIII fue un siglo en que “la moda permitió a las aristócratas posicionarse en la sociedad de una manera no lograda antes, puesto que intervenían en el proceso económico, comercial y de diseño de la moda. Además, eran las protagonistas de la representación”.
El XVIII también fue el último siglo en el que hombres y mujeres estuvieron a la par en tanto al gusto por el adorno. A finales de éste, con la Revolución Francesa y los cambios ideológicos, comenzó el tránsito hacia el periodo de “la gran renuncia masculina” que, de acuerdo con Silva Barón, finaliza a comienzos de la presente centuria con la aparición de los metrosexuales.
Los hombres renuncian a la moda como una estrategia de expresión personal, se lo dejan únicamente a la mujer, todo bajo la premisa de que éste debe ser una persona racional, contenida, a cargo de la sociedad. Desde entonces, apunta Silva Barón, el atuendo del hombre no ha cambiado gran cosa, sin embargo, su “vanidad” se canalizó mediante “actitudes colaterales”, como la manera de caminar o sostener el bastón.