Al cierre
El portero Vilar se convirtió en el héroe de los azulgranas con acertadas intervenciones
Pumas desaprovechó su condición de local y Atlante obtuvo valioso empate
“Nos salimos con la nuestra”, dijo un tranquilo José Cruz
La afición de Potros festejó como si hubiera sido un triunfo
El Tuca Ferretti criticó el planteamiento defensivo del rival
Ampliar la imagen El auriazul Leandro Augusto intentó varias veces perforar la meta rival, pero se topó con la férrea marca de los atlantistas Foto: Víctor Camacho
Cuando un título está de por medio, el buen futbol puede esperar. O por lo menos eso pensaron anoche Pumas y Potros, que se trenzaron en un duelo reñido, de mucha marca y poco espectáculo, ante un pletórico estadio Olímpico Universitario que fue el gran marco para tan poquita final con decepcionante empate sin goles.
Desde que salió a la cancha, bajo ensordecedores abucheos, Atlante fue encabezado por su principal figura Federico Vilar, que mostró hechura de gran arquero y fue pieza clave para que los azulgranas se llevaran valiosa igualada, y tienen todo listo para quedarse con el título del torneo Apertura 2007 el próximo domingo en Cancún.
En la religión del futbol mexicano, el credo a Pumas es quizá el más apasionante. De otro modo no podría explicarse ese Goya que cimbró el México 68 dos horas antes del inicio del partido de ida de la final, el mismo que apoyó en los sosos 90 minutos.
Aún al término del partido los aficionados siguieron brincando y cantando, aunque en la cancha los auriazules salieron cabizbajos, mientras los azulgranas alzaron los brazos al cielo y se felicitaron por el logro obtenido.
“Nos salimos con la nuestra”, admitió un sonriente José Guadalupe Cruz, quien sin embargo reconoció que su escuadra mostró muy poco al frente.
“Me voy tranquilo, pero no satisfecho. Fuimos inteligentes, pero si queremos ser campeones debemos jugar intenso y preocupar más al rival.”
–¿Ya tienen media corona?
–No. Pumas está igual que nosotros, a un gol del trofeo.
Por su parte, un hosco Ricardo Ferretti criticó el planteamiento defensivo del rival, “pero está en todo su derecho de hacerlo”, y rumbo al duelo definitivo, soltó: “Nada hay imposible si realmente queremos ser campeones”.
Fue mucho marco para tan poca pintura futbolística. El recibimiento a los héroes con botines fue apoteósico: cantando, brincando, con el brazo en alto y un estruendoso Goya que, como dice el Tuca, enchina la piel.
Eso fue de lo mejor en una gris primera mitad. En los minutos iniciales, como era de esperarse, el acoso fue local, con su tridente argentino Scocco-Sambueza-Solari, y el aporte de Pablo Barrera, a quien pareció pesarle la final, y el siempre incansable Leandro.
El juego fue de mucha marca y roces, entre dos de los equipos con más dinámica en el futbol mexicano. Y precisamente por eso sobró velocidad y faltó precisión.
Como si fuera consigna, los habilidosos fueron detenidos de cualquier forma: como en la patada de Sambueza al Hobbit Bermúdez y una fuerte falta de Ovalle contra Barrera.
El escaso talento apareció en los botines de Scocco, quien al 25 realizó veloz incursión por el centro, pero su disparo fue a las manos de un atento Vilar.
Por momentos los azulgranas recobraron su buen toque de balón, pero después de media hora de juego el balompié mostrado no era digno de una final.
Leandro intentó con un disparo de media distancia, que fue detenido por el defensa Javier Muñoz con lance espectacular.
Lo mejor se vivía en tribunas, con un público entregado totalmente a sus colores, pero los jugadores fallaban en el toque final y un decepcionante ¡ah! surgía de tribunas, conteniendo las emociones de los fanáticos.
Sobre la conclusión de la primera parte el balón se paseó monótono por toda la cancha, en un duelo entre dos equipos más preocupados por defender que por atacar. A fin de cuentas, un título está en juego.
Para el inicio del complemento los técnicos no realizaron cambios, pero Pumas salió con mayor intención ofensiva. Leandro mandó un auténtico balazo que pasó cerca del larguero y luego Solari y Sambueza también estuvieron cerca con sus remates.
Para dar algo de salida a su atribulado equipo, Cruz ingresó a Gabriel Pereyra, pero el argentino mostró bajo nivel.
La figura de Vilar empezó a acrecentarse en un tiro libre de Augusto que el portero envío a córner, mientras los Potros, de plano encerrados en su área, buscaron el contragolpe que por poco les dio resultados en una llegada que el Hobbit no pudo controlar.
Atlante estuvo cerca de sacarse la lotería sin comprar boleto al 76, en un rechazo de Bernal que Bermúdez no pudo rematar por arriba y su disparo razo fue desviado cerca de la línea de gol por un atento Darío Verón.
Un minuto después el yerro fue de Solari, quien no pudo definir ante una buena salida de Vilar.
Todavía el arquero argentino tendría dos acertadas intervenciones en llegadas del incisivo Scocco, la última de ellas hasta se dio el lujo de detenerla con el pecho.
“Lo importante es el resultado”, dijo Vilar al restarse méritos. “Hicimos un partido inteligente, intenso, pero me hubiera gustado atacar más”, expresó al salir bajo ovación de la pequeña porra azulgrana que festejó el empate como si hubiera sido un triunfo. Acertado arbitraje de Mauricio Morales.